Matrimonio de primera romance Capítulo 561

Por supuesto, Perla no se resignó a aceptar la realidad.

Salia Costa y Yadira eran nada más que las sirvientes a su cualquiera orden. Y este concepto se había arraigado en su corazón desde la infancia. Aun hasta ahora, todavía tenía el mismo pensamiento.

A su opinión, Yadira debía ser una servidora sin quejarse, arrodillada bajo sus pies.

Sin embargo, esa mujer, quien originalmente fuera la sirvienta suya y bajo su control, ¡mató a su Jaime!

Después de muchas adversidades, por fin estaba con él, ¡pero fue matado por esta hija de puta y Delfino!

Perla se mordió los labios, levantándose y caminando frente a ella, alzó la mano y le dio una bofetada con mucha fuerza en la cara, -Yadira, estos dos días son los míos más felices en los últimos tres años, ¿sabes la razón?

Ella usó tanta fuerza en esta bofetada que casi la mitad del rostro de Yadira se quedó entumecida. Tras tomar una respiración honda y mover su mandíbula, tardó unos segundos en que la cara recuperara la sensación.

Yadira giró la cabeza y miró su cara terrible burlándose, -No sirve nada cuánta felicidad sientes ahora, Jaime nunca volverá a la vida para siempre.

Le lanzó tales palabras con objetivo intencional de indignarla. Y también Perla se quedó enojada fácilmente por lo que dijo.

Tendió la mano para agarrar su ropa, -Yadira, no creas que has llevado unos días cómodos, realmente podrás vivir de manera confortable y sin preocupación. No finjas a propósito calmarte, porque no serás capaz de quedarte con calma muy pronto.

Yadira enarcó las cejas, con una cara llena de indiferencia, -¿En serio?

Mostró tal emoción no era que consideraba como poca cosa sus palabras, sino que aspiraba mucho a saber qué en realidad Perla estaba ocultando. De tal modo, quería que ella misma pudiera decirlo a través de enfadarla.

Pero esta vez Perla tenía el aguante mejor que antes. Desde ayer hasta hoy, mientras Yadira encontraba la oportunidad, la encolerizaba, pero en cambio, Perla nunca le lanzó ni una palabra útil.

Eso hizo que Yadira sintiera un poco increíble, y al mismo tiempo, un poco inquieta.

Sospechó que Perla realmente contaba con ciertos medios más poderosos para lidiar contra ella.

Perla dio una risa fría, poniéndose en pie, regresó a la mesa y le arrojó una pieza de pan a Yadira, dijo de manera como dar la limosna, -¿Tienes hambre? Así cómelo.

De hecho, Yadira tenía alguna hambre, pero que no llegó a tal nivel que estaba inconsciente para recoger del suelo algo para comer.

-¡Eres muy firme! -la mirada de Perla se volvió muy sombría.

Lo que más odiaba, entre todo, era que Yadira nunca se rendiría pasara lo que pasara, que le molestó mucho.

Pero no se necesitaba mucho tiempo, ella podría derrotarla por completo, dejándola no seguir manteniendo tal calma.

Yadira, sentada en el suelo, no hizo ni un sonido, Perla tampoco quería hacerle caso y comenzó a comer.

Aunque era muy lamentable el aspecto de sentarse en el suelo, siguió prestando atención a Perla.

En comparación con la última vez al verla, ahora ella parecía más delgada. También tenía mala apetito, tardando mucho tiempo en comer una piecita de pan, y solo terminó con media taza de leche.

No era difícil para distinguir que, en este momento, incluso con maquillaje pesado, el color de su cara resultaba muy mal.

Al verla la última vez, Yadira se dio cuenta de que le había pasado algunos problemas mentales, quien se facilitaba a quedar en ira, y además, siempre tomaba medicinas.

Ella, inmutándose, siempre la examinaba, hasta que Perla terminó de comer y se fue.

Salió con unas personas, pero no llevó a Yadira, alrededor de quien quedaron dos guardaespaldas.

Pero ellos tampoco la estimaron, solo charlaron juntos de pie, sin preocuparse de que fuera a huir.

Yadira sintió que tenía algo secreto en el corazón de Perla. En los últimos días lo que la hizo, conforme a su carácter, realmente no equivalía al tormento.

Le parecía que ella estaba conteniendo la ira y aún no la hacía algo cruel.

Los dos guardias de seguridad siempre hablaron a un lado, ignorándola. Yadira se sintió un poco cansada por fingir no tener fuerza, así movió su cuerpo junto a la silla contra la cual para relajarse.

También sería una cosa agotada fingir ser una persona débil.

Detrás de el que sostenía la pistola, había una figura familiar para ella.

Mirando el bulto, Yadira murmuró, -Delfino.

Frente a ella había silla y mesa, por lo que naturalmente no podía verla de un vistazo al entrar alguien.

Dijo en voz muy baja, pero Delfino, como si la hubiera oído, caminó con precisión hacia donde estaba ella.

Él vino aquí con mucha gente, detrás de él, también existiendo Xulio y un grupo de guardaespaldas, quien se veían no ser personas comunes, con cara severa.

Uno de los dos guardias, quien originalmente quedaron aquí para vigilarla, fue apuntado a la frente por la pistola, y el otro, al ver eso, bravuconeó con voz entrecortada, -¿Quién eres? Lo que haces equivale a irrumpir en casa privada…

Delfino solo le dio una mirada, dando la vuelta y alzando las comisuras de boca, luego lo pateó con fuerza hacia afuera.

Después, caminó hasta frente a Yadira.

Fijando los ojos por unos segundos en ella, se tendió la mano, pero de repente se detuvo, luego se retiró.

En este instante, despegó los labios, diciendo con voz un poco baja y ronca, -¿Puedes ponerte en pie tú misma?

Ella atrapó la silla con la mano tendida, mediante la cual se levantó.

Antes de que se mantuviera bien de pie, el hombre frente de ella le dio un abrazo.

Durante casi 24 horas, desde que fue arrestada por Perla hasta ahora, Yadira no se había lavado, ni cambiado de ropa, así en este momento toda la persona se veía muy lamentable.

Ella dejó en tranquilo que Delfino la abrazara por un momento, y luego lo empujó y le dijo con un tono muy relajado, -Déjame ir primero, desde ayer no me he lavado la cara.

Pero Delfino no la soltó, sino que se quedó abrazándola en silencio por un rato, dijo sin expresar la emoción, -Todavía no te despreciaba, aunque antes eras tan fea como un fantasma.

Yadira curvó los labios, golpeándolo de manera enojada con el puño, -¡Eres tan feo como un fantasma!

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