Se había perdido el bebé, por eso, Yadira Jimenez no tenía ninguna gana de descansar.
Además, estaba muy convencida de que era Delfino Dominguez quien se lo había llevado.
Cuando estaba en Sídney, no tenía enemigos y toda la gente alrededor de ella era subordinada de Delfino. Salvo él, nadie podía llevarse el bebé cuando ella acabó de dar la luz.
Recién todavía estaba inmersa en la felicidad de acabar de hacerse madre. Después de despertarse, encontró que había desaparecido el bebé.
Desesperada, le dijo a Delfino, -Delfino, te ruego. Devuélveme el bebé. Acaba de nacer y todavía está tan pequeña.-
Él nunca había visto su aspecto como así.
A pesar de que antes la maltrataba mucho la familia Jimenez, nunca la había visto llorar.
Raramente, un espanto pasó en sus ojos que siempre mantenían tranquilos.
Tras mucho tiempo, se recuperó y le dijo, -Yadira, tranquilízate y escúchame.-
-No, solo quiero al bebé.- llorando sin parar, Yadira negó con la cabeza.
Delfino no pudo decir nada, como si se hubiera estrangulado la garganta.
No era él quien se había llevado el bebé, pero el bebé desapareció.
Yadira lloraba tan fuerte que llamó la atención de una enfermera.
-¿Qué pasa? Acabas de dar la luz, ¿por qué lloras?-
Delfino levantó la mirada hacia ella, quien, asustada y temblorosa por su mirada fría, se apresuró a salir.
Finalmente, Delfino pidió al médico que le pusiera el sedante a Yadira. De esta manera, por fin se durmió.
Echada en la cama de hospital, aunque se había dormido, Yadira seguía fruncido el ceño y estaba con lágrimas en la cara.
Delfino le apretó su entrecejo a ella con suavidad hasta que se tranquilizó. Le ordenó el pelo pegado en su cara, se inclinó y la besó en la frente.
En realidad, la fecha prevista para el parto de Yadira era después de una semana. De modo que había calculado la fecha para venir con anticipación.
Pero nunca había pensado que se anticiparía una semana el parto.
De repente, alguien llamó a la puerta.
Hubo dos golpes suaves y regulares en la puerta.
Delfino sabía que era Xulio Ruiz.
Después de dar un vistazo a Yadira echada en la cama, se levantó y se dirigió hacia fueras.
Yadira vivía en una superior sala de hospital. También había un vestíbulo pequeño fuera.
Sin duda, el que entró era Xulio.
Antes de que hablara Delfino, Xulio dijo con una cara seria, -Antes me mencionaste un bebé en cuya planta del pie hay una mancha de nacimiento. Lo he averiguado. De verdad, no es vuestro bebé. He averiguado todos los recién nacidos, pero no puedo encontrar lo vuestro.-
Notablemente, bajó el volumen en sus últimas palabras.
Delfino empuñó las manos tan fuerte que se destacaron los tendones en el dorso.
Junto a él, Xulio no se atrevió a decir nada, y tampoco supo qué decir.
Tras un rato, Delfino le preguntó en voz baja, -¿Algo más?-
Xulio le echó un vistazo y decidió decirle su hipótesis con franqueza, - También he averiguado las cámaras y no tienen problemas. Por eso, dudo que se haya cambiado el bebé en el quirófano y que alguien lo robara. Es decir, desde muy temprano, alguien ya quiere hacer daño a Yadira.-
Había averiguado lo más posible para encontrar la verdad. Al final, solo se podía investigar el origen.
Quizá el bebé se hubiera sustituido cuando estaba en el quirófano.
Obviamente, la persona que reemplazó el bebé por el otro del mismo hospital lo hizo a propósito, para que encontraran que el bebé se robó.
Al terminar las palabras, Xulio observó cuidadosamente cómo reaccionaría Delfino.
Tan tenso como una cuerda tirante, Delfino se sentaba inmóvil como si pudiera estallar en cualquier momento.
Delfino no dijo nada.
Yadira se volvió. Mirando su cara con enojo escondido, hizo un mohín y dijo en tono burlesco, -¿Cómo? He acertado con tu idea, ¿pues te enojas?-
Hacía más de medio año sin verse, no se había mejorado el temperamento de Delfino, pero su paciencia sí.
Aunque estos días lo enfadaba con todas formas, nunca estaba enojado con ella.
Esto no parecía al Delfino que había conocido antes.
Pero, cuanto más pacientemente la trataba, Yadira creía más que lo hacía porque estaba ocultando algo.
No sabía quién quería llevarse su bebé aparte de Delfino.
Al cabo de un rato, Delfino dijo con gesto impasible, -Si no vuelves a la Ciudad Mar, es posible poder ver a tu bebé toda la vida.-
Lo continuaría si este tipo de malentendidos podía hacerla regresar a la Ciudad Mar con él de voluntad.
Delfino podía notar que Yadira valoraba al bebé más que a él en su corazón.
Si el bebé no se hubiera robado, a lo mejor se habrían reconciliado ahora.
Aunque no sería así, no se pelearían así.
Delfino estaba seguro de que, si Yadira supiera que el bebé fue robado, no volvería con él a la Ciudad Mar.
Ahora el bebé no se había encontrado, pero Yadira insistía en llevárselo.
Estaba arrepentido. No debería dejarla huirse sola.
El tono de Delfino se oyó frío.
Temblando de ira, Yadira le dijo, -¿Por fin lo reconoces?-
-Sí.- volvió la mirada hacia ella y dijo en voz fría, -Excepto volver a la Ciudad Mar conmigo, no tienes ninguna opción. Si no, no esperes ver a tu bebé para siempre.-
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