—¿Qué pasa? —preguntó Yadira al ver que Delfino no tenía buen aspecto.
Delfino dijo fríamente: —Pregúntaselo a tu hija.
Raquel se había escondido detrás de Yadira.
—¿Qué has hecho? —Yadira se volvió para mirarla.
—Le llamo Delfinas—. Frente a Yadira, Raquel se portó bien y parpadeó con un intento de esquivar la pregunta.
Yadira ladeó ligeramente la cabeza y luego dirigió su mirada a Delfino: —¿Estás enfadado sólo por esto?
Delfino resopló fríamente en respuesta.
Raquel también resopló.
Yadira los miró y le parecía esto un poco ridículo: —Resolvedlo vosotros mismos.
¿Acaso Delfino se enfadó de verdad por una cosa tan pequeña?
Raquel hizo una mueca para provocar a Delfino.
Delfino estaba a punto de darle una lección, pero Raquel no le tenía ningún miedo. Se dio la vuelta y corrió hacia arriba.
Delfino no estaba realmente enfadado. Después de que Raquel subiera las escaleras, se acercó a Yadira y se sentó, cogiéndole la mano.
—¿Qué pasa? —Yadira lo miró y supo que tenía algo que decir.
Delfino hizo una pausa y dijo: —Me voy a la Ciudad J
—Vale.
Yadira sabía que aún tenía muchas cosas que resolver. En aquel entonces, Franco había amenazado tanto a Mariano como a Delfino. No preguntó a Delfino por qué no había venido a salvarla.
Sabía que Delfino le daría una explicación, tarde o temprano.
Yadira pensó durante un rato y se dio cuenta de que por este motivo no estaba allí y Mariano acudió cuando Franco los amenazó a él y a Mariano con ella.
Rara vez se culpaba así.
Yadira lo abrazó suavemente y trató de consolarlo: —Lo sé. No te culpo. Sé que debes tener algo muy importante. Si no, no me dejarías sola. Si yo fuera tú, iría a busApoloa primero.
La madre de Delfino era un aguijón en su corazón. Esto le había preocupado durante muchos años, y todavía no podía dejarla de lado.
Sabía que Delfino estaba dispuesto a darlo todo por ella, incluso su vida.
Sabía mejor que nadie lo mucho que Delfino se preocupaba por ella misma.
Esperaba que Delfino pudiera realmente superar esto y llevar una vida sin preocupaciones.
El amor lo salvó y le enseñó la ternura y la protección.
Sin embargo, cuando pensaba en su madre, seguía siendo un niño que había presenciado el secuestro.
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