Delfino se quedó de piedra. No esperaba que Raquel dijera esto, pero, Raquel tenía razón. En su corazón, Yadira era más importante que Raquel. Mientras fuera el deseo de Yadira, definitivamente lo cumpliría.
Yadira era la única mujer de su corazón. Raquel no podía compararse con Yadira.
Cuando Raquel terminó de hablar, vio que Delfino no decía nada, así que se cruzó de brazos y dijo enfadada:
—¡Ni siquiera me refutas! Quieres a mamá más que a mí.
Delfino no consideró a Raquel como una niña y le dijo directamente:
—Sí. Ya lo sabes.
Raquel hizo un mohín y no supo qué decir. Se sentía como si no fuera su hija biológica.
Al ver la expresión de infelicidad de Raquel, Delfino se quedó pensando un rato y le pareció demasiado cruel decirlo. Así, tocó la cabeza de Raquel y le dijo con un tono reconfortante:
—Pero papá todavía te quiere.
Raquel resopló y dijo con orgullo:
—Encontraré a alguien que me quiera mucho en el futuro y me casaré con él.
La expresión de Delfino cambió al escuchar esto:
—¿De qué estás hablando?
—Digo que puedo casarme cuando sea mayor —Raquel levantó la barbilla y pareció muy orgullosa.
Delfino no pudo evitar sonreír al ver que Raquel se comportaba como una adulta.
—¿Quién te dice que puedes casarte cuando seas mayor?
Raquel frunció el ceño:
—¡Pero la gente se casa de mayor!
Volvió a sospechar que no era la hija biológica de Delfino. ¿Cómo podía ser tan despiadado con su propia hija? Parecía que mamá era la única que la quería de verdad.
Mamá era tan buena con ella. Si tuviera la oportunidad de elegir de nuevo, sólo querría a mamá en lugar de a papá.
Sin embargo, Yadira no tenía ni idea de lo que había hecho Delfino.
Al día siguiente, cuando se enteró de que Raquel volvía al colegio, se sorprendió y se alegró.
Naturalmente, esperaba que Raquel pudiera jugar con sus compañeros en la escuela y que disfrutara de una infancia despreocupada y feliz.
No quería que Raquel se quedara con ella todos los días, ya que estaba enferma y nada animada.
—Cuando vayas a la escuela, debes ser obediente y seguir las instrucciones del maestro —Yadira ayudó a Raquel a vestirse y se lo recordó.
Raquel era inteligente. En la escuela, siempre seguía las órdenes de los profesores, pero tenía una fuerte personalidad.
En un principio, Delfino no permitió que Yadira empacara por ella, pero ella insistió. Delfino sólo podía dejarla hacer lo que ella quería.
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