Yadira no se quedó mucho tiempo en la casa de Mariano y se fue.
Pero antes de salir, volvió a su estudio y no encontró ninguna pista útil.
Había estado fuera durante toda la mañana y cuando llegó a casa era casi mediodía.
Aunque Delfino había dicho antes que no volvería para comer, Yadira había preparado el almuerzo ella misma.
Aunque Delfino no iba a volver para comer, ella y Raquel Dominguez todavía tenían que comer.
Pero, cuando ya había hecho la comida y estaba comiendo con Raquel, se oyó el sonido de la criada desde el exterior.
-¡El señor ha vuelto!
-¿Ha comido ya? Señor.
Al escuchar sus palabras, Yadira miró hacia la puerta del comedor.
Raquel, que estaba sentada a su lado, se alegró al instante y dijo felizmente, -¡Papá ha vuelto!
Yadira le acarició la cabeza.
Aunque Delfino no sonreía mucho y era un poco serio con Raquel, a Raquel le seguía gustando mucho.
No tardó en aparecer una figura alta en la entrada del comedor.
Delfino se dirigió directamente a la mesa y tomó asiento justo enfrente de Yadira.
-Papá -Raquel le llamó alegremente, con la boca embadurnada de la sopa de las alas de pollo, que era muy linda.
Delfino respondió, hablando en voz baja, -Límpiate la boca.
-Vale.
Luego Raquel sacó un papel de la caja y se lo pegó a la boca para limpiarlo.
Quitó el papel, miró la sopa de color amarillo manchada en el papel, se sorprendió y tiró el papel a un lado con disgusto.
Cuando Delfino vio que ella no se había limpiado, tomó un papel y se inclinó ligeramente hacia delante, mirándola con una ceja levantada, -Ven aquí tú misma.
Raquel apoyó sus brazos en la mesa, estiró el cuello y adelantó la cabeza, para que Delfino le limpiara la boca.
Delfino la limpió cuidadosamente y luego tiró el papel a un lado.
En ese momento, un sirviente ya le había traído la comida.
Cuando recogió los tenedores, vio que Yadira le miraba fijamente.
Un destello de incomodidad pasó por el rostro de Delfino, y luego dijo ligeramente, -Salí para hablar de una colaboración, y resultó que ese sitio estaba cerca de casa, así que volví para comer.
La expresión de su cara le traicionó, y Yadira supo que se lo había inventado, pero no le dijo nada y le sirvió algo de comida, -Come.
Delfino bajó la cabeza y empezó a comer.
Cuando Raquel vio que Yadira le daba la comida a Delfino, hizo lo mismo y le entregó un trozo de cebolla.
-Papá, come tus verduras.
Delfino la miró, -Yo no como este plato.
Raquel frunció las cejas, -Mamá dice que no podemos elegir los platos.
Delfino le preguntó, -¿Tú no?
Raquel negó con la cabeza.
Una sonrisa apareció en la cara de Delfino, -Entonces come tú primero por mí.
-Bien.
Sin dudarlo, Raquel se metió la gran cebolla en la boca, y lo hizo demasiado rápido, así que Yadira no pudo detenerla.
Sin embargo, solo la masticó un segundo y la escupió.
Delfino solía ser un poco arrogante, y nunca hacía caso a nadie que no le gustara.
Odiaba a Mariano, pero como sabía en su corazón que Mariano había salvado la vida de Yadira, lo ayudó.
Lo sabía en el fondo, pero a veces iba a ser muy turco.
Delfino entrecerró ligeramente los ojos y dijo, -¿Gracias? ¿No nos casamos y ya eres cortés conmigo?
-¿Nos casamos? Para ser más precisos, nos vamos a volver a casar, ¿verdad?
Yadira se acercó a él, vio que su corbata estaba un poco desviada y trató de enderezarla.
En cambio, él de repente dio un paso atrás.
Con el ceño fruncido, Yadira alargó la mano y le agarró la corbata, diciendo con una mirada desagradable, -¿Intenta retroceder de nuevo?
Delfino la miró y luego miró la mano que agarraba su corbata. Sus nudillos huesudos sobresalían por la fuerza de su agarre y su mano parecía aún más pequeña.
Delfino levantó su mano y la colocó lentamente sobre la de ella, y aparentemente sin mucha fuerza, retiró su mano con mucha suavidad.
Tras apartar su mano, Delfino le preguntó, -¿Esto es violencia doméstica?
Yadira no sabía qué decir.
-Ve al grano -Delfino dijo seriamente-. Uno de mis hombres ha encontrado la información antes y la envió a mi correo electrónico. La he leído.
Delfino sacó su teléfono y encontró el correo electrónico que acababa de recibir y se lo entregó a Yadira para que lo leyera.
Yadira lo leyó rápidamente y finalmente fijó sus ojos en un nombre.
-¿Alfonso Magrina? -dijo Yadira, mirando a Delfino- ¡Realmente es hermano gemelo de Mariano!
Delfino se giró, se sentó en el sofá y dijo lentamente, -Mariano y Alfonso eran de la Ciudad Mar, pero cuando eran niños, sus padres murieron en un accidente y un hombre de ultramar los adoptó y se los llevó a vivir al extranjero, pero hay muy poca información sobre ese hombre que los adoptó.
Yadira frunció un poco el ceño, -No es difícil de entender. Ya es tan difícil averiguar la identidad de Mariano, así que es más difícil averiguar la del que los adoptó. Su padre adoptivo, debe ser un hombre poderoso, de lo contrario, no podría haber mantenido su identidad y la de Mariano y Alfonso tan ocultas.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio de primera
Quiero seguir leyendo...