Más que un trato romance Capítulo 2

- Han pasado 3 meses desde que llegué con mi tía, en esta época Manhattan es, como decirlo! único. Si es muy diferente la gente de aquí a la de México, pero ya me voy acostumbrando y mi tía ha estado rara, pero en la panadería toda va excelente, he aprendido mucho y es divertido, estar metiendo las manos en la masa... se podría decir que muuy relajante...

Escribo muy animada al grupo de mis amigos, mientras estoy recargada del mostrador donde está la caja registradora, la campanilla suena dando el anuncio de la llegada de un cliente de inmediato envío el mensaje, bloqueo el celular y lo meto en un cajón debajo del mostrador, al fijarme para ver a mi cliente, sonrío ligeramente al ver aquel hombre de edad avanzada, su mirada siempre es gentil y se notaba más en ese color azul cual zafiro, sin opacar esa tes blanca, cual masa para bolillo, quizá por eso así les llamaban a los americanos ''bolillos'', eso penso aunque cada que escucho esa palabra siempre viene a mi mente ese pan. Pero este señor no es americano, es Ruso y aunque es casi imperceptible su acento aún está allí.

-¡Buenas tardes señor Strelnikov!

-Buenas tardes Isabella y su tía, hoy ¿tampoco está?- pregunta amable y volteando a los lados por si la veía, pero la luz reflejada en ese traje azul marino hacia notar la fina tela con la que estaba confeccionado.

-Si me sigue preguntando por ella pensaré que le gusta- digo bromeando con una sonrisa muy grande y divertida, el hombre podría ser mi abuelo, el señor Strelnikov voltea rápidamente hacia mi, me iba a contestar pero me le adelanto- sólo bromeó, es que hoy vino más temprano, no tarda en llegar.

Hago una señal hacia el puerta ya que, la mencionada llegaba - ¡Señor Strelnikov! buenas tardes hoy llegó más temprano de lo acostumbrado.

-Buenas tardes Diana, Hace 2 semanas que vengo y no la encuentro, no me quejo del servicio, su sobrina es muy amable y graciosa, pero usted siempre estaba aquí se me hacía raro y pensé que se iba temprano.

Mi tia Diana rie y yo junto con ella, pero yo lo hacia disimuladamente -bueno señor Strelnicov le tengo confianza a mi sobrina y estuve llendo a un spa.

El hombre se le queda mirando serio, fijándose en lo pálida que estaba la mujer, si, a mi también me preocupa su semblante pero no suelta palabra dice que esta bien que le falta salir al sol -debería de dejar de ir, se ve que no le hace bien.

-Seguiré su consejo, ahora que lo miro bien, hoy viene muy formal, ¿algún problema en la empresa?- pregunta curiosa la peliblanco.

-algo así, ya sabes como es mi hijo y mi nieto.

William Strelnikov Contreras su hijo mayor y presidente actual de Lions, William Ivan Strelnikov Thompson hijo menor del señor William, por lo que he escuchado en las conversaciones de mi tía y el señor Ivan, tienen ideas muy diferentes y tienen el mismo carácter, cuando algo se les mete en la cabeza sólo él puede meterlos en cintura a veces.

- ¿siguen peleando? -pregunta mi tía con curiosidad y a la vez preocupada.

- Si, tuve que hacer unas cuántos cambios respecto al proyecto, por lo que por un tiempo estarán enojados conmigo -dice con frialdad, aunque es una buena persona y la excepción del ruso frío, cuando debe de serlo, sólo es frío. Quisiera tener esa capacidad de poner a un lado los sentimientos, sobre todo cuando te rompen el corazón.

- Entonces merece una porción más, ya que hizo un buen trabajo -dice mi tía y me guiña un ojo, la señal para dejarlos solos.

- Y si quiere le damos unos quemados para que se los de a ellos.

El señor Ivan ríe ánimoso y traviesa, me dirijo a la cocina, el señor Ivan sólo viene una vez a la semana por galletas de gourmet, las cuales siempre quemo una charola, y ya me volví una especialista en ellas, me quedan igual a mi tía, tomó las cajas con las galletas y las apilo, en seguida busco una caja pequeña y colocó unas galletas quemadas, las cuales a simple vista están bien, sonrió pícara, busco un lindo listón para ponerle a esa cajita con galletas quemadas y al mismo tiempo darles tiempo de que hablen. Pasan casi 15 minutos para cuando regresó de nuevo a la panadería, y veo a mi tía con los ojos rojos y al señor Ivan muy serio, algo paso pero mi tía no quiso que supiera.

- ¿Qué pasó aqui?- pregunto preocupada.

- Lo detectaste a tiempo o sea ¿qué tienes oportunidad? -digo en un hilo de voz, es mi tía favorita la hermana mayor que tuvimos mis primas, mis amigas y yo, una mujer fuerte, no lo merece.

- Lo siento mucho Isa... pero ya es tarde ya tengo metástasis a varios órganos vitales, y aúnque nunca senti síntomas ya llegó a una fase terminal -parece tranquila pero sus ojos están llenos de lágrimas y otras más en sus mejillas y las mías también caen.

- Cu...  ¿cuánto tiempo te dieron tía?- esa terrible pregunta me carcome por dentro.

- Meses, de 2 a 3, es por eso que debes de regresar a casa.

- No tía no, quiero estar aquí contigo hasta el último momento- digo envuelta en llanto - Tú me cuidaste cuando niña y me cuidaste en mis borracheras, estas de mi lado aunque no sepa a dónde me dirijo -me quito las lágrimas de mis mejillas- por favor no me pidas que te deja aquí sola.

Mi tía se levanta del sofá y me abraza tan tierna- esta bien cariño, si quieres puedes quedarte.

Ambas lloramos hasta que nos cansamos, y de la nada comenzamos a hablar de cuando era adolescente, la mala influencia que era mi tía, tras esa cara de que no rompía un plato, fume a los 16 años con ella, ahora no fumo, si bebo alcohol pero no soy alcohólica, no se la edad a la que bebí mi primera cerveza y la vez que escondemos un passpor, nos duro muchos meses esa botella. Bebemos nuestro chocolate y galletas hablamos casi hasta media noche, al irnos a dormir, no me hacia a la idea de que mi querida tía se marchará pronto y sería para siempre, me quedo dormida como a las 3 de la mañana.

- Isa ya es tarde, anda ya levantate -me despierta la voz de mi tía me trae de regreso a la realidad, la cruda y triste realidad.

- Ya voy tía -grito lo suficientemente fuerte para que me escuche, estiró mi cuerpo ya que aún no quería levantarme, pero el día ya había empezado eran las 8 de la mañana de seguro la mayoría de los panes estaban preparados. Me levanto y me doy un baño rápido tratando de no pensar en la enfermedad de mi tía, suspiro antes de salir de mi habitación, bajo tranquila las escaleras y al llegar a la cocina de la panadería no me sorprendo el ver las charolas llenas listas para meterse al horno.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Más que un trato