Incluso Rosa, que también tenía curiosidad, miró fijamente a Antonio. Vaz estaba más impaciente:
—Antonio, dime rápidamente, ¿cuál es la sugerencia?
—Es muy sencillo, te abalanza sobre él y te acostas con él —Antonio se encogió de hombros.
El rostro de Vaz se sonrojó:
—Eres un pícaro.
Antonio puso los ojos en blanco:
—Señorita López, debe saber que Patricio no te gusta, por eso no importa lo que haga. Lo único manera para que él esté contigo es acostarte con él. Si ya tenéis relación sexsual, os van a ayudar vosotros padres aunque él no quiere, ¿entiendes?
—Pero, ¿no es fácil acostarme con Patricio? —Vaz se preocupó.
—Eso depende de lo que hagas, cuando está consciente, definitivamente no es posible.
Los ojos de Vaz brillaron al escuchar las palabras de Antonio:
—De repente creo que lo que dices tiene mucho razón.
—Eso es —Antonio se sintió contento.
Vaz se acercó de repente a Antonio y le preguntó:
—Rosa aceptó casarse contigo, ¿también porque se acostó contigo? por que a Rosa no le gusta un vagabundo como tú.
Su voz no era fuerte, pero sí lo suficiente como para que Rosa la oyera. Rosa sentía que la temperatura de su cara aumentaba poco a poco, y aunque no podía ver su rostro, sabía que en ese momento, definitivamente estaba sonrojado.
Antonio miró a Vaz embarazado:
—¿De qué estás hablando? Rosa aceptó casarse conmigo porque me gusta.
—¿Crees lo que dices? Aparte de tu cara, ¿qué más tienes? ¿Dinero? Pero a la presidenta Serrano no le falta dinero. Ella ni siquiera quiere a Patricio, no te va a quiere tampoco. ¿Por qué no tienes conciencia de ti mismo? —Vaz miró a Antonio con cara de desprecio.
Antonio estaba furioso:
—¿Soy tan malo?
—¿Sí? —Antonio se volvió hacia Rosa y le preguntó.
Rosa negó con la cabeza:
—No es así.
Después de decir eso, como si temiera que Antonio tuviera malentendido, añadió apresuradamente:
—Eres muy bueno, me gusta mucho.
Vaz no sé que va a decir.
Antonio se quedó heledo por las palabras de Rosa.
Vaz estaba suspendida por un buen rato y luego dijo —Es difícil de creer que realmente una cara guapa es lo que te importa más.
—Vaz, es suficiente, si tienes tantos tiempos, vas a buscar a Patricio. No estés aquí como una molestia —Antonio no quería escuchar las palabras de Vaz, solo las palabras de su novia le parecía satisfactorias.
—Me voy ahora mismo. Pero, te digo, Antonio, es mejor que te cases con tu novia lo antes posible —Después de decir esto, Vaz salió.
Antonio miró la espalda de Vaz y se quedó sin palabras:
—Esta mujer es mimada por su familia.
Rosa asintió:
—Estoy de acuerdo.
Antonio recordó lo que acababa de decir Rosa y preguntó con interés:
—Oye, ¿me quieres de verdad?
Rosa asintió:
—Sí, de verdad.
¿Por qué no? Se trataba de un hombre que estaba dispuesto a arriesgar su vida para meterse en el fuego para salvarla, por no decir que le gustaba, aunque le diera la vida, seguía estando dispuesta.
Antonio miró a Rosa,sintió que ya estaba loco de alegría.
Al ver la mirada tonta de Antonio, Rosa quiso reírse. Luego, al pensar en el consejo que Antonio acababa de dar a Vaz, no pudo evitar preguntar con preocupación:
—Me alegro de que seas así, si eres amable con mi rival en amor, a me me parece muy cruel.
Con sus cálidos labios, Rosa sentía su corazón temblar, este hombre, ¿no podía hablar normalmente?
Rosa retiró la mano y dijo:
—¿Rival de amor? No es digno de este trato.
Estas palabras volvieron a divertir a Antonio:
—Una persona como él no es digno de ser mi rival amoroso, al menos debería ser como Patricio ... Bueno, han pasado tantos días, no sé Vaz tuvo éxito o no.
La comisura de Rosa se crispó ligeramente, por que Antonio realmente deseaba que Vaz se acostara con Patricio. Esta persona, es tan mala.
—¿Quieres salir a dar un paseo? —Rosa miró al exterior, ya era de noche, las farolas del jardín ya se habían iluminado, Rosa empujó a Antonio, caminando lentamente por el jardín, Antonio echó un vistazo a sus piernas y se lamentó:
—Parece que ahora nosotros dos somos como un viejo matrimonio, tan viejos que sólo podemos pasear.
—No estaría mal si pudiéramos caminar juntos hasta que seamos viejos.
Antonio inclinó la cabeza para mirarla:
—Rosa, me parece que sabes mucho arte de hablar, parece que los rumores son equivocados.
—¿Qué rumores?
—El rumor es que la presidenta Serrano es una mujer de pocas palabras y muy por encima de los demás.
—¿Es así? Entonces, si soy tan malo, ¿por qué aceptaste casarte conmigo?
—No, no creo que sea malo en absoluto, esto es bueno —Antonio la miró fijamente, hablando con rostro serio.
Cuando Rosa miró su cara tan seria, su corazón, de repente se volvió extra suave:
—Antonio, gracias.
—Tonta.
***
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: LO ÚLTIMO EN MIMOS