Matrimonio de primera romance Capítulo 442

Yadira se volvió a la cocina y observaba al padre e hija que había fuera.

Raquel veía a Delfino inmóvil, así que señaló hacia la cocina e insistió, -Papá, rápido.

Él tenía la cara tensa, se levantó sin ninguna expresión en la cara y se dirigió hacia la cocina.

Yadira se dio la vuelta y fue hacia la mesa, pretendiendo estar haciendo algo.

Enseguida, entró Delfino.

Yadira hizo como que no sabía nada y preguntó, -¿Pasa algo?

Él, con la cara sombría, preguntó, -¿Dónde están los platos?

Ella señaló el estante que tenía detrás.

El estante estaba justamente detrás de ella, Delfino se acercó para abrir el cajón. La cocina no era muy grande y el espacio era estrecho, Yadira podía tocarlo si se giraba. Así que esperó a que él saliera.

Cuando Raquel lo vio salir con el plato, imitó a Yadira y sacó el pulgar, después dijo seriamente, -¡Bien hecho papá!

Después de tantos años, era la primera vez que había sido alabado por una pequeñita.

Pero no sentía nada especial, apretó los labios y dijo seriamente, -A comer.

Lo bueno era que Raquel estuviera acostumbrada a su forma fría. Además, aunque Delfino fuera diferente que antes, ella tampoco lo habría notado.

La niña comía poco, así que Raquel había acabado la primera. Terminó y se fue a un lado a jugar con los juguetes.

En la mesa solo quedaban Yadira y Delfino, uno sentado en frente al otro. El ambiente, difícilmente, estaba bien. Yadira le preguntó, -¿Tienes noticias sobre aquel experto en hipnosis?

-No -respondió Delfino sin levantar la cabeza.

El rostro de ella se suavizó, se quedó pensativa durante un momento y continuó, -Si ni siguiera lo encuentras, eso solo quiere decir que se está escondiendo de nosotros.

En ese momento Delfino levantó la cabeza. No dijo nada, pero Yadira podía ver en su mirada que insinuaba que siguiera hablando.

-Licia ha buscado al mejor especialista de hipnosis del mundo, su precio seguramente no es nada barato. Si suponemos que Licia le ha ofrecido un dineral, pero ahora sigue encondiéndose de nosotros, eso significa que lo que le interesa no es el dinero, ya que tú le puedes ofrecer mucho más que ella.

Cuando terminó de hablar, Yadira levantó la mirada para ver su reacción.

Delfino dejó los cubiertos, se apoyó hacia detrás y añadió con un tono inexpresivo, -Sigue.

-Esto significa que, aquel hipnotizador posiblemente quiera hipnotizarte con alguno propósito…

Esta vez, no la dejó acabar y la interrumpió, -¿Propósito? ¿Por ejemplo?

Yadira pensó y dijo, -Hagamos una simple deducción. ¿Este especialista ha podido tener algún rencor contra ti?

Delfino parecía haber escuchado un chiste, mostró una mirada burlona y dijo, -¿Sabes cómo trato a las personas que tiene rencor contra mí?

Yadira forzó levemente los dedos y añadió, -Tú crees que, si aquel especialista de verdad tiene rencor, ¿su forma de vengarse no es lo suficiente dura?

“Hacer que una persona se olvide de su pasado, de su pareja, hija y amigos, ¿no es suficientemente duro?” pensó ella.

-Por ello, mi vida no ha cambiado para nada -la mirada de Delfino era extremadamente fría.

La persona que había perdido la memoria era inconsciente, pero los que más sufrían eran aquellos que habían sido olvidados por él.

-Vamos a comer -Yadira no siguió el tema.

Raquel no estaba muy contenta. Ella miraba a Delfino y después a Yadira, bajó la cabeza enfadada y no volvió a hablar.

Yadira se levantó, abrió la puerta y dijo, -Puedes marcharte, hay ropa y cosas de Raquel en tu chalet. Los trabajadores de ahí la cuidarán.

Por esa misma razón, Yadira dejaba que Delfino se la llevara.

Sin saber en qué estaba pensando Delfino, frunció el ceño y se fue con Raquel.

Yadira estaba en la puerta, vio cómo entraron los dos en el ascensor, cerró la puerta y se volvió a la habitación.

Delfino entró con su hija en el ascensor.

Él presionó un botón y escuchó sollozos de su lado.

Agachó la cabeza y vio a Raquel limpiarse las lágrimas con las manos.

La cejas de Delfino se fruncieron aún más fuertes y preguntó fríamente, -¿Por qué lloras?

Ella lo miró y rompió a llorar.

Tenía la cara llena de lágrimas, sus ojos y su nariz estaban rojos mientras se limpiaba las lágrimas.

En la mirada de Delfino había un hilo de impaciencia, estiró la mano y la cogió en brazos.

Podía que él ya había cogida en brazos a Raquel antes, por eso se sorprendió él mismo de su propio gesto tan natural.

Delfino intentaba dejar que su voz sonara más suave, -No llores.

Raquel estaba sollozando y decía entrecortada, -Mamá, por qué no viene… Tú… no le dejas venir…

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