Matrimonio de primera romance Capítulo 307

Yadira se estremeció al escuchar las palabras de Severo.

Primero, Jaime fue a hacer la prueba de paternidad y luego empezó a oponerse a Delfino.

Si de verdad había que ir adivinando la otra persona del informe de ADN, Yadira tenía a alguien en mente.

Sin embargo, pensó que no tenía ningún sentido.

-Ya te dije que no era difícil adivinarlo, en realidad, ya sabes la respuesta.- dijo Severo viéndola cambiar de expresión facial repentinamente y sin parar.

-¿Cómo es posible esto?- murmuró Yadira.

Severo la observó en silencio y no dijo nada.

Yadira, como si se le ocurriera algo, preguntó, -¿Cómo has conseguido este informe de prueba de paternidad?-

-Los secretos que se guardan de por vida no existen. A no ser que no haya ninguno, entonces, no se revelará nada.-

Yadira se acordó de lo que Delfino le había contado sobre la vida de Severo.

Era imposible que cada uno escogiera su momento y su familia de nacer.

Por lo que Yadira pensó en Jaime.

Jaime y Delfino se llevaban muy bien hasta el momento que Jaime supo que él y Delfino no eran primos, sino que eran hermanos de sangre. ¿Cómo se enfrentaría él a Delfino ahora?

Así era, la suposición de Yadira era que la otra persona del informe era Horacio Dominguez.

En cualquier resultado, una relación de causa-efecto se podría saber a partir de las huellas que se dejaran.

En Año Nuevo, que lo celebraban en la antigua casa, Horacio le dijo a Jaime de ir a trabajar en el Grupo Dominguez y que se ayudaran mutuamente.

Antes de eso, cuando las noticias, que hablaban mal de Jaime, estaban en las redes Horacio ya había estado en contacto con Delfino.

En ese momento, Yadira ya notó que Horacio se preocupaba más por Jaime que por Delfino.

Este asunto tendría sentido si Jaime fuera hijo ilegítimo de Horacio.

Yadira estaba cada vez más convencida de que su suposición era correcta.

-Ya se ha hecho de noche, ¿no me invitas a cenar?- dijo Severo interrumpiendo los pensamientos de Yadira.

-Vale, salgamos a cenar, pero iré con mi propio coche.- dijo Yadira bajándose del coche.

-¿No podemos cenar en tu casa?- contestó Severo.

Sabiendo que a Severo le gustaba Yadira, estaba claro que no podían cenar en casa.

Yadira rechazó su propuesta con un silencio.

-Cometo un error y este ya conduce a otro.- dijo Severo riéndose de sí mismo.

Yadira no entendía por qué de repente había dicho eso.

Yadira le invitó a un restaurante de lujo para demostrar su honestidad.

-Me siento halagado con lo generosa que has sido.- comentó Severo con tono de burla.

-Tienes la opción de no cenar.- dijo Yadira riéndose.

Yadira notó que Severo la estaba mirando fijamente mientras ordenaba la comida.

Ordenó rápidamente y enseguida se puso con el móvil para evitar la incomodidad.

-Delfino te habló sobre mí, ¿cierto?-

Tras esas palabras, era inevitable que Yadira alzara la cabeza a mirarle.

Él era más listo que nadie y tenía claro lo que realmente quería. Era por eso por lo que sabía perfectamente que no tomaría por esposa a Yadira.

Probablemente esta fuera la ley de vida, un error conduciría a otro, y siempre sería cuando te recuerdas de las cosas del pasado entonces que empezarías a arrepentirte.

-Yadira, me gustas de verdad, solo que me he dado cuenta demasiado tarde.- dijo Severo muy serio y aguantando el vaso de agua que estaba frente a él.

Cuanto más reacia fuera una persona, más fácil sería de conmoverla.

En aquellos años, Severo tenía un propósito utilitario en cada cosa que hacía y en cada persona que conocía.

Y solo quería que Yadira, con la cual mantenía una relación ni cercana ni distante, siguiera detrás de él.

Yadira no se conmovió al volver a escuchar estas palabras de Severo después de que las cosas cambiaran.

Yadira no pensó en recordarse de las cosas del pasado, reflexionó por un instante y dijo, -No hablemos más del pasado, aún seguiremos siendo amigos después de esta cena.-

Lo pasado era pasado. No hacía falta recordarlo.

Habría que saber mirar hacia delante.

La mejor manera de llevar el pasado sería dejarlo en el pasado.

-Tienes razón, lo pasado ya es pasado. Pero quiero que sepas que no solo me gustabas sino que sigo queriéndote.- dijo Severo entre pausas.

Yadira iba a tomar un trago de agua, pero se quedó rígida al oír estas palabras.

-Delfino se puso en contacto conmigo, me dijo que podía ayudarme a acabar con el Grupo Perez. Pero la condición era que no volviera a contactar contigo.- añadió Severo.

-Pero le rechacé. Era muy tentador su oferta, pero en caso de que lo aceptara, ya no podría estar aquí y decirte que me gustas a plena luz del día. Ahora entiendo que en la vida hay muchas otras cosas más importantes que el dinero y el poder.- decía Severo mientras se fijaba en la expresión de Yadira.

Yadira ya había percatado de que Severo se comportaba de manera rara.

No se le había ocurrido para nada que él iba harto de valentía para declararse a ella.

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