Matrimonio de primera romance Capítulo 1465

En ese momento, Noela tenía mal carácter.

Por supuesto, no era su culpa. Apolo la había mimado demasiado.

Noela resopló:

—No me culpes. Tú misma dejaste de fumar.

—Sí, fue mi propia decisión —Apolo no discutió con ella, y se limitó a recalcarlo.

Fingió ser magnánimo, pero siguió burlándose de ella. Si seguían discutiendo, sería interminable.

Noela miró su teléfono. Eran casi las dos de la mañana. Levantó la cabeza y le dijo a Apolo:

—¡Vamos a casa!

Apolo condujo el coche hasta el garaje subterráneo. Vivían en el mismo edificio, así que subieron juntos en el ascensor.

El apartamento de Noela estaba en un nivel inferior al de Apolo.

Cuando llegaron a la casa de Noela, ésta se dirigió a Apolo y le dijo:

—¿Quieres tomar algo en mi apartamento?

—¿Me estás invitando a entrar? —Los ojos de Apolo eran profundos.

La palabra «invitar» era totalmente diferente cuando la pronunciaban personas distintas.

Noela lo dijo casualmente, pero fue aún más significativo cuando Apolo lo dijo.

Noela tenía sentimientos encontrados. Lo miró provocativamente con los brazos en alto:

—Si te invito, ¿tendrás las agallas de venir?

La puerta del ascensor se abrió y se cerró.

Finalmente, Apolo dio una palmadita en la cabeza de Noela:

—Buena chica. Como actriz, tienes que irte a la cama temprano —Parecía que la tranquilizaba cuando eran niños.

Quería hacerlo, pero no se atrevía.

Tenía que tomarse su tiempo.

Noela sacudió la cabeza y se deshizo de su mano, con la cara llena de asco:

—Eres un hombre tan grasiento.

Tras decir esto, salió rápidamente del ascensor.

La voz enfadada de Apolo llegó desde detrás de ella.

Noela había encontrado la llave del coche. Se detuvo unos segundos y se dio la vuelta rápidamente.

La persona de atrás dijo tranquilamente:

—Noela.

Fue Susana.

Noela se sorprendió al ver a Susana. Mientras tanto, estaba dentro de sus expectativas.

Lo que le sorprendió fue que Susana aún se atreviera a aparecer en la calle.

Como era de esperar, Susana siempre la había tratado como una enemiga. Además, Susana albergaba malas intenciones. Esta vez, Susana se vio forzado al borde del precipicio, y posiblemente culparía a Noela de todo.

Noela había visto a muchas personas como Susana antes, y Perla era una de ellas.

Noela ignoró a Susana y sacó la llave para abrir el coche.

Susana se precipitó hacia delante como un loco. Noela se sorprendió y esquivó rápidamente.

Sin embargo, el objetivo de Susana no era Noela.

Susana se paró frente al coche de Noela, impidiéndole subir.

—Noela, te lo ruego. ¿Puedes ayudarme? No tengo a dónde ir. Déjame ver a Apolo. Él me quiere mucho. Mientras me vea, definitivamente me perdonará...

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