Cuando Yadira despertó, sintió que alguien le extendía algo en la cara.
Aunque tenía tanto sueño que no podía abrir los ojos, recuperó la conciencia.
Poco después, Yadira recordó la comida que había tomado.
Lo que hacía Mariano era un viejo truco, pero era útil.
Yadira abrió lentamente los ojos y se vio a sí misma en el espejo.
Le habían cambiado la ropa por una bata, la estilista le estaba arreglando el pelo y el maquillador le estaba maquillando la cara.
Al instante, Yadira se dio cuenta de que Mariano drogó su comida y completó la transacción con Miguel mientras ella estaba inconsciente.
Mariano se llevó a Luciana sin falta y ahora estaba en manos de Miguel.
—¿Estás despierta? —La maquilladora se dio cuenta de que Yadira había despertado y dijo en tono de sorpresa.
Antes, Yadira estaba inconsciente, por lo que no era conveniente maquillarla.
El maquillador retrocedió varios pasos y se agachó ligeramente para discutir con Yadira: —¿Puedes inclinar un poco la cabeza?
Yadira empujó la mano del maquillador y rodó las ruedas de la silla de ruedas para marchar.
—Oye, ¿a dónde vas? Todavía no he terminado—. Cuando el maquillador vio que Yadira estaba a punto de irse, la persiguió.
Sin importar quién fuera, Yadira se limitó a ignorar a toda la gente y a hacer rodar la silla de ruedas hacia la puerta.
—¿Qué ha pasado? —En ese momento, un grupo de personas entró. Yadira escuchó una voz familiar.
Yadira levantó la cabeza y vio a Miguel.
—Te he dicho que quiero casarme contigo, pero tú no estás de acuerdo. Podemos contraer esponsales primero—. A Miguel no le importó en absoluto la cara fría de Yadira. Tenía una expresión de anhelo: —Sólo pensar en ello me hace feliz.
Yadira estaba furiosa: —¡Deja de jugar!
Miguel, que tenía un rostro alegre, se enfrió al escuchar sus palabras.
—¿Crees que estoy jugando? —Miguel se rió con desprecio: —Todo el mundo lo piensa. Mi padre lo piensa, tú también.
Al verlo así, Yadira se quedó petrificada y le dijo en voz suave: —Miguel, tú no eres esa clase de hombre. Sabes muy bien en tu corazón que estás haciendo algo malo.
—Tengo que ser feliz en mi vida, ¿verdad? Soy feliz cuando estoy contigo, así que siento que estoy haciendo lo correcto—. Miguel miró a Yadira con calma.
—Pero no soy feliz contigo. Tengo una persona a la que amo y tengo una hija—. Yadira seguía intentando persuadir a Miguel.
Sería bueno que ella pudiera convencer a Miguel de no hacerlo; de lo contrario, tendría un mal final.
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