"¿Yo...?" ¿Cómo podría yo pedirle dinero a Lamberto? ¿No es eso buscar problemas?
"Dime." Lamberto lanzó una mirada de reojo a la mujer a su lado, cuya expresión parecía estupefacta. "Hoy te devolveré el dinero, pero no quiero verte metiéndote en problemas de nuevo."
"¡Sí, sí! ¡No me atreveré de nuevo!"
"Tiago, dale el dinero."
Tiago asintió de inmediato con respeto. "Sí, señor."
¡Felicia no tuvo tiempo de reaccionar antes de que Lamberto la metiera en el auto!
Justo cuando la puerta del auto se cerró, ¡recuperó su compostura!
"Hoy... realmente debe agradecerte! No te preocupes, el dinero que pagaste por mí, te lo devolveré!"
"No es necesario." Lamberto se sirvió una copa de vino tinto con su elegante mano y la saboreó lentamente. "Después de hoy, no nos volveremos a ver."
"..."
"Tiago, déjala en la esquina de la calle."
"Sí, señor."
Al escuchar esto, Felicia frunció el ceño. "¿Cómo puede ser esto? No es una pequeña cantidad de dinero, y no tenemos ninguna relación, ¿cómo podría aceptar tu dinero? Así es, dame tu número de cuenta bancaria y te devolveré el dinero mensualmente, ¡con intereses!"
"No tengo tarjeta bancaria."
"..."
Tiago, el conductor, murmuró en voz baja, "El banco es propiedad de la familia Rivas."
Felicia tragó saliva, un poco aturdida por la súbita muestra de riqueza.
Después de unos segundos de sorpresa, dijo firmemente, "Yo, Felicia, tengo principios. ¡No puedo simplemente aceptar cosas de otros! ¡Incluso si eres muy rico, no podría— Uh!"
Antes de que pudiera terminar de hablar, sus palabras fueron silenciadas por un beso en sus labios.
Felicia estaba impactada:
¡Él, él, él me estaba besando!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Mamá, Encontramos Tu Marido Ideal!