Matrimonio de primera romance Capítulo 351

La persona a la que le robó el teléfono Jaime se lo arrebató y le empujó, -¿Por qué me robas el teléfono?

Pero Jaime actuó como si no lo hubiera oído. Murmuró algo y parecía estar llorando, pero al mismo tiempo estaba riendo. Luego se echó a correr hacia fuera.

-¡Está mal de cabeza!

-Desde luego. Hoy en día, hay demasiado idiotas.

***

Jaime corrió hasta el camino, subió a su coche y quiso ir a la vieja mansión de la familia Dominguez.

Sin embargo, su asistente le impidió, -Señor Jaime, si ahora va a la familia Dominguez, el señor Delfino no le dejaría en paz.

-Vete -Jaime apartó a su asistente y subió al coche.

En esos días, tuvo toda la posibilidad de escapar del país.

Sin embargo, no quiso salir del país sin lograr su propósito.

Pensó que él y Delfino eran hermanos, y no era justo que le consideraran una deshonra de la familia, mientras que Delfino podía disfrutar de la vida cómodamente.

No era justo que Delfino viviera una vida mejor y más feliz que él.

Cuanto más se comparaba con el Delfino, más miserable le parecía su vida, y se sentía más resentido e infeliz.

Quiso destruir la vida de aquel hombre y robarle todo.

Cada vez que pensaba que Delfino acabaría como él, se sintió tan feliz que casi se volvería loco.

Pero, no esperaba que Delfino encontrara a Rosa.

“¡Rosa es mía!”, pensaba Jaime.

Jaime llegó a la vieja mansión de la familia Dominguez a toda velocidad.

La mansión estaba llena de guardaespaldas de Delfino, y tan pronto como Jaime llegó a la entrada, un guardaespaldas fue a informar a su jefe.

Al bajar del coche, Jaime corrió hacia la mansión.

Pero fue detenido por los guardaespaldas, -Señor Jaime, deténgase, por favor.

Los ojos de Jaime estaban llenos de entusiasmo, pero al ser detenido, volvió a enfadarse en extremo, -Quiero ver a Delfino. Si aún quiere ver a su hija, déjame entrar. De lo contrario, la niña moriría.

En ese momento, Xulio se acercó.

Miró a Jaime con calma, -Déjalo entrar.

Los guardaespaldas se retiraron. Jaime entró rápidamente y agarró la solapa de Xulio, -¿Dónde está Rosa? Quiero verla.

Agarrado por Jaime, Xulio no mostró ningún rastro de miedo. Dijo con calma, -Entiendo que usted quiere ver a la señorita Rosa, pero supongo que sabe qué debe hacer para lograr su objetivo.

Al escuchar eso, Jaime se sacudió de encima a Xulio.

Este se tambaleó, pero no cambió la expresión en ningún momento.

Se enderezó, se arregló la ropa y dijo con expresión seria, -El señor Delfino te da un plazo de tres días.

-No hace falta tanto tiempo -Jaime esbozó una sonrisa significativa-. Tráeme un bolígrafo y un trozo de papel.

Xulio dudó un momento, luego ordenó a alguien que trajera esas cosas para Jaime.

Este escribió una dirección en el papel, diciendo, -Tres días después, reunamos aquí. Él trae a Rosa, yo traigo a su hija, ¡No hagan trucos, o nadie podrá volver vivo entonces!

Al terminar la frase, puso la nota en la mano de Xulio. Miró hacia la ventana en el segundo piso, se dio la vuelta y se fue.

Xulio leyó la nota y descubrió que era una larga frase en inglés.

Levantó la vista y miró hacia la ventana del segundo piso.

La ventana se abrió y apareció Delfino. El hombre ordenó con voz seria, -Tráeme la nota.

Él y Yadira habían estado observando desde la ventana hacía un rato.

El corazón de Yadira se puso en vilo cuando vio a Jaime.

Tenía miedo de que Jaime no aceptara su condición.

Finalmente, cuando Jaime anotó la dirección, ella se tranquilizó.

Xulio se dirigió a la puerta, golpeó ligeramente en la puerta dos veces antes de abrirla. Entregó el papel a su jefe respetuosamente.

Yadira se acercó para echarle un vistazo a la nota, luego buscó aquella dirección en Internet.

-Lo he encontrado, es una pequeña isla cerca de Grecia. Allí se vende muchas islas privadas. -dijo ella.

Delfino bajó la cabeza y vio los ojos brillantes de Yadira.

Había alegría, esperanza y preocupación en sus ojos. Las emociones mezcladas hacían que ella se lucía un poco más animada.

Hacía mucho tiempo que no la veía así.

Delfino se inclinó y le dio un beso en la frente. Le acarició la cabeza, -Vamos juntos a recoger a nuestra hija.

Los ojos de Yadira se iluminaron aún más. Asintió repetidamente con la cabeza con las lágrimas en los ojos.

Delfino también mostró una sonrisa. Le dijo con un tono que pareció una orden, -Tienes que descansar bien estos días, ¿de acuerdo?

La chica asintió, -Bien.

***

Delfino salió de la habitación, y Xulio, que había estado esperando en la puerta, le siguió.

-Envía a alguien a vigilar a Jaime. Sé prudente, y avísame si tiene reacción -Delfino le instruyó.

-Sí, señor Delfino. Por cierto, ya tenemos el resultado de examinación de la Señora Sonia, puedes echar un vistazo.

Delfino recibió los papeles entregados por Xulio y los leyó.

Cuando terminó de leer, preguntó con tranquilidad, -¿De verdad está loca?

-Sí -Xulio bajó la cabeza, sin atreverse a mirarle.

Le pareció que Delfino estaba diferente que antes, en el sentido de que se volvió más frío.

Delfino le devolvió el documento a Xulio, -Entonces envíala al lugar debido.

En ese momento Xulio pensó en Fidelio, dudó por un momento, -Señor Delfino...

Fidelio era el hijo de Sonia y Arturo, y como Fidelio y Delfino se llevaban bien, quería recordárselo a Delfino que considerara el bien de aquel chico.

Delfino se dio la vuelta y le interrumpió con frialdad, -¿No lo entiendes? Entonces diré más claro, mándala al psiquiátrico. 

Pues Xulio no tuvo más remedio que asentir, -Sí, de acuerdo.

Los dos bajaron las escaleras y vieron a Licia sentada en la sala de estar.

Licia había ido de viaje de negocios hacía días y acababa de regresar.

Obviamente, había visto las noticias, por eso, al ver a su hermano, adoptó un tono interrogatorio, -¿A qué vienen esas noticias y tantos guardaespaldas en la casa? ¿Qué quieres hacer? ¿Dónde está papá? ¿Realmente ha sido secuestrado? ¿Y qué hay de la mujer que traes a casa?

Hizo una serie de preguntas, pero no obtuvo respuestas.

Estaba a punto de cabrearse cuando sonó el teléfono.

Licia ordenó a Xulio, -Ve a contestar el teléfono.

Este no tomó reacción. Era asistente de Delfino, así que no haría caso omiso de las ordenes de Licia.

-Tú... ¡Muy bien! -Licia estaba furiosa, pero no tuvo más remedio que ir a contestar el teléfono ella misma.

Respondió la llamada, -Al habla la familia Dominguez, ¿con quién desea hablar?

Oyó la voz de Horacio, -Licia, soy yo, tu padre, ayúdame...

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