Yadira no esperaba que le arrebataran el teléfono.
Se quedó sorprendida por un momento antes de decir con impotencia:
—¡No haré nada estúpido! Dame mi teléfono.
Noela le sonrió y negó con la cabeza.
—Mírame. No puedo hacer ninguna tontería aunque quiera —Yadira bajó la cabeza y se miró las piernas.
—Ya puedes ponerte de pie y caminar. ¿Quién sabe si te escabullirás cuando no estemos cerca? —Noela se señaló los ojos y dijo:
—Ya he visto a través de ti. No me mientas.
El teléfono de Yadira sonó.
—Hay un nuevo mensaje. Tengo que echarle un vistazo —Yadira estaba ansiosa y se levantó para coger su teléfono.
Por supuesto, Noela no dio a Yadira la oportunidad de recuperar su teléfono. Volvió a sentar a Yadira en la silla y le dijo:
—Siéntate. No te muevas.
Noela comprobó el nuevo mensaje y era una foto.
—¡Es Fidelio! —Yadira pudo ver a la persona de la foto con una sola mirada.
Fidelio se arrodilló en el suelo con cara de póker. Seguía llevando la ropa que había llevado ese mismo día cuando vino a despedirse de Yadira. No había sangre en su ropa, pero eso no significaba que no estuviera herido.
Yadira empezó a preocuparse por él. Tras un breve periodo de pánico, dijo:
—¡Debe ser Franco!
Apolo y Noela se volvieron para mirarla.
Yadira apretó las manos y dijo con frialdad:
—Franco ha sido rechazado por Delfino, así que tomó a Fidelio como una salida. Sabía que Delfino se preocupaba por Fidelio. Quiere volver a utilizar a Fidelio.
Sin embargo, no tenía ni idea de con qué amenazaba Franco a Fidelio esta vez.
Delfino cogió el teléfono y vio la foto. Su expresión cambió inmediatamente.
—Iré contigo —Yadira sabía que Delfino haría algo al respecto. Se aferró más a él, temiendo que se fuera sin ella.
Delfino colgó el teléfono y le acarició suavemente el pelo para calmarla.
—Llévame contigo. No te causaré ningún problema —No quería quedarse sola en el hotel y esperar noticias. Eso la torturaba.
—De acuerdo —Delfino bajó los ojos y dijo con calma:
—Come algo antes de irnos.
—No tengo hambre —Yadira estaba preocupada por Fidelio ahora y no tenía ganas de comer.
Delfino sólo la miró con tranquilidad. Era difícil de rechazar. Yadira se estremeció y se tranquilizó.
Aceptar llevarla ya era un compromiso. Aunque aceptara llevarla, seguía queriendo que Yadira llenara su estómago primero.
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