Cap. 13: ¿AUTO TUYO? – PARTE I
Ricardito se dio cuenta de que su papá estaba molesto y fue quien calmó las aguas.
—Mamá, ¿no crees que el señor Ricardo debería ir a nuestra casa? Creo que podríamos hablar todos juntos —se volvió a ver a su madre.
—Sí, creo que tienes razón, aquí estamos llamando la atención de la gente en el pueblo. Mejor vamos a casa.
—¿Vienen conmigo? —le preguntó Ricardo.
Ricardito volvió a intervenir, viendo que, las miradas entre este par, eran terribles.
—Mamá, ¿puedes, por favor, irte adelante con Alberto y los niños? Yo lo guió a él.
—Ricardo, por favor, sube a Ricardito al auto y espera que estemos un poco alejados, no quiero que los otros niños se inquieten al verlo pasar en tu auto.
Ricardo trató de respirar acompasado. Abrió el auto al niño y luego se sentó al volante, mientras la gente curiosa lo miraba. Guzmán venía en carrera cuando vio gente alrededor del auto.
—Señor, ¿tiene algún problema?
—No. Oye, Guzmán. ¿Dónde será la reunión con los habitantes?
—En el barrio Portuario.
—¿Dónde queda eso?
—Donde vamos, es donde yo vivo —respondió Ricardito, mirando al frente.
Ricardo se volvió a verlo y esa sola imagen lo hizo esbozar una sonrisa, mientras le alborotaba los cabellos con insistencia a su hijo —. ¿Nos vamos?
Ricardo se volvió a Guzmán, que miraba asombrado a Ricardito.
—¡Igualito a su papá! —le dijo Ricardo con el pecho henchido de orgullo por su muchacho—. Vete en el auto de la constructora, que tengo que ir a la casa de Isabel.
***/***
—No, Ricardo, déjame decirte que no, tú hijo es Ricardito, solamente Ricardito, los otros niños son hijos de Alberto y yo, la niña y Marcus son mis hijos con él.
—Isabel, eso no es cierto. Todos son mis hijos, y los tres son del mismo parto.
—Pues no Ricardo, tu hijo es Ricardito, Marcus y Maiara son mis hijos con Alberto, él es mi marido. Después que nació mi hijo mayor, decidí aceptarlo y con él he formado una nueva familia. ¿Acaso no ves que Ricardito es mucho más alto y con más contextura que Marcus, quizás haya salido dando un parecido a su hermano, eso es normal, pero puedes ver que es diferente y Maiara se parece es a mí. Ricardo no te ciegues.
Ricardo apretó la mandíbula y sus dientes tronaron.
Ricardo se dio la vuelta y salió, la ira le iba quemando no sólo su corazón sino también su alma, su decepción era tan grande, era mejor abandonar ese lugar, estaba tan furioso. Desconocía el por qué de tanto odio en Isabel como para que ella le hiciera todo lo que le hizo y aún seguía haciéndole con todo lo que le había dicho. Iba en sus pensamientos caminando a su auto cuando sintió un celaje salir de detrás de la casa, de reojo vio a Ricardito acercarse, entonces pasó lo que nadie se hubiese imaginado. El niño se acercó sigiloso. Ricardo, al verlo, notó sus ojos vivaces y muy rápidos al escudriñarle a él, su rostro, había un cierto aire en el niño que Ricardo no le detectó la primera vez que lo vio.
—Ricardito, disculpa, me iba sin despedirme de ustedes…
El niño lo miró sonriendo ladeado, había mucha picardía en su mirada y gestos…
—Oye, ¿auto, tuyo? —le dijo y le señaló el auto. Los ojos de Ricardo se abrieron desmesuradamente, pues Ricardito sabía que este era su auto.
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