En unos días, Noela volvería a la Ciudad Mar.
Noela volvió el fin de semana.
A las primeras horas de la mañana, Noela llamó a Yadira y le pidió que saliera a relajarse.
Yadira pensó que Noela acababa de terminar un viaje de negocios y debía estar muy cansada. Quiso invitar a Noela a cenar en su casa, pero ésta se negó.
—Vamos a comer fuera, solo tú y yo.
—Muy bien.
Naturalmente, Yadira estaba de acuerdo con Noela.
Si ella salía, Raquel sólo podía quedar a cargo de Delfino.
Contestó al teléfono y volvió a su dormitorio. Los ojos de Delfino seguían cerrados, pero ella sabía que estaba despierto, así que se agachó y habló con él.
—Noela ha vuelto. Iremos de compras y comeremos fuera. Cuida a Raquel.
—Ya veo.
Delfino respondió y abrió lentamente los ojos. Su voz somnolienta era ronca: —¿Cuándo vas a volver?
Yadira pensó un momento y dijo: —Volveré lo antes posible.
Yadira no estaba segura de cuándo volvería. Si Noela quería ir a beber en bar, podría volver tarde.
***
Yadira y Noela decidieron encontrarse en un centro comercial.
Después de vagar dar un paseo en el mercado, Yadira sintió que sus piernas se debilitaban y quiso descansar.
Yadira se apoyó en el sofá del salón y se masajeó las piernas: —Noela, ¿no estás cansada por el viaje de negocios? Eres más enérgica que yo cuando vas de compras.
—Como una excelente soltera, siempre estoy llena de energía. Aunque esté cansada, sigo siendo elegante—. Mientras Noela decía esto, se pasó los dedos por el pelo e hizo una pose.
Yadira se divirtió por ella: —Muy bien, vamos a comer ahora. Tengo mucha hambre.
Fueron a un restaurante de nivel superior. El precio de la comida aquí era casi igual al del Club Dorado.
Sin embargo, nadie respondió al teléfono.
Las luces de la villa estaban apagadas y Delfino no respondía al teléfono.
Esto era extraño.
En este momento, con un sonido repentino, se encendieron todas las luces de la villa. La villa, originalmente oscura, estaba ahora bien iluminada.
Yadira se quedó aturdida un momento, luego abrió la puerta y se bajó del coche.
En cuanto entró en la villa, Yadira se detuvo. ¿Era ésta su casa?
Obviamente, el patio estaba cuidadosamente decorado, con muchas cintas de lámparas hermosas colgadas y rosas por todo el camino.
—¿Delfino? —Yadira miró a su alrededor al entrar.
Las rosas se extendieron hasta la entrada del salón.
Se paró en la puerta y miró adentro. Con una sola mirada, Yadira abrió bien los ojos.
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