Matrimonio de primera romance Capítulo 419

El guardaespaldas se asustó por la expresión de Delfino, -Voy a bajarte del coche y llevarte al hospital.

Diciendo, dio un paso atrás para que Delfino pudiera ver la puerta del hospital.

-¿Por qué tengo que ir al hospital? ¿Quién te pide que me traigas aquí? ¿Eh? -la última palabra sonó tan horrible como si hubiera venido de infierno.

El guardaespaldas se quedó mudo, y no se atrevió a hablar ni retroceder. Tuvo que mirar a Yadira para pedir ayuda.

Por su mirada, Delfino se dio cuenta de que también estaba Yadira en el coche.

-¿Quieres llevarme al hospital? -Delfino la miró con los ojos entrecerrados, y agarró su barbilla con la mano, luego dijo con voz fría-. ¿Para qué me envías al hospital? ¿Quién te dio el coraje?

El tono de acusación la dejó inmóvil a Yadira.

Delfino de entonces era bastante extraño para ella.

-Parece que está enfermo y sientes mal, por eso les pedí que te traigan aquí -Yadira lo observaba mientras hablaba.

Siempre parecía sombrío cuando no reía, ni mucho decir que aquel entonces estaba completamente enfadado.

Sin embargo, Yadira no tenía ni idea de qué vino su furia.

Estos días, vivía con él en la misma casa, pero nunca había encontrado situación semejante.

Al oír sus palabras, frunció el ceño y apretó la mano que agarraba su barbilla.

El dolor casi quitó su aliento, Yadira le dijo, -Delfino, suéltame.

-¿Me conoces? -en vez de soltar la mano, Delfino preguntó con la mirada más aguda -¿Quién eres?

-Yo... -cuando Yadira iba a decir su nombre, notó la anomalía de Delfino.

Le preguntó increíblemente, -¿No me conoces?

Aunque ambos de ellos habían perdido la memoria tres años antes, ¿cómo podía desconocer a ella después de vivir juntos en una casa estos días?

Yadira quitó con fuerza su mano de su barbilla, luego se le acercó a Delfino y le dijo con cara seria, -Mírame con atención, ¿no me conoces de verdad?

Delfino tiró levemente de la comisura de boca y respondió en tono irónico, -¿Crees que debo conocerte solamente porque tu apariencia es un poco mejor que otras mujeres?

Yadira se quedó sin palabras.

¿Quién podía contarle qué había pasado?

¿Acaso ocurrió algún error con su cerebro?

Yadira se cambió el rostro. Parecía normal cuando salió de casa esa mañana...

En este último tiempo, aparte de su mal genio, no tenía nada inusual.

Ella reflexionó un rato, luego habló con Delfino, -No puedo explicar con claridad por el momento y no sé qué te ha pasado. Vamos al hospital para hacer un chequeo médico, ¿vale?

Delfino dijo en voz fría, -Eres tú quién debe examinar.

-Yo...

Delfino miró al guardaespaldas que se sentaba en el asiento del conductor, -Vamos.

-Sí -el guardaespaldas le contestó e iba a conducirlo a casa.

Justo en este momento, Delfino dijo de repente, -Espera.

El guardaespaldas paró el coche de inmediato.

Delfino volvió la cabeza y miró a Yadira, quien lo veía a escondidas de vez en cuando, y dijo indiferentemente, -Vete.

-¿Me pides bajarme del coche? -Yadira casi no pudo creer en lo que había oído.

Delfino le dio una mirada indiferente, -¿Hay otra persona más aquí?

Yadira se quedó unos segundos sin reacción.

Yadira recordó a Raquel, se cambió la cara bruscamente, -No me conoce a mí, ¿tampoco a Raquel?

Al oír eso, Xulio no dijo nada pero apresuró la velocidad.

Cuando ellos llegaron a la villa, todos ya habían estado en caos.

Los sirvientes y guardaespaldas estaba en el patio.

Yadira se adelantó y preguntó a uno de los sirvientes, -¿Dónde está Delfino?

La sirvienta respondió asustada, -El señor está en casa, nos echó afuera a todos nosotros.

Yadira miró a su alrededor sin encontrar a Raquel, entonces preguntó, -¿Y dónde está Raquel?

La sirviente miró a su lado y se asustó otra vez, -¡Estaba aquí la señorita!

Yadira echó a correr hacia adentro sin importar nada.

Sin duda, Raquel fue a buscar a Delfino.

Vio el desastre en el salón al llegar a la puerta.

Y Delfino, sentaba en el único sofá completa.

Yadira no le hizo caso, y miró alrededor para buscar a Raquel.

-Mamá...

Se escuchó débilmente una voz, y según el sonido, vino de una gran maceta.

Raquel era tan alta como la maceta, se asomó la cabeza con los ojos llenaba de lágrimas.

Eso casi rompió el corazón de Yadira, se acercó inmediatamente y la cogió en brazo.

Las lágrimas escaparon de sus ojos cuando fue abrazada por Yadira. Raquel echó a llorar, -Mamá.

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