Matrimonio de primera romance Capítulo 382

Apoyado en el espaldar de la silla, Delfino le contestó, -Tome lo que quieres, estoy harto.

Pero la niña le reveló directamente, -Pero no has tomado nada y... parece que estás enfadado.

Le decía, mientras tanto, cogía una chuleta del plato, que le había servido Yadira.

Era difícil para una niña utilizar el cubierto, por eso ella la tomó con las manos. ¡A ver la chiquita, incluso la cara se llenaba de lámparas!

El padre le dio una mirada, levantó las manos para arremangarle.

Y ella le pasó la chuleta que se había comido la mitad con un gesto regateado, -La carne es rica.

Delfino no dijo nada, pero volvió la cabeza, que era un rechazo silencioso.

Al ver que él no la comió, Raquel la recuperó inmediatamente y siguió comiéndola. Le dijo farfullando, -Pide otra a la linda hermana.

Delfino le corrigió, -Tía.

Raquel lo aceptó inmediatamente, -Linda tía.

Mirando la interacción mutua entre el padre y la hija, Yadira sonrió involuntariamente.

Aunque Delfino no era un padre esmerado, cuidaba a Raquel con mucha atención.

Esta niña contaba con mucho gusto en la belleza, ¿no? Siempre la describía con la palabra “linda”.

Después de comerse la chuleta, miró a Yadira chupando el dedo y le dijo en voz inmadura, -Linda tía, da la carne a papá, por favor.

La atmósfera de repente se puso en una situación embarazosa.

Yadira no creyó que Delfino lo aceptaría al azar.

Tal vez tuviera mucha distancia de identidad entre ella y este señor, pensó que era antinatural que se sentaran a la misma mesa y cenaran, ¡ni siquiera le sirviera la comida!

-Tu papá puede servirse si quiere comer algo...

Ella quería mitigar el ambiente embarazoso, pero no esper’o que Delfino dijera en este momento, -Raquel, quiero comer la chuleta.

Aunque él le decía a la niña, Yadira sintió que le echó las palabras.

La atmósfera se volvió extraña.

-¿Qué? -Raquel miró a sus manos llenas de lámparas, le respondió una mirada de disculpa/. Sucias.

Mariano contó de repente, -Señor Delfino es muy apegado a Raquelita, ¿no? Creo que quiere mucho a su mamá.

El hombre se quedó sombrío, pero no tardó mucho en calmarse. Dio una risa, -Pero la relación entre Señor Mariano y Señora Yadira parece no es tan buena.

Mariano se mantenía sonriente, sin embargo, no hizo ninguna concesión, -No sé que a Señor Delfino le gusta entremeterse en el asunto ajeno.

Este se alzó y le echó una mirada indiferente, -Menos que usted.

Lanzó un profundo suspiro. Mariano estalló en risa por enfado, -Tiene razón.

Delfino no le hizo caso, volvió la cabeza a mirar a Raquel. No cambió obviamente el tono, pero su voz era más suave, -¿Estás harta?

Incluso la niña sintió el ambiente raro aquí, le asintió con la cabeza, -Sí.

-Pues regresemos a casa -tendió las manos para abrazarla, se volvió a saludar a la pareja-. Gracias por su amabilidad.

Después de que salieron el padre e hija, Yadira preguntó a Mariano con dudas, -¿Qué os pasa? ¿Entre vosotros se produjo conflicto?

Al principio, todo estaba bien.

Tras ella ir a la cocina a servirles la comida, todo fue cambiado.

Y nunca había visto que su novio hablaba con los demás en tono tan agrio. Era evidente que él se enfadó.

Este solo le mostró una sonrisa, -No pasa nada, cenamos.

Parecía que él no quería hablar más con ella sobre este tema.

Cuanto tanto lo evitara él, tanto afirmara Yadira que él conocía a Delfino. Tal vez los dos no se llevaran bien.

Sin embargo, él no quería contárselo, y ella no le pediría la explicación.

Cayó la mirada en el plato de Raquel, en que había una chuleta sobrante.

Recordó que Delfino había dicho que ellos no habían cenado.

Sin duda alguna, él no sabía cocinar. Ella había ido a su casa, parecía que no había sirviente que pudiera preparar comidas para ellos.

La noche era tan larga, y aquella niña debía comer algo más.

“Tengo que traerles comidas”

“No puedo así, Mariano se enfadará” pensaba.

A pesar de que él no le culpara, se quedaría pesada.

En esta ocasión, ella debía estar al lado de él.

-¿Por qué no comes?

La voz de Mariano la despertó de la meditación.

-Voy al cuarto de baño. -se levantó, tomó el móvil y lo puso en el bolsillo.

Por supuesto, el pequeño acto le llamó la atención, pero él no le preguntó nada.

En el cuarto de baño, después de cerrar la puerta, Yadira abrió un software para pedir comida para llevar.

“Delfino, aquel hombre rico y noble, no habrá pedido comida por Internet, incluso no sabrá esta manera” pensaba.

Ella encontró un restaurante elegante, pidió comidas para él y Raquel, y rellenó la dirección de la casa de él.

“Bueno, ahora Raquelita no tendrá hambre. ” sonrió.

***

En la casa de Delfino.

La niña sacó las zapatillas para ella y el padre tan pronto como entró.

Mientras hacía, decía, -Estas son las de Definas, estas son las de Raquel...

De repente, ella tiró a Delfino del dedo con alegría, -Papá, la linda tía es muy bonita.

El padre no dijo nada.

Se inclinó y levantó a la niña con un brazo.

La puso en el zapatero y le preguntó con mucha seriedad, -¿Odias a aquel tío Mariano? 

Pese a que no sabía por qué le echó la pregunta tan repentina, Raquel cruzó las manos detrás de la espalda fingiéndose adulta. Agitó la cabeza, -No, aquel tío me ha elogiado.

Delfino se quedó hosco, -Una persona que te elogia no es necesariamente buena persona.

-¿Qué es buena persona? -la niña le preguntó con curiosidad.

Los dos llevaban un buen rato mirándose, pero esto finalmente terminó a causa del sueño de la niña.

Delfino se desanimó, -Olvídalo.

Llevó a la niña a lavarse, luego se cambió de ropa y la puso en la cama.

Después de todo esto, se sentó en la sala y empezó a reflexionar.

Esta era la primera vez que vio a Mariano, ¿por qué odiaba tanto a él?

Al ver que él y Yadira se sentaban juntos, se molestó mucho.

Al principio creyó que Mariano era una persona pesada, pero Raquel no le odiaba.

Él confiaba en la intuición de los niños.

Fuera sonó el timbre de la puerta.

Echó una mirada al reloj, ya eran las diez.

¿Quién vino tan tarde?

Desde que él cuidó a Raquel él mismo, las diez ya eran muy tarde para él.

Fue a abrió la puerta.

El repartidor le pasó un paquete, -Señor, su comida.

Delfino frunció el ceño, -No lo he pedido.

Al oírlo, el repartidor le dijo, -Pero aquí hay su dirección. ¿Tal vez su amigo lo haya pedido para usted?

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