LO ÚLTIMO EN MIMOS romance Capítulo 77

Se quedaron atónitos, cuando vieron que Rosa había echado a Francisco de la reunión delante de todos. Aunque Rosa solía ser fría y decidida en el pasado, era la primera vez que echaba a un accionista importante de una reunión de la empresa. Y ahora todos habían tenido una nueva comprensión de esta joven presidenta.

César no esperaba que Rosa confiara tanto en él, ni siquiera le preguntó qué había pasado antes. Y la reacción de Rosa, hizo que le bullía la sangre en las venas. Si César había venido a trabajar para el Grupo Serrano, al principio era para devolverle su amabilidad, pues ahora, quería sinceramente ser socio de Rosa. Una jefa así merecía trabajar para ella. 

La mirada de Rosa, otra vez, pasó a todos los presentes.

—Puedo entender que la gente no quiere problemas, pero a veces es importante también tener principios.

Los que sabían que Francisco no era buena persona, pero no estaban dispuestos a defender a sus colegas, se sintieron avergonzados y bajaron la cabeza.

—Muy bien, vamos a empezar la reunión. —Rosa no quiso hablar más del escándalo.

—Sí

***

Sin embargo, en menos de un cuarto de hora, la noticia de la expulsión de Francisco por parte de Rosa y los guardias de seguridad se extendió por toda la empresa. Mucha gente apoyaba la decisión de Rosa, porque Francisco era una persona demasiada molesta, además su hija también. Su hija aparecía en la empresa de vez en cuando, y en los últimos tiempos, como le gustaba César, incluso venía a la empresa a menudo a buscar problemas a la gente. los personales de la recepción tenían miedo de su padre, no se atrevían a decir que no.

Francisco solía ser muy maleducado con la gente, y el resultado era que todo el mundo casi se olvidaba de que Rosa era la presidenta de la empresa, y tanto si era el accionista mayoritario como si no, no podía ponerse por encima de Rosa.

Cuando se dio por terminada la reunión, César no se apresuró a salir de la sala, sino que se quedó sentado en su asiento durante mucho tiempo y esperaba a que todo el mundo se fuera, él fue a llamar a la puerta del despacho de Rosa.

—Presidente Serrano, lo que acaba de pasar, quiero decir que muchas gracias de verdad. —César se acercó a Rosa a expresar su gratitud. 

Rosa negó con la cabeza.

—No hace falta, confío en ti, proteger a mi propio empleado, es lo que debo hacer.

—Presidenta, a partir de ahora, haré todo lo posible por el Grupo Serrano, y por usted. —Dijo con un rostro serio.

—Ya, todo lo posible, madre mía, no estamos en guerra, concentrarte en tu trabajo ya es la mejor manera de agradecerme. César, la compañía te necesita, ¿lo entiendes? Te daré confianza absoluta, para que puedas seguir adelante y hacerlo con confianza y audacia.

—Gracias, por su confianza, presidenta.

—Muy bien, a trabajar —Rosa hizo un gesto con la mano, indicándole que saliera.

—Presidenta, ¿no me pregunta cómo fueron realmente las cosas? —César miró a Rosa y no pudo evitar hacer la pregunta.

—Eso es tu asunto personal, puedes hablar si quieres, o no, si no quieres. Pero, por supuesto, si necesitas a alguien con quien hablar, estoy aquí.

—Presidenta, quiero mucho a mi novia, pero durante este periodo de tiempo, Inma Manuel venía a menudo a la empresa para molestarme, creando todo tipo de malentendidos, haciendo que mi novia sea muy infeliz conmigo. Inma se cree que como su padre es accionista de la empresa, puede hacer todo lo que le da gana. Incluso fue a molestar a mi novia, es una pesada. —dijo César en voz baja.

Rosa pensó por un momento y dijo:

—César, un buen hombre no dejará que su mujer que ama, sea herida. Si ni siquiera puedes proteger bien a tu propia mujer, entonces no estás calificado para decir que la amas.

César se quedó helado al escuchar esto. Durante este periodo de tiempo, estaba muy cansado de su novia por su desconfianza. Él sintió que ella siempre discutía por asuntos triviales. Después de escuchar lo que acababa de contar Rosa, de repente se sintió avergonzado de que era porque no le daba suficiente seguridad a su novia, que no tenía confianza en sí misma, ¿verdad?

De hecho, su novia era tan buena persona, que fue Inma Manuel quien no dejaba de molestarles a ellos dos, y esto la perjudicaba a su novia también. Él No había protegido a su novia de suficiente, y a su vez, además la culpaba por no entenderle y no confiar en él. En este momento, incluso le daba un poco de vergüenza mirar a Rosa.

—Presidenta, gracias. —con esas palabras, César se marchó a zancadas.

Antonio no sabía que decir. ¿Cómo podía tener una novia tan comprensiva? Ni siquiera sabía qué decir, normalmente las mujeres, no dejaban que sus maridos salieran a fiestas. Sin embargo, la suya, por el contrario, incluso le dejaba dinero para que saliera a divertirse. De repente duda que tal vez su esposa no lo amaba, ¿qué hacer?

—¿Qué pasa? —Rosa veía que Antonio con la mirada perdida, estaba bloqueado en el sitio, no pudo evitar preguntar con suspicacia.

—Nada, estoy demasiado conmovido, aparte de mi madre, eres la primera mujer que me da dinero —Antonio no sabía cómo reaccionar.

—Bueno, puedo darte más dinero si lo necesites —Rosa hizo una pausa y miró a Antonio, que no sabía todavía cómo reaccionar.

—No hace falta que te conmuevas demasiado, eres mi marido, es normal que te dé dinero.

Antonio se quedó congelado otra vez por sus palabras. 

—Vale, gracias.

Antonio sonrió de repente, una esposa así, tan especial. O la próxima vez que saliera ella, él también la dejaría una tarjeta para devolver. Habiendo decidido, Antonio se sintió instantáneamente aliviado, y un poco emocionado en su corazón.

«Bueno, luego les diré a Fidel y a los demás, que mi mujer me ha dejado dinero para gastar, deberían estar super envidiosos de mí.»

Pensando en esto, Antonio se ilusionó instantáneamente con la fiesta de la noche. Así que guardó alegremente su tarjeta y le recordó a Rosa:

—Cielo, entonces recuerda comer bien y cuidarte, yo me voy a reunirme con ellos, que ellos no me han visto desde hace tiempo, me buscan todos los días y quieren que les invite a tomar algo, les voy a satisfacer esta vez.

—Bien, vete y vuelve cuando te hayas divertido lo suficiente.

—Bien.

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