Matrimonio de primera romance Capítulo 374

Cuando Delfino regresó al Grupo Dominguez, vio a Licia en el despacho del presidente.

Licia estaba sentada en el sofá con una mirada hosca, obviamente le había estado esperando mucho.

Al ver a Delfino, preguntó en voz alta, -¿Dónde has estado?

-¿Acaso tengo que informarte adónde he ido? -sólo le dirigió una mirada fría y se dirigió directamente a la silla del jefe que había detrás del escritorio.

No hizo ningún caso a aquella mujer en absoluto.

Licia estaba tan enfadada que se encaminó hacia él y gritó, -Delfino, somos hermanos, deberíamos confiar el uno en el otro y apoyarnos mutuamente.

-¿Confiar el uno en el otro? -A Delfino le pareció absurdo. La preguntó con un tono irónico, -¿Me has mentido alguna vez?

Su mirada estaba clavada en ella. En los ojos de Licia había un destello de pánico. Ella mantuvo la sonrisa forzada y preguntó tentativa, -¿Es que alguien te ha dicho algo?

El hombre no respondió, sólo la miró fijamente.

Ella se sintió muy incómoda por esa mirada interrogativa. Temiendo que su mentira quedaría descubierta, no supo cómo comportarse naturalmente.

Pensaba, “¿Por qué tengo que sentirme inquieta y culpable? Todo lo que hago es por el bien de Delfino, por el bien de la familia.”

Pensando en esto, recuperó la tranquilidad. Dijo con calma, -No importa lo que te digan, no les creas. No sabes cuántas personas están codiciosas por el éxito de nuestra familia y están esperando que empecemos a luchar y ellos podrán tener beneficios.

No era la primera vez que Delfino escuchaba tales argumentos de ella, y replicó sin mucho ánimo, -¿Es así?

Licia respondió con gran seguridad, -¡Por supuesto!

El hombre dejó de mirarla. Abrió su ordenador, -Tengo que trabajar, ya puedes irte.

Licia no estaba muy segura de que su hermano la creyera, pero no tuvo más remedio que darse la vuelta e irse.

Tras salir del despacho del presidente, una duda se apoderó de la mujer.

En los últimos tres años, Delfino no se acordó de nada sobre el pasado ni tuvo mucho contacto con Apolo u otros amigos. Además, aunque no estaba muy íntimo con ella, la confiaba. Pero recientemente, Licia descubrió que era cada vez más difícil de controlar a su hermano.

“¿Qué ha fallado?” dudaba ella.

Pensando en ello, volvió a su despacho y hizo una llamada internacional.

Tardó un poco para conectar la llamada.

Tan pronto como la llamada fue contestada, Licia dijo con rabia, -Señor Galán, mi hermano ya no está bajo mi control últimamente. No escucha nada de lo que le digo. ¡Sospecho que tu hipnosis ha fallado!

El hombre no hablaba.

Después de unos momentos, Licia oyó una voz masculina algo ronca, -La hipnosis no es omnipotente. Aunque esté hipnotizado, sigue teniendo sus propios pensamientos. Si quieres que lo controles, tienes que confiar en tus propias habilidades.

El tono del señor Galán estaba pacífico, pero Licia sintió que se estaba burlando de ella.

Apretó el puño y dijo con ira, -¿Te estás burlando de mí por no ser capaz?

El hombre habló tranquilamente, -Durante estos tres años, tú eres la única persona que ha podido ganarse su confianza, pero parece que has despreciado las oportunidades. Esto también se considera otra especie de habilidad.

-Tú…

Licia siempre era muy orgullosa y no respetaba a las personas. Ante dicha situación, naturalmente perdió los nervios.

Sin embargo, teniendo en cuenta de que necesitaría la ayuda de este hombre para controlar a su hermano, se contuvo la ira.

Cerró los ojos y intentó tranquilizarse antes de volver a preguntar, -Señor Galán, ¿es posible que mi hermano recuerde lo que pasó antes?

-No hay una respuesta absoluta a tu pregunta.

-¿Quieres decir que es posible? -el semblante de Licia cambió drásticamente-. ¡Pero dijiste que no recordaría nada!

-Eso era lo que tú crees. Aún tengo trabajo que hacer, adiós, señorita Licia.

Dicho esto, colgó el teléfono.

-¿Señor Galán? ¿Hola? ¿Hola? -ella no podía creer que ese médico de poca cualidad se atreviera a colgarle el teléfono.

Estaba tan enfadada que lanzó su móvil al suelo y se paseó por la oficina con ansiedad.

“No, no puedo dejar las cosas así como así, no puedo dejar que Delfino recuerde lo que pasó pasado antes. Si no le dejo tener contacto con las personas que conocía, definitivamente no recordará de nada. Durante estos tres años esto ha funcionado perfectamente.” Cuando más pensaba en ello, más segura se sentía.

Por tanto, llamó al conductor de Delfino y le pidió venir a su oficina. Preguntó, -En los últimos dos días, ¿dónde ha ido Delfino?

El conductor bajó la cabeza y dudaba en responder, -Ningún lugar especial.

Licia sonrió y se burló, -¿Ha ido al Grupo Auge a buscar a este Apolo?

El hombre se apresuró a contestar, -Sí.

La mujer le dirigió una mirada de advertencia, -Vigílalo bien.

***

Antes, Ximena llevó a Raquel a la calle y casi la perdió. Este incidente dejó muy preocupado a Delfino. Por tanto, al salir del trabajo, él no tardó más tiempo en la empresa y volvió a casa de inmediato.

Al salir del edificio del Grupo Dominguez, Licia le siguió inmediatamente.

-Delfino -le acercó rápidamente y le llamó.

Este se volvió. La miró fríamente, -¿Qué pasa?

Ella dio un paso adelante y le tomó del brazo de manera íntima, -Vamos a casa juntos.

Delfino la miró con extrañeza y se liberó de su brazo, dando zancadas grandes hacia su coche.

Al ver esto, Licia puso una cara negra, pero no podía enfadarse, así que tuvo que seguirle.

El conductor abrió la puerta para Delfino. Tan pronto como subió él, Licia también se sentó en su coche.

Delfino frunció ligeramente el ceño, pero no dijo nada más. Sacó un informe para leer, lo que dejó a Licia un poco embarazosa.

Sólo entonces ella se dio cuenta de que, aparte de las discusiones, no tenían nada más que hablar los dos.

Esta idea la hizo más inquieta.

Pensó un momento y habló, -Delfino.

-Quiero leer la información, no me molestes. -el hombre ni siquiera levantó la cabeza. Su tono era tan frío como si estuviera hablando con un desconocido.

Llegando a este punto, Licia no iba molestarle más.

El coche se detuvo en la mansión de la familia Dominguez.

Al salir del coche, Delfino se fijó en un coche blanco aparcado frente de la entrada. Era el coche de Ximena. Esta mujer visitaba a menuda a esta casa. Delfino la toleró porque ella se cuidó de Raquel.

Delfino tenía buena memoria, y viendo tantas veces el coche de Ximena, naturalmente lo recordó. El día anterior había dicho a ella que no debería venir más a su casa. Ahora bien, pareció que esa mujer no lo tomó en serio.

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