Matrimonio de primera romance Capítulo 1022

Mariano se sintió triste al recordar cómo era Yadira, y luego siguió mirando la hoja de datos. Mariano se distrajo un poco con los números que aparecían en ella.

En realidad, no estaba seguro de poder crear una medicina para curar a Yadira. La razón por la que aceptó cooperar con Delfino fue para evitar a Franco.

Independientemente de que la medicina pudiera crearse o no, Yadira debía cooperar activamente en el tratamiento, porque era muy importante para un paciente mantenerse positivo. Si Yadira era siempre pesimista, el deterioro de su cuerpo se aceleraría.

Mariano se sentó y se apretó su entrecejo. Se sintió molesto, así que se levantó y salió.

En ese momento, Josefa tomó el café y entró.

—Señor, ¿a dónde va?

Mariano la miró y dijo:

—Toma aire —Luego se dirigió al balcón y vio vagamente a Yadira.

Mariano vivía en un patio aislado con guardaespaldas. Yadira estaba con dos criadas. Delfino y Fidelio no estaban.

Mariano saltó la barandilla y aterrizó en la pared. Se dirigió rápidamente hacia el patio donde estaba Yadira. Cuando llegó, saltó de la pared. Accidentalmente, hizo algunos ruidos.

El sonido fue escuchado por las dos criadas, que miraron hacia él.

—¿Quién está ahí?

Yadira también escuchó el sonido, pero no le importó. Ahora, sólo le importaba Raquel.

Mariano se acercó a ella.

—Yadira.

Yadira y Mariano eran amigos, así que naturalmente podía distinguir su voz. Se volvió dudosa para mirar a Mariano:

—¿Qué haces aquí?

Yadira parecía indiferente, pero Mariano le sonreía. Estaba acostumbrado a ocultar sus planes bajo un brillo superficial de buenos modales, por lo que siempre se comportaba como un caballero con los demás.

—Recuerdo que éramos buenos amigos y que confiabas en mí —Mariano dijo pensativo.

Yadira se burló:

—¿Ahora te aburres? ¿Quieres hablar del pasado conmigo?

Mariano dijo de repente con seriedad:

—Yadira, tengo algo que decirte.

Yadira lo miró y dijo:

—No me interesa.

La cara de Mariano cambió, pero rápidamente volvió a la normalidad. Luego dijo:

—Al principio, no acepté probar las drogas en ti. Fue Franco quien lo hizo cuando yo no estaba. Cuando lo descubrí, era demasiado tarde.

Escuchando sus palabras, Yadira se puso gradualmente seria. Se volvió para mirar a Mariano.

Al ver que Yadira giraba la cabeza, Mariano supo que le había oído.

Y continuó:

—Reconozco que te guardé para mi hermana. Y por ello, deseo que te mantengas sano y no probaré en ti drogas experimentales.

Las palabras de Mariano tenían sentido, pero Yadira ya no le creía. Ella había confiado en él muchas veces.

Yadira sonrió:

—¿Y qué?

Mariano se rió para burlarse de sí mismo:

—Sí, es inútil llorar sobre la leche derramada.

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