Matrimonio de primera romance Capítulo 1096

Quizás porque la actitud de Yadira se suavizó, Miguel estaba mucho más tranquilo.

Se puso en cuclillas frente a Yadira para acomodarse a la altura de ella. Dijo seriamente: —A mí también me gusta Raquel. Si es posible, pensaré en un plan para traerla.

Era como si creyera que eran novios verdaderos.

Yadira cerró los ojos y respiró profundamente: —Estás loco.

Al oír esto, la expresión de Miguel se congeló.

Se levantó lentamente. Su mirada seguía puesta en Yadira, pero dijo a los demás: —Vosotros salid.

En cuanto terminó de hablar, todos los presentes abandonaron la sala.

Cuando sólo Miguel y Yadira estaban en la habitación, Miguel se aflojó la corbata y se dirigió al sofá y se sentó.

Se cruzó las piernas y dijo fríamente: —No me importa si te gusto o no.

Yadira se volvió para mirarle.

Miguel también la miró: —Mi padre siempre oculta sus emociones. No sabía lo que hacía desde que era pequeño, y no podía adivinarlo. Incluso fingió su muerte. La gente que me rodea es en su mayoría hipócrita. Pero tú eres diferente. Eres directo y confiable. Hablas de tus verdaderos sentimientos y es bueno vivir con una persona como tú.

Yadira pudo notar la determinación en sus palabras.

Antes de esto, ella siempre había sentido que Miguel sólo trataba de involucrarse en los asuntos, pensando que todo esto era un juego.

En este momento, finalmente se dio cuenta de que Miguel hablaba en serio.

Dijo que quería vivir con ella. No le importaba si ella lo amaba o no.

—Hay muchas mujeres en este mundo. No soy la única sencilla—. Yadira sintió que sus palabras eran poco convincentes, pero aun así tuvo que decirlo.

Sólo podía entretenerse el tiempo antes de pensar en una salida.

Miguel sabía que Yadira sólo intentaba entretenerse.

Sin embargo, sus hombres estaban por todas partes, y las piernas de Yadira estaban heridas, por lo que le era imposible escapar.

Por eso, aunque lo sabía, no le importó: —Entonces saldré a esperarte.

Sonrió mientras tarareaba una canción y salió, con cara de felicidad.

Yadira apretó los labios y miró a Miguel en el espejo mientras salía.

Había varias personas en la sala para estilizarla, todas ellas eran mujeres.

Yadira miró en el espejo a la mujer que la maquillaba. Sonrió. Las mujeres tenían sus propios privilegios.

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