La cuchara pequeña que Yadira sostenía en su mano cayó directamente sobre la mesa del comedor.
Giró la cabeza atónita para mirar a Delfino.
Nunca había visto que Delfino era tan obediente.
Yadira lo agarró de la manga y volvió la cabeza para mirarlo, -¿Dímelo otra vez?
Delfino volvió la cabeza, frunció el ceño y la miró con un tono impaciente, -¿Qué?
Luego, como si repugnara su toque, retiró la mano.
A los ojos de los demás, esta acción era como impacientarse con su toque, pero Yadira entendió que Delfino estaba avergonzado.
Fue solo que no era bueno para expresarse, por lo que en este momento era instintivo y evitó la mirada de ella.
Yadira sintió que parecía haber encontrado una forma nueva y correcta de llevarse bien con Delfino.
Apolo, que estaba sentado frente a los dos, no pudo soportarlo más.
Arrojó su tenedor sobre la mesa, suspiró y dijo, -Sé por qué Cerilo no quiere venir. Todavía no he comido mucho y creo que ya estoy lleno.
Después de que terminó de hablar, lo repitió de nuevo con autocompasión, -No es de extrañar que no haya venido.
Al escuchar esto, Delfino extendió su mano para tener a Yadira en sus brazos, fanfarroneando en su indiferencia, -He olvidado de decirte que nos vamos a casar y te invitaremos a ser el padrino de boda.
Apolo fue severamente golpeado uno tras otro mentalmente, y estaba mal.
-Los dos... ¿no estuvisteis discutiendo el otro día? ¿Por qué os casáis tan pronto?
Apolo le preguntó a Yadira en voz alta, -Yadira, ¿realmente lo has pensado bien?
Delfino se burló y lo interrumpió, -Aunque serás el padrino, no olvides prepararnos regalos. Casa, auto, avión, o dinero, me conformo con cualquiera, no soy exigente.
Apolo no se atrevió a hablar más.
***
Apolo fue estimulado por Delfino y Yadira, por lo que bebió más vino.
Delfino le pidió directamente al camarero que lo llevara arriba para dormir en la habitación de clientes y se fue con Yadira.
En el auto, Yadira todavía estaba un poco preocupada.
-Lo dejamos a Apolo solo ahí, ¿está bien?
-La mitad del Club Dorado pertenece a él. También es el jefe. Nadie puede hacerle nada -dijo Delfino, su expresión se oscureció-. Preocúpate menos por otros hombres en el futuro.
Ella le preguntó, -¿No me puedo preocupar por él porque es mi amigo?
Delfino respondió con decisión, -No.
Al escuchárselo, Yadira frunció los labios y no dijo nada.
Los problemas inherentes entre ella y Delfino aún existían.
No le permitió tratar con Mariano Magrina antes, y Yadira pudo entenderlo.
Sin embargo, incluso si ella se preocupó un poco por Apolo solo con unas palabras, Delfino no la permitía.
Su tono era tan serio que no parecía ser una broma en absoluto.
Apolo era un buen amigo que Delfino conocía desde hacía muchos años.
Yadira sabía que Delfino creía en Apolo.
Dado que él creía en Apolo y sabía que ella solo se preocupaba por Apolo porque era su amigo, ¿por qué todavía no la permitía?
Yadira recordó lo que había dicho Xulio Ruiz.
Dijo que la personalidad de Delfino era algo defectuosa.
El hecho era efectivamente así.
Si Delfino había sido así toda su vida y se enojaba por una pequeña cosa y le importaba que ella dijera una palabra con otros hombres, ¿qué debería hacer?
Podría ser que ella hubiera permanecido en silencio durante demasiado tiempo, y Delfino de repente preguntó, -¿En qué estás pensando?
Yadira parpadeó, ocultó las emociones bajo sus ojos, sonrió y le dijo, -Pensando en Raquel.
Delfino también sonrió, -Está en casa, si la extrañas, vamos a volver ya.
-¡Te esperaba mucho tiempo!.
Ella estaba realmente agraviada y realmente le gustaba Yadira.
Al verla llorar, Yadira sintió que se le rompía el corazón.
Era una emoción que incluso nunca había tenido cuando estaba con Delfino.
No habría ido a la fiesta si lo hubiera sabido.
Si no hubiera ido a la fiesta, no habría pasado tal cosa.
Yadira abrazó a Raquel, le dio una palmada en la espalda y la consoló suavemente.
Delfino miró desde un lado, no se acercó y no sabía lo que estaba pensando.
Después de mirar por un tiempo, de repente se dio una vuelta y salió.
Caminando hacia la puerta, buscó en su ropa, pero no encontró su cigarrillo.
-Señor Delfino -el guardaespaldas al costado vio esto y le entregó un cigarrillo.
Delfino lo tomó y se lo puso en la boca, y el guardaespaldas lo encendió para él.
Sólo fumó la mitad de un cigarrillo y lo aplastó.
El guardaespaldas no lo vio, se le acercó y le preguntó, -Señor, ¿quiere encender su cigarrillo?
-No hace falta.
Después de que Delfino terminó de hablar, se dio la vuelta y entró.
Yadira había hecho dormida a Raquel.
La niña sostuvo la ropa de Yadira con fuerza con sus pequeñas manos, y todavía estaba llorando aunque se quedó dormida. Se veía pobre pero linda.
Yadira escuchó los pasos de Delfino que se acercaban, levantó la cabeza e hizo un gesto de “silencio” hacia él, le dio dos palmaditas suavemente a Raquel y se aseguró de que estuviera dormida, así que se puso de pie y la sostuvo para llevarla a la habitación.
Delfino se acercó a recogerla, Yadira se volvió de lado, negó con la cabeza y dijo, -Lo hago yo misma.
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