Yadira Jimenez lo había firmado, y era lógico que el Grupo Dominguez fuera de hecho suyo ahora, y que de hecho fuera la jefa.
Pero, ¿por qué se vería obligada la jefa a ser así por sus propios empleados?
Delfino inclinó la cabeza para mirar a Yadira, y parecía poder leer su mente de un vistazo.
-Jefa, me puedes hablar sobre la forma en que quieres que te complazca, mentalmente o físicamente.
Yadira se rio, extendió la mano para presionar su pecho y dijo en voz baja, -¿Crees cuál de las dos maneras prefiero?
Delfino entrecerró los ojos levemente, su garganta se movió, sostenía su mano sobre su pecho, y su voz era tenue, -Creo que quieres la última.
Parecía un poco aterrador, pero tenía un poco de sensación sensual.
Por supuesto que Yadira no pudo ganarlo. Ella apretó la mano sobre su pecho y lo alejó un poco lejos con fuerza, y luego arregló su ropa fingiendo estar tranquila, -¿No dijiste que tienes hambre? Conduce rápido y vamos a comer.
Delfino la miró y dijo, -Realmente no me importa si voy a comer o no.
Yadira recordó que Delfino ya había tenido muchas habilidades de hacerla sentir afecto tres años antes.
Yadira mostró una cara seria y el volumen aumentó un poco, -¡Si no vas a conducir, te voy a descontar tu salario!
Delfino se sorprendió por un momento y luego se rio a carcajadas.
Con solo escuchar la risa, se podía saber que estaba él de buen humor en este momento.
Yadira no sabía de qué estaba feliz, pero no pudo evitar sonreír con él.
Delfino le arrojó su teléfono móvil, -Llama a Apolo.
Después de que terminó de hablar, puso en marcha el auto.
Yadira solo pensó que él tenía algo que decir a Apolo Tapia, por lo que ella lo ayudó a marcar el número de teléfono de Apolo y le pasó el teléfono a la oreja de manera muy íntima.
-Ven a comer en el Club Dorado -después de que Delfino terminó de hablar, agregó-, trae a Cerilo.
No esperó a que Apolo hablara, le dijo a Yadira, -Listo.
Significó que le pidió a Yadira que colgara la llamada.
Yadira tomó el teléfono y lo ayudó a despedirse de Apolo.
-Delfino está conduciendo, nos vemos, hasta luego.
Apolo miró su teléfono móvil, perdido en sus pensamientos.
Esta llamada provino del teléfono móvil de Delfino. Éste solo dijo que fuera al Club Dorado para almorzar, y era Yadira quien finalmente colgó.
En esta información corta y limitada, Apolo entendió rápidamente el punto.
Delfino y Yadira se habían reconciliado y su relación era muy buena ahora.
Al pensar que seguía siendo soltero, Apolo no pudo evitar sentirse triste.
Suspiró y llamó a Cerilo Oliver.
Transmitió lo que Delfino había dicho, y Cerilo se burló, -No voy.
-¿Por qué no? Es raro que Delfino nos invite a comer -Apolo lo pensó detenidamente lo que Delfino tomó la iniciativa de buscarlo para comer juntos, como si la última vez ya hubiera sucedido en su vida anterior. .
-Ya te dije que no voy -respondió Cerilo con mucha firmeza.
Apolo estaba un poco confundido, pero no lo persuadió más y fue al Club Dorado solo.
***
Cuando llegó Apolo, los platos pedidos por Delfino y Yadira ya estaban listos sobre la mesa.
Se sorprendió al descubrir que había algunos platos en la mesa que le gustaban.
Apolo estaba tan conmovido que casi lloró.
-No estoy enojado.
Yadira le sirvió un trozo de carne, y Delfino sacó la carne a un lado y no la comió.
Él dijo que no estaba enojado, cómo podría ser la verdad.
El humor de este hombre era como el cielo en junio que cambiaba a menudo.
Yadira lo pensó detenidamente. vinieron juntos al Club Dorado, y antes de que llegara Apolo, Delfino parecía estar un poco feliz.
De repente, ahora se puso enojado, excepto por el hecho de que pidió los platos favoritos de Apolo, Yadira no podía pensar en nada más que lo enojara.
No sabía porqué se le podría hacer enojar tan fácilmente a este hombre.
Yadira le dijo sin querer, -Vamos al hospital para chequear tu hígado si tienes tiempo libre después.
Delfino simplemente la miró, luego volvió a seguir comiendo.
Así que Yadira agregó, -Las personas que a menudo están enojadas tienen mal hígado.
Delfino dejó el tenedor y se volvió hacia ella, con mal tono, -¡Yadira!
-¿Para qué me llamas? -ella levantó un poco la barbilla y lo golpeó levemente en la cabeza.
Delfino se sorprendió, tocó la cabeza que había sido golpeada por Yadira, pero por un momento se olvidó de reaccionar.
Yadira aún no había visto tal reacción de Delfino, y le dijo, -¡Compórtate bien si quieres casarte!
No había expresión en el rostro de Delfino, éste solo volvió la cabeza sin una palabra y sin mirarla.
Yadira se sintió un poco culpable, ¿se había pasado con él?
En este momento, Delfino dijo inasiblemente, -Vale.
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