Matrimonio de primera romance Capítulo 538

Cuando Raquel Dominguez oyó las palabras de Yadira Jimenez, caminó obedientemente y no saltó más.

Al llegar al salón, ella soltó la mano de la criada y corrió hacia Yadira.

Yadira se puso de cuclillas y abrazó a la niña, quien se le acercó corriendo y la besó en la cara.

En aquel entonces, Raquel se concentraba en las manzanas que pintó, por eso no tuvo tiempo para pensar en el beso de amor de Yadira.

Ella pasó su cuaderno de dibujos a la página, donde estabas la manzanas que había dibujado y se las mostró a Yadira como si estuviera presentando un tesoro y dijo, -Mamá, mira las manzanas que pinté.

Las líneas de colores varios cubrieron todo el papel de manera espontánea, por lo cual aunque Yadira las observó varias veces, no consiguió ver ninguna forma de manzana. Sin embargo, obviamente Raquel estaba muy contenta.

Mientras ella hojeaba el cuaderno, hablaba consigo misma, -Voy a dibujar tres manzanas más y albóndigas...

Yadira descubrió que a Raquel le encantaba mucho hacer dibujos.

No obstante, como en ese momento estaba tan pequeña que no supo dibujar nada y solo elegir el color que le gustaba para pintarlo en el cuaderno.

Por el contrario, a causa de que Raquel disfrutó de la pintura, Yadira no diría nada para desanimar su entusiasmo.

Yadira la sostuvo y se sentó en el sofá. Luego, tomó el cuaderno de dibujos y lo observó detenidamente durante un buen rato y dijo sonriendo a Raquel, -¡Pintaste muy bien, pero creo que podrás hacer mejores dibujos en el futuro!

Una vez que Raquel escuchó lo que habló Yadira, se cubrió la boca y sonrió tan feliz que entrecerró los ojos como si se sintiera tímida.

Yadira tocó su frente y preguntó, -Mi pequeñita, te avergonzaste, ¿eh?

Raquel sonrió alegre tomando las manos de Yadira.

En aquel entonces, Delfino Dominguez volvió.

Los niños siempre querían ser reconocidos y elogiados por personas cercanas, incluida Raquel.

Viendo a Delfino, sacó el cuaderno y corrió hacia él.

Yadira supo que Delfino estaba de mal humor en aquel momento, por lo que se puso de pie preocupada y habló, -¡Raquel!

Sin embargo, ésta no oyó sus palabras y llegó hasta donde estaba Delfino, levantó el cuaderno de dibujos y dijo, -Papá, papá, mira las manzanas que pinté, dos grandes manzanas...

Cuando él entró en el salón, ya frunció las cejas, y al ver las manzanas dibujadas en el cuaderno de Raquel, arrugó más el ceño.

Yadira creyó que algo malo iba a ocurrir, por eso habló, -¡Delfino!

A ella le preocupaba que Delfino dijera tonterías.

En esos días, pareció que Delfino no había sido tan amable con Raquel y tampoco tan paciente como antes. Yadira temió que el siguiente segundo él contara algo malo como por ejemplo, “Dibujaste horrible”.

Delfino levantó un poco los párpados y miró a Yadira. Luego echó una mirada al cuaderno de Raquel.

No dijo nada hasta que dos segundos después, habló, -Sí.

Como Raquel no consiguió el elogio de Delfino, se sintió un poco decepcionada, pero finalmente hizo un puchero y dijo, -Bueno.

Retiró el cuaderno de dibujos, levantó la cabeza parpadeando para ver a Delfino y luego se dirigió hacia Yadira con la boca cerrada. Ella se fue tan pronto como Delfino subió las escaleras sin mirar atrás.

Después de que Raquel se acercara, Yadira acarició su cabeza y habló, -Tu papá también cree que pintaste perfectamente.

Al escuchar las palabras de Yadira, Raquel levantó la cara, que parecía una empanada y la miró de manera confundida.

“¿Papá me alabó?” Raquel pensaba.

-A tu papá le parece que hiciste muy buen dibujo. Tienes que esforzarte más. ¡Ánimo! -dijo Yadira haciéndole un gesto de estímulo.

Raquel también aprendió a hacer la misma señal y luego sonrió satisfecha.

“¡Qué lindo ser un niño! Ellos no comprendieron nada y pudieron ser felices por mucho tiempo con pocas alabanzas.” Yadira pensaba.

Yadira levantó la cabeza para mirar hacia arriba y encogió las cejas pensando en las palabras de Delfino.

Era más difícil satisfacer a un hombre que a un niño.

Yadira dejó de sonreír y se puso seria y replicó, -Cómelas.

-Sí -contestó Raquel. Viendo que la sonrisa desapareció en la cara de Yadira, la niña no tuvo más remedio que alimentarse de verduras.

Yadira no le dejó salir hasta que terminó de comerlas.

Se reclinó en la silla, recordó algo y sacó el celular.

Sin embargo, no encontró ningún mensaje no leído de WhatsApp ni llamadas perdidas.

Mariano Magrina no la había llamado.

“No obstante, si Mariano hubiera sabido que lo busqué, habría conectado conmigo. ¿Acaso después de que me marchara, él no regresó a su Clínica Psicológica?” Yadira pensaba y creyó que era bastante posible que no le hubiera llamado por esta razón.

Ella encontró el número de Mariano en la agenda de teléfonos, dudó un poco y le llamó.

El celular sonó varias veces, pero nadie lo recogió y finalmente se colgó automáticamente.

Yadira marcó de nuevo el teléfono de Mariano, pero este sonó dos veces y luego fue colgado.

Si el teléfono estaba conectado y sonó dos veces, pero después se colgó, generalmente fue colgado por personas.

¿Mariano la colgó?

¿En qué estaba ocupado a esa hora?

Yadira le llamó nuevamente, por el contrario, esta vez el teléfono no fue conectado.

El móvil que estaba marcando ya se quedó apagado...

Yadira se asustó. Mariano era una persona prudente. Cuando ella estaba con él, nunca había visto que su celular se había apagado por no tener energía.

“¿Le pasó algo?”.

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