Con el tono ligero e indiferente, Yadira Jimenez soltó las palabras. En cambio, al oírlas, Perla Jimenez sintió en el corazón mucho dolor.
Durante los últimos tres años, llevaba una vida muy dolorosa todos los días.
No logró la última vista con Jaime Lobo antes de que muriera, ni tenía a alguien a su lado que conociera a él.
Cuando lo extrañaba, ni siquiera encontró a una persona con quien pudiera hablar de él.
La nostalgia, el arrepentimiento… siempre estaba sufriendo bajo todo tipo de emociones, y la venganza era la única fe que la sostenía para sobrevivir.
Finalmente encontró la oportunidad de atrapar a Yadira, pero no quería matarla directamente. Contaba con un enorme odio hacia ella, pues nunca podría dejarla morir en forma tan fácil.
Perla la miró con frialdad y rabia, gritó, -¡Cállate! Yadira, ¡no hables!
-Vale -Yadira se quedó callada con honestidad, dejando de decir.
La manera de la que Perla la miraba, como si fuera una espada afilada, que al siguiente segundo la atravesaría hasta la muerte. Pero tampoco no le dijo más, sino que le lanzó tales palabras reprimiendo la ira, -Me rogarás.
Después de hablar, salió de la habitación llevando un grupo de gente.
¡Pum!
Se cerró la puerta de golpe, solo se quedó Yadira en la habitación.
En este momento, sintió el dolor en la frente.
Tendió la mano para taparla, y le requirió muchos esfuerzos antes de que se pusiera en pie tambaleándose.
Aquí tampoco había una toalla, pues cogió un trozo del vidrio del suelo y luego cortó una partita de la sábana para cubrir la herida.
Por suerte, la herida en su frente no era muy grave, que solo se le dio al tejido de la piel superficial. Estaría bien siempre que, cubriendo la herida, dejara que la sangre se coagulara.
Había sangrado mucho al sentarse en el suelo, sintiéndose muy débil, pero en ese momento, por haber derramado la sangre, se reanimó un poco.
Su teléfono se había roto por Perla en el aeropuerto, ahora en el cuarto tampoco había alguna cosa para ver la hora.
Ella solo podía distinguir por la escena oscura fuera de la ventana, que era de noche.
Si ahora era de noche en el País M, sería de día en País A.
Yadira antes había mandado un mensaje a Delfino Dominguez en el aeropuerto, y no lo contestó cuando él la llamó, así que ahora Delfino debía de haber sospechado, tal vez comenzaría partir para aquí.
Sin embargo, aquí era el País M, en lugar de la Ciudad Mar. Si Delfino venía aquí queriendo hacer algo, resultaría no tan fácil como en su ciudad.
Pensando en muchas cosas, por fin durmió con sueño pesado hasta el siguiente amanecer.
Cuando abrió los ojos, toda la habitación estaba llenaba de luz. Sin cerrarse las cortinas, la luz del sol atravesada por la ventana de vidrio brillaba sobre el cuerpo, que le trajo el calor.
Durante el período en que Yadira estaba en País M, fue la primera vez que hacía un buen tiempo. Antes de hoy, todos los días hacía mucho frío y el cielo estaba nublado, sin poder verse una luz solar.
¿Pasaría algo bueno con tan buen tiempo?
Ella tendió la mano para tocar la frente herida, donde se habían condensado los coágulos de sangre. Afortunadamente, era invierno ahora, si eso pasara en verano, la herida tendría que haberse inflamado.
Después de un buen sueño, se dio cuenta de que se alivió un poco la sensación de debilidad, al menos podía levantarse de la cama sin caer.
No sabía de dónde había adquirido Perla estas medicinas.
Además, no mucha gente se enteró de que esta vez ella se fue de la Ciudad Mar a aquí. Le parecía que no era accidental que Perla pudiera detenerla en el aeropuerto con tanta precisión.
¿Fue porque Perla siempre prestaba atención a su pista?, o ¿porque ella tenía otros cómplices?
¡El chasquido de la puerta!
Detrás de ella, anunció el sonido de abrirla.
Se apresuró a volver corriendo a la cama y acostarse, fingiendo estar débil y cansada.
La razón por la que Perla había ordenó a alguien para obligar que Yadira tomara este tipo de medicina que podía hacerla en debilidad, era que tenía miedo de que ella huyera. Si Perla supiera que ahora ella podía ponerse en pie y caminar, tendría que dejar que volviera a tomar la medicina.
Después de acostarse en la cama, al oír entrar a alguien, abrió los ojos, con una figura aturdida, pareciendo que acababa de despertarse.
Los dos guardaespaldas la sacaron de la cama directamente, levantándola uno de izquierda y el otro de derecha.
Ellos eran tan fuertes que Yadira sintió que sus brazos estarían a punto de dislocarse, pero aún tenía que fingir estar débil.
La llevaron al comedor.
Perla se sentaba a la mesa para las comidas, los dos guardaespaldas lanzaron a Yadira a la silla frente a ella.
Perla le limpió las manos con una toalla, levantó los ojos para mirar hacia Yadira. Luego desvió la vista con odio, y les dijo con indiferencia, -¿Os he ordenado que la llevéis para comer conmigo? ¿Ella es digna de estar a la misma mesa conmigo?
Al oírlo, los dos de inmediato la sacaron de la silla.
Yadira fue arrojada al suelo apretando los dientes. Por suerte, la silla no era tan alta, aunque se cayó al suelo, no le dolía mucho, pero se vio muy lamentable.
Perla la miraba con satisfacción a Yadira, quien se tendía en el suelo, mientras ella misma se sentaba en la silla, lo que le surgió un sentido de superioridad.
Gozaba mucho del sentimiento de mirar a alguien desde arriba, sobre todo, a Yadira.
Desde que eran jóvenes, Yadira era inferior a ella en cualquiera parte. Pero no sabía por qué, podía tomar una vida mejor que la suya.
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