Yadira había estado esperando a Delfino en la habitación del hotel.
No tuvo noticias de Delfino, pero supo que alguien enviado por Apolo perdió el rastro de Fidelio.
—¿Cómo has podido perderle la pista? —Yadira estaba un poco inquieta por esta noticia.
—No te preocupes. Enviaré a alguien a buscarlo ahora mismo. No puede ser tan malo.
Aunque Apolo estaba consolando a Yadira, se dio cuenta de que probablemente Fidelio les estaba ocultando algo.
En ese momento, una voz salió del televisor:
—Estas son las últimas noticias. Una villa en los suburbios estalló en llamas...
Yadira levantó la vista hacia el televisor. Uno ve este tipo de noticias todos los días, así que no le prestó mucha atención, sólo cogió el mando a distancia para bajar el volumen.
Volvió a llamar a Delfino y a Fidelio, pero nadie respondió.
—Voy a buscar a Fidelio —Estaba más preocupada por Fidelio que por Delfino, a quien creía capaz de cuidar por sí mismo.
Aunque Fidelio había madurado en los últimos dos años, todavía era joven. No era capaz de manejar las cosas como Delfino.
Además, fue en esta coyuntura...
—¡Estás loco! ¿Cómo puedes encontrarlo? —rechazó Noela.
Yadira se miró las piernas y dijo con frustración:
—Si mis piernas estuvieran bien ahora.
sugirió Apolo:
—¿Tienes hambre? ¿Qué tal si comes algo antes?
Yadira sacudió la cabeza. No tenía ganas de comer nada.
Xulioe pasó. Cuanto más se acercaba la hora de la cena, más ansiosa se ponía.
Pero pensándolo bien, pensó que no era bueno hacer que Noela y Apolo se pusieran nerviosos con ella. Así que dijo:
—Vamos al comedor a comer algo primero.
—¡Muy bien! —Apolo estaba cansado después de permanecer en la habitación durante toda la tarde. De todos modos, no estaban fuera del hotel, sólo iban al vestíbulo.
Al escuchar a Fidelio, el semblante de Yadira cambió de repente:
—¿Hola? ¿Qué le has hecho?
Sin embargo, la persona que llamaba había colgado, sin responderle.
Colgando su teléfono, Yadira murmuró:
—Sabía que algo pasaría.
—Yadira, cálmate —Noela estaba un poco preocupada. Sabía que Yadira se llevaba bien con Fidelio.
Yadira negó con la cabeza y forzó una sonrisa:
—No haré nada estúpido.
Noela no la creyó y le guiñó un ojo a Apolo. Apolo lo entendió muy tímidamente y arrebató el teléfono de la mano de Yadira:
—Dejadnos esto a nosotros.
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