Delfino curvó los labios y dijo casualmente:
—¿Por qué iba a ir a verlo como él requiere?
—Ya veo —Xulio asintió ligeramente.
Claramente, Delfino no quería ver a Franco por el momento. Después de que Delfino terminó sus palabras, Xulio supo cómo tratar a Franco y salió.
En cuanto se fue, Yadira preguntó:
—¿Engañaste a Franco cuando cooperabas con él?
Delfino le dio una palmadita en la cabeza como si la estuviera alabando y le dijo:
—Eres inteligente.
Yadira sacudió la cabeza para evitar su mano y continuó:
—¿Cuándo vas a ver a Franco?
—Depende de Franco. Tiene que pensar en cómo convencerme para que lo vea —dijo Delfino tomando la mano de Yadira con calma antes de fruncir el ceño:
—Tu mano está muy fría. ¿Qué pasa?
Yadira ignoró su pregunta y volvió a preguntar:
—Entonces, ¿no lo verás a menos que venga en persona?
Delfino seguía concentrado en su mano y decía:
—Deberías haberme escuchado y ponerte un abrigo extra.
A Yadira le pareció increíble que no prestara atención a sus comentarios.
Al cabo de un rato, el médico volvió con los resultados de las pruebas.
—Según los resultados, la señora Domínguez está mejorando. Es complicado. Tenemos que hacer una consulta para discutir un tratamiento adecuado...
El médico fue realmente profesional y dio una explicación detallada.
Yadira lo entendió. En conclusión, mejoró, pero se necesitaba más tiempo para un tratamiento específico.
El médico sugirió que, aunque dieran con un tratamiento, probablemente no sería eficaz, ya que el estado de Yadira había cambiado.
Yadira entendió su implicación. Obviamente, Delfino también lo entendió. Y su expresión cambió significativamente.
Temiendo que Delfino perdiera los estribos, Yadira se apresuró a decir al médico:
le preguntó Yadira:
—¿Volver al hotel?
—Volvamos y divirtámonos —dijo Delfino mientras empujaba su silla de ruedas.
Yadira se sorprendió:
—No quise decir eso...
¡Era de día! ¿Qué quería decir con divertirse?
—Entonces, ¿qué quieres decir? ¿Sabes lo que quiero decir? —Delfino puso una sonrisa y le susurró al oído.
Yadira se sonrojó y gritó:
—¡Para! ¡Vamos!
Antes de que Delfino la ayudara con su silla de ruedas, salía sola.
Delfino aceleró el paso y la ayudó a empujar la silla de ruedas.
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