El rostro de Susana estaba pálido. Parecía débil y lamentable, pero había engañado a Noela una vez.
Noela dio un paso atrás con cautela y dijo:
—Susana, si quieres ver a Apolo, vete. No me molestes.
Susana fue ampliando los ojos:
—¿Ni siquiera aceptas mi simple petición?
Noela se burló:
—¿Somos amigos? ¿Por qué debería acceder a tu petición?
La expresión de Susana cambió de repente. Ya no era débil e impotente como antes, sino que se volvió extremadamente resentida.
—¿Crees que no sé sobre tu relación con Apolo? Habéis crecido juntos y estáis muy unidos. Si le pides algo, ¡seguro que estará de acuerdo! ¿No estás dispuesta a ayudarme porque quieres estar con él? ¿O estáis juntos ahora?
Noela entrecerró los ojos y miró a Susana. Sintió que sus palabras no tenían ningún sentido para Susana.
No perdió el tiempo con Susana y cogió el teléfono para llamar a la policía.
—¿Hola? Aquí hay una mujer parada frente a mi coche y se niega a irse. Ella pretendía encontrar una falta en mí...
—¿Qué estás haciendo? No estoy encontrando fallos en ti —Susana escuchó las palabras de Noela y se precipitó hacia ella.
Noela había estado atenta a la reacción de Susana y esquivó a tiempo.
Cuando Noela lo esquivó, le dijo a la policía la dirección detallada.
Tras colgar el teléfono, miró a Susana y le dijo:
—La policía llegará pronto.
Susana no se fue. Miró a Noela con extrañeza:
—Dime, ¿estáis juntos ahora?
Noela miró hacia abajo y se fijó en el vientre de Susana. Estaba ligeramente abultado, lo que significaba que el bebé seguía allí.
Una emoción complicada pasó por los ojos de Noela y dijo lentamente:
—Debes encontrar al padre biológico del bebé. Si quieres quedarte con el bebé, debes descansar bien por él. Si no, deberías ir al hospital para abortar antes. El bebé es inocente.
—¿Quién llamó a la policía?
—Soy yo.
Justo cuando Noela terminó de hablar, Susana se dio la vuelta para huir cuando fue detenida por la policía:
—¿Chantajeaste a esta señora?
Susana sacudió la cabeza y negó:
—No lo hice. Me equivoqué de persona.
Susana no consiguió engañar a la policía. El policía le preguntó:
—¿Te has equivocado de persona? Entonces, ¿qué haces delante de su coche?
Susana miró a Noela de forma siniestra:
—Sé que me he equivocado.
La policía dio una lección a Susana antes de dejarla ir.
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