LIBIDO (COMPLETA) romance Capítulo 55

El alcohol en mi sistema me grita que lo haga, mi corazón dice que no, pero la justicia me dice que estoy en todo mi derecho. Estoy confundida, no sé lo que está bien y lo que está mal.

El recuerdo de Jaxon besando a Irene, el cómo la sujetaba de la cintura toda la noche presumiéndola lo bien que se la pasaban, restregándome en la cara lo feliz que esta sin mí.

Duele ese recuerdo.

—No puedo hacerlo. Lo siento Alexandre.

—Olvida a Jaxon, él ya no tiene cavidad aquí. Solo somos tú y yo —insiste.

Él tiene razón. Jaxon no le importo besar a otra mujer, yo tampoco debo de preocuparme. Me armo de valor y junto nuestros labios dándole fin a todo lo relacionado con Jaxon.

Sus labios se sienten tan diferentes, son más delgados, un poco húmedos y puedo saborear su sabor a tequila añejado mezclado con el sabor a menta.

Sus manos tibias sujetan mi cintura y acaricia parte de mi espalda. Me muerde el labio inferior para que habrá mi boca, él en seguida introduce su lengua en mi boca y comienza una guerra de lenguas.

«Me gusta, esto me gusta.» Las cosas se salen de control; caminamos hacia la puerta, nos separamos para que yo abra la puerta, busco con mis manos mi bolso, pero no lo siento.

—No tengo mi bolso. No sé dónde lo deje.

—No tienes otro lugar por donde entrar —pregunta.

Trato de recordar. No tengo doble llave, bueno si tengo, pero la llave está en el cajón en mi habitación.

—Dejé la venta de mi habitación abierta —recuerdo rápidamente.

— ¿Por dónde puedo entrar?

—Está del otro lado, pero para entrar debes pasar al jardín del vecino.

—No hay problema, espera.

—Ten cuidado —le digo.

Se acerca de nuevo a mí y besa mis labios por segunda vez; se aleja y cruza el muro que separa mi casa con la del vecino, no es tan grande. Lo cruza y se acerca a mi casa; me acerco al muro y puedo ver como se adentra a la casa, regreso a la puerta y en unos cortos segundos es abierta por Alexandre; al instante sus manos me sujetan de la cintura y me besa de nuevo.

Sin dejar de besarnos caminamos hasta mi habitación, el cual ya no nos tomamos la molestia de abrir la puerta. Mis pies tocan la madera de la cama, nos detenemos, Alexandre se separa de mis labios, sus manos toman las mangas de mi vestido y las baja lentamente por mis brazos pegando sus suaves labios en mi piel expuesta.

—Eres tan suave —alaga.

Lleva su mano al cierre de mi espalda y lo baja dejando expuesta mi espalda. Toma el corsé del vestido y lo baja dejándolo caer al suelo, quedo en tacones y mis bragas blancas.

—Me encantas, eres hermosa —me alaga.

Sus ojos lo dicen todo, aquel brillo en ellos me dice que está fascinado, me siento como si fuera una obra maestra. Alexandre me hace sentir como una diosa, deseosa de todos.

—Nunca he sido ambicioso, pero tú.... Tú eres mi joya más preciada. Una delicada flor la cual quiero cuidar y regar siempre para permanecer su belleza.

Es muy lindo con sus palabras. Podrán decirme fácil, pero en este momento sólo quiero a él, me siento deseada y eso nunca me lo han hecho sentir. El alcohol en mi sistema no me hace pensar bien, me dejo llevar por el momento; quiero ser eso que Alexandre dice.

— ¿Lo dices en serio? —pregunto.

—A ti nunca te mentiría.

Con una sonrisa en mis labios me aviento a sus labios y los devoro. Mi piel de nuevo siente sus manos; mis manos dejan su cuello para bajar a los botones de su camisa y los desabrocho uno por uno hasta llegar al botón de su pantalón, hago lo mismo con su botón para después pasar al cierre.

Alexandre termina por quitarse la ropa. Ambos semi desnudos, Alex me sujeta de la cintura alzándome para enrollar mis piernas en su cintura. Terminamos encima de la cama; lo tomo desprevenido, me subo arriba de él y comienzo a mover mi cintura para sentir nuestros sexos rosarse haciéndome recordar el momento en la oficina. Nuestros gemidos se hacen audibles en la habitación, el corazón se me altera y la libido comienza a invadirme.

Las cosas van aumentando, pego mis labios sobre su piel mientras él acaricia mis tetas. Solo bastaron unos segundos para dejar de sentir su tacto, despego mis labios de su cuello y lo miro.

Se ha quedado dormido.

«Bueno a veces las cosas no salen como uno quiere.» Me bajo de él, trato de acomodarlo para que duerma bien, para después yo acomodarme a un lado de él; en cuestión de segundos el cansancio me vence.

La luz que entra por la ventana me lastima en los ojos, además de que me duele la cabeza horrible. No quiero abrir los ojos, pero el sonido de la puerta siendo tocada me hace levantar a la fuerza.

Me levanto y lo primero que pienso es ponerme ropa, ayer me quede dormida tal como me dejó Alexandre, el solo nombrarlo recuerdo lo de ayer y me hace reír. Lo volteo a ver, sigue ahí durmiendo solo en bóxer. La puerta sigue sonando cada vez más seguido, así que no me da tiempo y solo me pongo la camisa de Alexandre que es grande y me cubre la mayor parte.

Salgo de mi habitación, me acerco a la puerta y la abro poco para que no vean en estas condiciones, pero es abierta bruscamente dejándome ver a Jaxon delante de mí.

— ¿Qué haces aquí? —me sorprendo al verlo.

—Vengó a asegurarme de que estuvieras en casa.

Entiendo su preocupación, pero el día de ayer en la noche no se molesto en buscarme cuando estaba con su acompañante.

—No deberías preocuparte... No necesito de tu cuidado.

—El hecho de que no estemos juntos no quiere decir que yo no me preocupe por ti.

—Bien, ya sabes estoy bien. Te puedes ir.

Quise cerrarle la puerta en la cara, pero se mete a la casa, me toma de la cintura y con su pie cierra la puerta.

Estamos tan juntos que una parte de mi lo quiere besar, pero la otra lo quiere patear en sus testículos.

— ¿Ayer a dónde te fuiste? —pregunta.

—Algún lugar. No te interesa —le contesto groseramente, no se merece mi respeto.

—Sí importa, me importa. Así que dime, ¿en dónde estuviste después de que te fuiste de la fiesta?

—Te puedes alejar. No me gusta tu acercamiento.

En tenerlo cerca me aturde y me vuelve frágil; en estos momentos debo ser fuerte e indiferente.

—No lo haré, así que habla.

—Ya lo dije.

Sus gestos se contraen dándome a entender que ya está molesto.

—No me hagas de enojar.

—Si no quieres que te haga de enojar no vengas y dejarme seguir mi vida.

Ambos hombres miran asombrados por lo molesta que estoy.

—Alexandre, por favor dejamos solos —le digo después de calmarme.

—Me iré.

Es lo único que dice, mira a Jaxon y luego a mí. Sin decir más, regresa a mi habitación a vestirse.

—Tan rápido me remplazaste —espeta con enojo al estar solos.

—No lo hice, no soy como tú. Solo tomamos de más, se quedó dormido y eso fue todo. Entre él y yo va a pasar nada —digo la verdad.

Trato de tranquilizarme para relajar un poco el ambiente. En seguida sale Alexandre vestido, pero sin su camisa.

—Te veo mañana —dice.

Asiento dándole una pequeña sonrisa de labios cerrados y sin decir más, se va dejándonos solos. Al cerrarse la puerta inmediatamente Jaxon hablo.

—Dime que no sientes nada por él —su voz suena más relajante.

—No, no siento nada por él —aclaro.

Soy sincera, por más que Alexandre sea apuesto y tenga interés en mí no puedo cambiar mis sentimientos por Jaxon.

—Nena, hay que parar esto. No quiero estar más tiempo separado ti. No es lo mismo, no puedo fijarme en otra mujer que no sea tu. Las demás ya no me interesan —confiesa.

— ¿Y Irene?

—Solo la lleve para darte celos porque quería confirmar que aun sientes algo por mí.

—Lo lograste... Mis sentimientos por ti no cambiaran de un día para otro.

—Nena...

Con esas palabras parase que la situación se resolvió; pero no, no puedo pasar por desapercibido lo que pasó con Jaime.

—Pero no creas que lo que pasó lo dejaré por desapercibido —le advierto.

—Lo que tú quieras nena. Solo perdóname por lo imbécil que soy.

—Eres muy imbécil.

—Un imbécil, un jodido idiota que no supo valor la maravillosa mujer que tiene a su lado.

Le sonrió confirmando sus palabras y, sin perder el tiempo me besa de manera posesiva.

«Extrañaba sus dulces labios.», pienso mientras me pierdo en mis propios sentimientos.

Esto es estúpido, pero me siento bien que Jaxon haya regresado a mis brazos, y como dicen, el corazón es el que manda, no puedo obligar a mi corazón que quiera a otra persona cuando en realidad amo a Clark.

Si me hubiera acostado con Alexandre nada del amor que le tengo a Jaxon hubiera cambiado, el sexo no cambiaría mis sentimientos por él.

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