La persona a la que le robó el teléfono Jaime se lo arrebató y le empujó, -¿Por qué me robas el teléfono?
Pero Jaime actuó como si no lo hubiera oído. Murmuró algo y parecía estar llorando, pero al mismo tiempo estaba riendo. Luego se echó a correr hacia fuera.
-¡Está mal de cabeza!
-Desde luego. Hoy en día, hay demasiado idiotas.
***
Jaime corrió hasta el camino, subió a su coche y quiso ir a la vieja mansión de la familia Dominguez.
Sin embargo, su asistente le impidió, -Señor Jaime, si ahora va a la familia Dominguez, el señor Delfino no le dejaría en paz.
-Vete -Jaime apartó a su asistente y subió al coche.
En esos días, tuvo toda la posibilidad de escapar del país.
Sin embargo, no quiso salir del país sin lograr su propósito.
Pensó que él y Delfino eran hermanos, y no era justo que le consideraran una deshonra de la familia, mientras que Delfino podía disfrutar de la vida cómodamente.
No era justo que Delfino viviera una vida mejor y más feliz que él.
Cuanto más se comparaba con el Delfino, más miserable le parecía su vida, y se sentía más resentido e infeliz.
Quiso destruir la vida de aquel hombre y robarle todo.
Cada vez que pensaba que Delfino acabaría como él, se sintió tan feliz que casi se volvería loco.
Pero, no esperaba que Delfino encontrara a Rosa.
“¡Rosa es mía!”, pensaba Jaime.
Jaime llegó a la vieja mansión de la familia Dominguez a toda velocidad.
La mansión estaba llena de guardaespaldas de Delfino, y tan pronto como Jaime llegó a la entrada, un guardaespaldas fue a informar a su jefe.
Al bajar del coche, Jaime corrió hacia la mansión.
Pero fue detenido por los guardaespaldas, -Señor Jaime, deténgase, por favor.
Los ojos de Jaime estaban llenos de entusiasmo, pero al ser detenido, volvió a enfadarse en extremo, -Quiero ver a Delfino. Si aún quiere ver a su hija, déjame entrar. De lo contrario, la niña moriría.
En ese momento, Xulio se acercó.
Miró a Jaime con calma, -Déjalo entrar.
Los guardaespaldas se retiraron. Jaime entró rápidamente y agarró la solapa de Xulio, -¿Dónde está Rosa? Quiero verla.
Agarrado por Jaime, Xulio no mostró ningún rastro de miedo. Dijo con calma, -Entiendo que usted quiere ver a la señorita Rosa, pero supongo que sabe qué debe hacer para lograr su objetivo.
Al escuchar eso, Jaime se sacudió de encima a Xulio.
Este se tambaleó, pero no cambió la expresión en ningún momento.
Se enderezó, se arregló la ropa y dijo con expresión seria, -El señor Delfino te da un plazo de tres días.
-No hace falta tanto tiempo -Jaime esbozó una sonrisa significativa-. Tráeme un bolígrafo y un trozo de papel.
Xulio dudó un momento, luego ordenó a alguien que trajera esas cosas para Jaime.
Este escribió una dirección en el papel, diciendo, -Tres días después, reunamos aquí. Él trae a Rosa, yo traigo a su hija, ¡No hagan trucos, o nadie podrá volver vivo entonces!
Al terminar la frase, puso la nota en la mano de Xulio. Miró hacia la ventana en el segundo piso, se dio la vuelta y se fue.
Xulio leyó la nota y descubrió que era una larga frase en inglés.
Levantó la vista y miró hacia la ventana del segundo piso.
La ventana se abrió y apareció Delfino. El hombre ordenó con voz seria, -Tráeme la nota.
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