Matrimonio de primera romance Capítulo 403

Mientras que atendía a Raquel, Yadira exprimió la pasta y se cepilló los dientes.

Raquel se lavó los dientes con un poco de agua y luego la escupió.

Cuando la vio cepillándose los dientes parada en un taburete, se ablandó el corazón de Yadira.

“Qué buena chica”, ella pensaba.

Indudablemente su buena educación se debía a Delfino.

Pensando en seo, Yadira se metía en otro mundo.

Tuvo que admitir que él había hecho muchos más esfuerzos que ella para halagar a Raquel.

Si hubiera sido un poco más dominante o arrogante de lo que era en realidad, no la habría dejado vivir junto con ellos sólo por la instancia de Raquel.

Podía ignorar a ella y darle la oportunidad.

-Mamá, tiene que escupir el agua, como lo que hago…

Raquel interrumpió su meditación.

Bajando la cabeza, vio que estaba enjuagándose con un sorbo de agua y luego lo escupió.

-Bien, ahora lo sabes -dijo Raquel, que intentaba enseñarle.

-Sí, eres una buena profesora.

-Vale, te toca -tnstó Raquel, que no estaba segura de lo que había respondido.

Entonces siguió sus pasos para hacer las gárgaras.

-Muy bien -Raquel le dio una palmadita en el brazo y la elogió.

-¿En serio? Has hecho mucho mejor que yo -Yadira le respondió, poniendo cara de alegría.

Raquel se sintió tan contenta por sus elogios que se encendió, pues saltó del taburete y se fue en busca de sus horquillas.

Yadira se cepilló y se lavó rápidamente y salió para peinarla.

A Raquel le importaba mucho el peinado.

-¿Qué tipo de peinado quieres? -le preguntó.

-Quiero las trenzas largas...como las que tienen las princesas... es mejor que… -respondió la niña.

Cuando lo describía, señaló con sus dedos para darle a entender.

Pero pese a su explicación, Yadira no sabía lo que quería.

Al final, le preguntó si se quedaba con alguna duda.

-Por supuesto -le afirmó seriamente.

El pelo de Raquel era negro y liso, con flequillo en frente y ya había crecido hasta los hombros.

Le hizo dos trenzas desde arriba, dejando caer la mitad del cabello en la espalda.

Después, le dejó a que eligiera dos horquillas preferidas y las pusiera en la raíz de las trenzas.

Finalmente, le alisó el cabello y dijo, -¡Ya está!

Raquel, que había permanecido inmóvil, se tocó la cabeza de inmediato.

-¿Me queda bien?

-Confírmalo tú mismo.-respondió Yadira. Entonces se la llevó hacia el espejo.

-¡Guau, gran trabajo! -se contempló en el espejo, tocando las trenzas y las horquillas repetidamente y exclamó exageradamente.

-Eres la chica más hermosa de todo el mundo.

-Tú también, muy bonita -Raquel contestó con timidez.

Aunque siempre la había alabado por su belleza, pero esta vez se sentía más feliz que antes.

Pero al mismo tiempo, percibió un poco de tristeza.

Pensaba que no podía vivir aquí para siempre. Si algún día disputaran por la custodia de su hija, definitivamente no podría rivalizar con él.

Era absolutamente imposible que él le concediera los derechos de custodia.

Trató de calmarse y luego le cogió de la mano a Raquel.

Se sentó en el regazo de Delfino, agarró su ropa y lo besó en la mejilla, -Papá, te quiero mucho.

Luego, lo observó fijamente, como si buscara una reacción de él.

Yadira se quedó sorprendida.

Aunque no sabía cómo se había llevado con él antes del accidente, pero por ahora, esta niña fue la única que se atrevía a tratarle de tal manera.

Por la preocupación de que ella cayera, dejó su cuchillo y tenedor mientras Raquel estaba sentada en su regazo y la rodeó con los brazos para protegerla.

No mostró alguna emoción cuando escuchó las palabras de ella.

Colocó a Raquel en la silla a su lado, señaló su platito rosado y le pidió que comiera todo lo que había en él.

Raquel no sabía si lo que acababa de hacer surtió efecto o no, pero parecía que su padre ya no estaba tan enojado.

-¡No hay problema! -respondió entusiasmada.

Yadira dio en cuenta de que, al parecer, las palabras no habían le provocado mucha reacción a Delfino.

Pero según sus comportamientos podía saber que en realidad la quería mucho.

De repente, Delfino levantó su cabeza, señalando al plato frente a ella y dijo en voz baja, -Y tú también, come todo lo que tienes.

-¿Yo? -Yadira se señaló a sí misma con el dedo, asombrada.

“¿Acaba de criticar a Raquel, y ahora me toca a mí?”, pensó Yadira.

Raquel era una niña de tres años, pero ella ya tenía 26 años…

-Sí -respondió Delfino.

Y luego le ayudó a Raquel a remangarse.

-El tenedor no es fácil de coger para ti. Puedes tomar las comidas con tus manos -le dijo a Raquel.

Entonces Raquel tomó un trocito de fruta con la mano y se la llevó a la boca. Y de repente, como si se hubiera recordado de algo, asintió con la cabeza y dijo, -Mamá, tú come todo, y yo también.

Yadira no sabía cómo reaccionar.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio de primera