Yadira se frunció las comisuras de los labios y dijo con tono frío: —No.
Miguel se había encontrado con la despiadada negativa de Yadira hacía un momento. Ahora que escuchó la fría respuesta de Yadira, estaba bien preparado. Su expresión no cambió mucho, pero sonrió como un pícaro: —Pero, ¿todavía tienes otra opción?
Al escuchar su pregunta, Yadira se quedó sin palabras.
No tenía otra opción.
Si fuera una persona normal que pudiera moverse libremente, podría incluso intentar escapar.
Sin embargo, no sólo no podía moverse libremente, sino que seguía en manos de Mariano.
Si Mariano y Miguel llegaban a un acuerdo y estaban decididos a cumplir los objetivos, Yadira sólo podía esperar su arreglo. No había posibilidad de que ella escapara.
Todas las cosas, incluida su condición corporal, eran un callejón sin salida.
Un callejón sin salida.
Yadira alargó la mano y le agarró el pelo, irritada. —Así que tú y Mariano sentís que forzarme a un callejón sin salida os hace sentir exitosos, ¿verdad?
Al principio, cuando escuchó a Mariano decir que cuando Miguel intentaba cambiar a Luciana por ella, Yadira se sorprendió en ese momento, pero todavía pensó en su corazón que con su comprensión de Miguel, todavía había una oportunidad de cambiarlo todo.
Pero ahora, parecía que Miguel estaba completamente decidido a hacerlo.
Yadira pensó que Miguel estaba tan aburrido que quería involucrarse en este asunto.
Sin embargo, después de comunicarse con Miguel, Yadira descubrió que probablemente Miguel había experimentado algo que ella desconocía, por eso, se puso así de repente.
Pero aun así, Yadira no podía odiar a Miguel tanto como odiaba a Mariano.
Miguel le dio la sensación de que siempre era un niño irracional.
—No quiero forzarte. Podemos obtener un certificado de matrimonio primero y luego desarrollar lentamente las relaciones amorosas. Aunque nos conocemos desde hace tiempo, no hemos estado juntos como amantes antes. Creo que podemos empezar a tener citas o hacer algo más...
Miguel dijo en un tono negociador, como si él y ella estuvieran realmente enamorados.
Mariano miró en la dirección en la que se fue Yadira, pero no la alcanzó.
En este momento, Miguel había salido de la habitación. Miró a su alrededor y vio la espalda de Yadira. La llamó en voz alta: —Yadira.
Su tono era perezoso, como si quisiera perseguirla.
Cuando Yadira escuchó su voz, sus manos se movieron aún más rápido para que la silla de ruedas fuera con rapidez.
Al ver esto, Miguel se echó a reír.
—¿Cuándo vas a traer a mi hermana? —La voz de Mariano sonó de repente.
Miguel retiró la mirada y preguntó: —¿Tienes prisa?
Mariano dijo con calma: —No tengo prisa, pero hay alguien que está más ansioso que yo.
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