Matrimonio de primera romance Capítulo 1156

Una voz masculina familiar llegó desde el otro lado del teléfono:

—¿He oído que vas a volver a Ciudad Mar?

Yadira pudo comprobar que era la voz de Alden.

Miró sorprendida la pantalla del teléfono y confirmó que Delfino realmente no había guardado el número de Alden.

¿Ni siquiera tenía un número, a pesar de sus buenos lazos con Alden?

Delfino respondió con indiferencia:

—Sí.

—Oh —La voz de Alden también era fría:

—Adiós.

Dijo Delfino:

—Adiós.

En cuanto Delfino terminó de hablar, se colgó el teléfono.

Yadira estaba confundida porque los dos hombres no habían conversado durante mucho tiempo y porque ni siquiera querían comer juntos antes de que Delfino se fuera.

—Nos ha ayudado mucho. ¿No deberíamos comer con él antes de irnos? —Sugirió Yadira.

—No es necesario —Dijo Delfino:

—Está ocupado.

—¿Es así? —Ella sintió que Delfino no estaba dispuesto a cenar con Alden.

Delfino vio a través de ella y dijo:

—Después de todo, ahora es un hombre abandonado. No es bueno para su salud mental tener una comida con nosotros.

Al oír esto, Yadira se quedó atónita por un momento antes de reírse a carcajadas.

—¿Quieres decir que le molestará ver a las parejas íntimas ahora que hay un problema con su matrimonio?

Delfino se volvió para mirarla:

—¿No es así?

Dijo Yadira con enfado:

—¿Están aquí?

Respondió Xulio:

—Casi.

Un coche se detuvo frente a ellos. Los guardaespaldas se bajaron del coche y sacaron a Sonia del mismo.

Sonia estaba más demacrada que hace unos días. Cuando vio a Delfino, se estremeció y retrocedió inconscientemente.

—Mi madre será enterrada mañana. Ustedes eran sus mejores amigos. Quédate aquí con ella hoy —La voz de Delfino era escalofriante. Con eso, levantó un poco la mano e hizo una señal para que los guardaespaldas la hicieran pasar.

Sonia estaba tan asustada que no podía formar una frase completa, pero seguía murmurando:

—No... no...

Los guardaespaldas la acompañaron hasta el ataúd. Al ver el rostro familiar, Sonia se quedó mirando con los ojos muy abiertos, horrorizada, y gritó.

No pudo evitar el deseo de retirarse, pero los guardaespaldas la retuvieron con firmeza.

Delfino miró con frialdad a Sonia, que se debatía, se dejaba llevar por el pánico y trataba de escapar.

Comparado con lo que había sufrido su madre, la aflicción de Sonia no era nada.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio de primera