LOS HIJOS OCULTOS DEL CEO romance Capítulo 8

Cap. 6 : PARECIDOS – PARTE II

Ricardo miró aquella foto y sus ojos se pusieron oscuros, sus puños fueron apretados con fiereza.

—Síguela, y me dices donde se está quedando —se apartó de Mariana, que lo miraba expectante.

Después que se hubo separado de Mariana llamó a un detective que tenía hace un tiempo buscando a Isabel, sin embargo no había tenido ninguna noticia sobre ella.

—Le voy a mandar una dirección y, a partir de esta noche, no dejará de seguir a esa mujer, quiero saber hasta de que tamaño tiene, cada día, el jabón con que se baña, todo lo que hace, con quién, dónde y cómo. ¿Entiende?

Cortó la llamada y encendió un cigarrillo.

—¿Qué te pasa, Ricardo? ¿Acaso el ver esa mujer te ha trastornado? ¿No te das cuenta que estás conmigo?

Ricardo miró a Mariana y sus ojos estaban endiablados y con un aire extraño en la mirada.

—Vámonos, tengo cosas importantes de qué ocuparme.

—Yo no me quiero ir todavía.

Ricardo apagó el cigarrillo en el cenicero como si con ello estuviese apagando el fuego creciente e infernal que le recorría su cuerpo y no le daba sosiego.

—Haz lo que te venga en ganas. Sólo te digo que no quiero gastos excesivos a mi cuenta, porque sabes que no los voy a pagar. Lo mejor es que te vayas temprano al departamento.

—¿Irás luego?

—Ya te dije que tengo cosas que hacer.

Estaba en eso cuando recibió el mensaje de Guzmán, la dirección era la de los padres de Isabel.

—Me voy.

Ricardo esta celoso, su mandíbula apretada mirando las fotos de cómo ese hombre recibe al niño y lo carga en brazos, mientras recoge la maleta de Isabel que sube al auto y se va con él. Vuelve a encender un cigarrillo, ve detenidamente al niño y se percata que no se parece en nada al hombre que los recibió y que ahora lo lleva en brazos. Se hace más fuerte la sospecha de que sea su hijo.

Llama a Guzmán…

—Vete al pueblo donde esta Isabel, ahora mismo te paso la dirección. Ve al lugar donde nació su hijo y averigua quien es el padre.

Ricardo se va a su casa y habla con su padre.

—Papá ya tengo el lugar donde quiero colocar el hotel turístico. Aquí en este pueblo fronterizo con Portugal, es A Guarda en Pontevedra. Me gusta la caballa y allí se da por montón.

Ricardo mostró una sonrisa ladeada, mientras miraba al frente.

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