Delfino dijo con una sonrisa, que rara vez se veía en su rostro: —De nada.
Su gratitud hacia Noela era sincera.
A finales del año, el trabajo en su empresa se acumulaba. Al saber que Noela venía a ayudarles a decorar la escena de la boda, Yadira se alegró bastante y aceptó su ayuda, aunque a Delfino le sobraba tiempo para hacerlo por él mismo.
Las mujeres eran criaturas sensibles. Como amigas íntimas, una debía estar presente en las ocasiones importantes de la otra.
Y Noela debía estar aquí por Yadira, ya que se conocían desde hacía muchos años.
A pesar de su poco contacto con Delfino, Noela conocía su personalidad. Ahora Noela ya no tenía miedo de Delfino como antes, pero Delfino nunca la trató así.
Se sintió halagada por el trato amable de Delfino hacia ella.
El poder del amor era realmente grande.
***
Delfino dejó mucho tiempo para que Yadira estuviera relajada.
Yadira pudo descansar dos días antes de su boda en el pequeño pueblo. No vivía con Delfino sino con Noela.
Por supuesto, Delfino no estaba de acuerdo al principio, pero al final cedió debido a los atractivos ojos de Yadira.
Por la noche, Noela y Yadira charlaron sobre esto.
Noela sonrió: —Lo has suavizado muy bien. En el pasado Delfino era realmente dominante y tirano...
Yadira pensó por un momento y sintió que Noela tenía razón.
Ella argumentó con un tono débil: —No es cierto. En realidad, era una persona considerada...
Noela suspiró deliberadamente: —Oh, el amor hace que la gente se ciegue.
A Yadira le hizo gracia.
—¿Cómo te sientes? ¿Tienes miedo al matrimonio? ¿Qué tal si me dejas que te ilumine al respecto? —dijo Noela con desparpajo mientras se inclinaba de lado para mirar a Yadira.
Yadira levantó la cabeza para permitir que Noela continuara: —Entonces hazme más bonita.
—Claro. Hoy eres la mujer más hermosa del mundo.
—Sí. Te gané por poco.
Noela se rio.
Normalmente, Noela podía preguntar a Yadira si es una sinvergüenza, pero hoy era el día de la boda de Yadira, y era la novia más hermosa.
El maquillaje tardó bastante tiempo, y finalmente llegó Delfino.
Se acercó al lado de Yadira y le susurró: —¿Estás cansada?
—No.
Había pasado una hora, pero Yadira no se sentía realmente cansada ya que Noela estaba a su lado, charlando con ella.
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