Noela negó con la cabeza, aparentemente ignorante:
—No lo sé. No nos dijo su horario.
Noela parecía tan convincente que Yadira no pudo darse cuenta de su disfraz. Yadira frunció ligeramente el ceño, y esa especie de sensación extraña volvió a invadirla.
Apolo los escuchaba mientras llamaba al director. Después de la llamada, le dijo a Yadira:
—Le he dicho al director que vigile a Fidelio.
Yadira asintió:
—Gracias.
—No soy la persona adecuada para dar las gracias —dijo Apolo con una sonrisa.
Entonces Yadira le preguntó:
—¿No sabes dónde está Delfino ahora?
—Ya te lo he dicho. A los hombres no se nos puede molestar por esas nimiedades —Apolo parecía tan tranquilo como Noela, sin ningún fallo en su disfraz.
Yadira guardó silencio por un momento:
—Bueno. Ya veo.
Al cabo de un rato, Yadira dijo débilmente:
—Aunque tu explicación suena razonable, todavía puedo sentir que me estás engañando.
Apolo guardó silencio. Noela tampoco sabía qué decir.
Ambos se quedaron atónitos. Acaso Yadira había visto a través de ellos, aunque se esforzaban por fingir?
Mirando su expresión congelada, Yadira estaba aún más segura de su suposición.
Delfino se limitó a decir que salía a ocuparse de algo, pero en realidad no era ni mucho menos tan sencillo.
No era necesario que Apolo y Noela le mintieran, así que debía ser Delfino quien les pidiera que vinieran aquí y le ocultaran todo el asunto.
—No estamos... —Noela sonaba menos convincente.
Yadira se limitó a mirarla con una sonrisa.
Noela estaba un poco desanimada. Cometió el clásico error de contar mentiras a una amiga tan antigua.
Después de todo, Delfino hizo este plan para protegerla.
Pero, no podía dejarlo pasar sin ningún castigo por lo que hizo.
Yadira frunció los labios y envió un mensaje a Delfino en tono de enfado:
—¡¡¡Ya contaré contigo cuando vuelvas!!!
Los tres signos de exclamación del final mostraban lo enfadada que estaba por el hecho de que se lo hubiera ocultado.
preguntó preocupado Apolo:
—Entonces, ¿aún vas a buscarlo?
No importaba que los vieran pasar. Lo importante era impedir que Yadira saliera del hotel, que era la tarea que Delfino le había asignado.
—¿Crees que soy tan estúpida para crear problemas en un momento tan especial? —Yadira miró sin comprender a Apolo.
Apolo se apresuró a negar:
—Por supuesto que no.
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