Matrimonio de primera romance Capítulo 373

Delfino se comportaba como si fuera un desconocido, mirando con frialdad a su hermana tratando de explicarse.

Bajo su mirada fría, aunque Licia quería argumentarse, sus palabras fueron cortadas crudamente.

-¿Has terminado? -dijo Delfino con ironía.

Licia movió los labios, sin capaz de decir nada.

El hombre dio una risita fría y volvió a su estudio.

Cerró la puerta y se quedó de pie frente a la ventana.

Fuera de la ventana estaba lloviendo. Era una noche fría. En el patio había unas luces tenues de las farolas y las sombras de los árboles frondosos.

La lluvia seguía cayendo y el viento arreciaba.

Delfino se quedó mirando por la ventana durante un rato, y de repente, se le vino a la mente la escena que Yadira y Mariano se quedaron juntos.

Para él, esa situación era extraordinariamente incómoda.

***

Después de que Yadira y Mariano regresaron a casa, fueron a tomar un baño caliente y se cambiaron de ropa.

Cuando salió Yadira, el hombre ya le había preparado una taza de sopa de jengibre.

Mariano le llevó la sopa y advirtió, -Ten cuidado, puede que esté un poco picante.

Yadira cogió la cuchara y se le ocurrió algo en la mente.

Pareció que alguien había hecho algo así para ella.

Cerró los ojos y se cubrió la frente con las manos.

-¿Qué pasa? -viendo su reacción, Mariano se apresuró a acercarle y la preguntó con preocupación.

La voz de Yadira era un poco débil, -Tengo un poco de dolor de cabeza...

Al oír esto, los ojos de Mariano se iluminaron, -¿Te acuerdas de algo?

-No...

El dolor desapareció con la misma rapidez con que apareció. La mujer sacudió la cabeza atónita y le preguntó a Mariano, -¿Me preparabas sopa de jengibre antes?

Este le respondió con un poco de malicia, -¿Adivina?

La mujer sonrió. Mariano siempre había sido cauteloso y reflexivo. Rara vez bromeaba así con ella.

Ella replicó, -Sabes muy bien que no recuerdo nada.

-No importa -dijo Mariano, luego la apresuró-. Toma la sopa.

Yadira lo hizo. Como era demasiado tarde, ella preparó algunos fideos apresuradamente como la cena para los dos.

Mientras comía, Yadira pensó en Delfino y en Raquel. Comentó casualmente, -El señor Delfino parece difícil de tratar, pero es bastante bueno con su hija.

Mariano detuvo el movimiento de la mano de un golpe, y preguntó disimulando que no le daba importancia, -¿Qué piensas de él?

-Como un padre, veo que quiere mucho a su hija, pero su carácter es un poco raro -comentó ella mientras asentía con la cabeza para intensificar su de acuerdo con sus propias palabras.

-Ah, ¿sí? -tras esta reacción fría, dejó de hablar.

Yadira levantó la mirada y vio que Mariano estaba pensativo.

-¿Qué te pasa? -rara vez vio esa expresión en la cara de Mariano y le preguntó-. ¿No te va bien el trabajo?

-Nada -sonrió y negó con la cabeza-. Come.

Yadira siguió comiendo los fideos, pero el corazón de Mariano se estaba volviendo más pesado.

Al juzgar por la reacción de Yadira, parecía que no le reconocía a este hombre.

***

Al día siguiente.

Delfino fue a trabajar en el Grupo Dominguez, como siempre.

Sin embargo, en el camino, Delfino cambió de opinión e instruyó al conductor, -Vamos al Grupo Auge.

El conductor no se atrevió a hacer más preguntas y respondió, -De acuerdo.

Poco después, el coche se detuvo en la carretera frene al lugar indicado.

Delfino miró hacia el edificio y ordenó, -Ve, dile al Apolo que quiero verle.

El conductor lo hizo.

Poco después, trajo a Apolo.

Detrás de él, había otro hombre.

Aquel hombre tenía un rostro severo y parecía cauteloso.

Cuando vio a Delfino, Apolo se quedó un poco incrédulo, -Delfino, ¿quieres verme?

Antes, cuando quería ver a Delfino, este siempre le rechazaba. Ahora que este tomó la iniciativa de buscarle, a Apolo le pareció increíble.

“Cuando la realidad tortura a la gente constantemente, ésta iría rebajando sus criterios para la vida.” pensaba Apolo.

En el pasado, creyó que Delfino era frío al no cenar con él, ahora que se vieron los dos, se sintió conmovido.

Apolo abrió la puerta del coche y se subió. Viendo que Xulio seguía de pie fuera del coche, pensó un momento y le dijo a Delfino, -¿Qué te parece dejar a Xulio entrar también? Puede que no lo recuerdas, pero era tu asistente especial y ha trabajado contigo durante muchos años.

En aquel entonces, Licia despidió a Xulio tras el accidente que sufrió Delfino.

Después de ser despedido, Xulio fue a trabajar en el Grupo Auge para Apolo.

Delfino devolvió la mirada al hombre con la expresión rígida y hizo un leve movimiento de cabeza.

Al ser admitido su sugerencia, Apolo se sintió algo halagado, y preguntó con incredulidad, -¿Has recuperado la memoria?

Delfino respondió fríamente, -No.

-Entonces, ¿para qué quieres verme? -el tono de Apolo era cauteloso. Se creía que parecía una concubina que había sido abandonado por el emperador durante mucho tiempo y recuperó de repente el cariño de su marido.

Delfino le preguntó directamente, -¿Teníamos una profunda amistad?

-Sí -Apolo suspiró-. Con ese mal temperamento tuyo, excepto a mí, ¿quién más querría ser tu amigo?

Sin terminar la frase, sintió que el aire en el coche se volvió tensado.

Aunque Delfino había perdido la memoria, su temperamento no había cambiado en absoluto.

Apolo sonrió con vergüenza, -Déjame decirte, aparte de mí, Xulio es el que tiene más profunda amistad contigo. Después de todo, ha estado trabajando contigo durante años.

Dicho esto, codeó a Xulio que estaba sentado a un lado, -Es verdad, ¿no?

Desde que había sido despedido, ésta era la primera vez que veía a Delfino en persona en los últimos tres años. En otras ocasiones, solo lo veía en las noticias.

Al fin y al cabo, tenían una gran diferencia de estatus entre los dos, por lo que ni había oportunidad de verle por casualidad.

Pensando en esto, Xulio asintió con emociones complicadas, -Sí.

Delfino observó a los dos, luego sacó una tarjeta y se la entregó a Xulio, -Necesito un asistente especial, llámame cuando lo hayas decidido.

Los ojos de Apolo se abrieron de par en par. “¿No es que ha venido a buscarme? ¿Por qué entrega la tarjeta a Xulio?”, pensaba.

Xulio cogió la tarjeta y se sintió afortunado.

Delfino retiró la mano y dijo ligeramente, -Tengo que ir a la empresa ahora.

Era una forma sutil de decirles a Apolo y Xulio que se bajaran de su coche.

Los dos se miraron. Aunque no entendían lo que quería decir aquel hombre, se bajaron de su coche obedientemente. Esa obediencia era una costumbre para ellos.

Mirando a los dos a través de la ventana del auto, Delfino se puso pensativo.

Tres años atrás, cuando se despertó del accidente, sólo tenía a Licia a su alrededor. Como había perdido todos sus recuerdos, por supuesto eligió confiar en Licia, que tenía relación sangre.

Pero las cosas recientes le hicieron sentir que Licia no era tan confiable.

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