Matrimonio de primera romance Capítulo 591

Después de que ella dijo, Delfino no hizo respuesta. En la habitación se quedó en profundo silencio.

Yadira tampoco lo apresuró, solo esperando su respuesta con paciencia.

Un largo tiempo tras, él le respondió con una solo palabra, -Bueno.

Aun no respondiéndola directamente, un hombre tan arrogante y presumido como él, podía aceptar las palabras que ella dijo y estaba dispuesto a ceder, lo que equivaldría a un gran progreso.

Justo en ese entonces, afuera sonó el ruido de tocar la puerta.

Ellos dos se miraron, y ella se irguió con la expresión ligeramente cambiada, -Voy a ver.

Se puso de pie, pero hizo una pausa antes de preguntarle con cuidado, -¿Vas a esconderte en el armario… o el baño?

La situación actual era especial, y además, Delfino entró por la ventana, si fuera descubierto por los hombres que se subordinaban a Mariano, sería catastrófico el resultado.

El rostro de Delfino se puso hosco y se volvió caminando al baño.

Viendo ir allá a él, Yadira se dirigió a la puerta e iba a abrirla.

Pero él volvió a la mitad del camino, entró en el armario bajo la vista sorprendida que le lanzó Yadira.

Este dormitorio era bastante grande, y el armario también era amplio, así que era más suficiente que caber un hombre alto y fuerte.

Después de verlo entrar en el armario y asegurar que estaba bien escondido, no viendo ningún raro por allá, ella fue abrir la puerta.

Antes de terminar de girar el pomo de la puerta, preguntó, -¿Quién está afuera?

Sonó la voz de una mujer, -Yo.

¿Era Josefa?

Yadira pensaba por un rato: ya era tan tarde, ¿para qué vino Josefa a buscarla?

Ella generalmente no vino a la habitación a buscarla.

Yadira abrió la puerta y vio a ella permanecer vestida con el abrigo y las botas que se llevaba por el día, y parada por la entrada con un escalofrío extendido por todo su cuerpo, en cuyos ojos se mostraban unas impaciencias, pareciendo sentir que Yadira había tardado mucho tiempo en abrir la puerta.

Ella examinó por Josefa sin expresar nada, finalmente llegó a la conclusión: ella acababa de regresar de fuera.

Pero apenas llegó a casa, y se apresuró a buscarla, ¿acaso era que Josefa había encontrado algo?

En la apariencia, Yadira no mostró ni una mínima expresión extraña, le preguntó de manera muy natural, -Señorita Josefa, ¿qué pasa?

Toda la gente que estaba en esta villa la llamaba Señorita Josefa, pero solo cuando Yadira la llamó así, ella se sintió muy incómoda.

-¿No me invitas a entrar?

Josefa miró por detrás de ella a la habitación, con cara impasible, sin que supieran lo que pensaba.

Yadira, ni asintió ni negó, solo le respondió, -Raquel ya está durmiente.

Entre las palabras, lo que realmente dijo fue que no quería que ella entrara.

Josefa levantó levemente la barbilla.

-Me comportaré lo más calladamente posible.

En ese instante, ella estaba segura de que Josefa vino aquí de repente por haber descubierto algo.

-¿No podemos hablar mañana?

Su tono también se puso un poco impaciente, con las cejas ligeramente fruncidas, y en los ojos surgió frialdad.

Josefa nunca había visto tal aspecto que expresó Yadira, en su impresión, ella siempre era una mujer débil y bonita, incluso cuando estaba peleándose con alguien, solo se enfrentaba con calma.

Después de entrar en el cuarto, Josefa observó la cama, y al darse cuenta de que Raquel realmente estaba durmiente, ralentizó los pasos.

Viendo eso, Yadira se sintió sorprendida. Ella no era persona tan mala.

El armario contaba con seis puertas, muy grande.

Josefa llegó frente a eso, sin sentir que su movimiento era descortés, abrió una puerta tras otra con el fin de examinar.

Yadira se quedó frente al baño, manteniendo la serenidad en la superficie, pero su corazón se volvió cada vez más tenso a medida que se aumentaría el número de la puerta abierta.

Finalmente, al abrir hasta la cuarta puerta, Josefa de repente dio la vuelta y la miró.

Ella enarcó las cejas, -¿Por qué te detienes?

Pensaba que tal vez debido a la influencia demasiada que le había traído Delfino, podría permanecer tal calma en este momento. Solo Dios sabía cuánto preocupada estaba de que Josefa lo encontrara.

Entrecerrando los ojos, Josefa volvió la vista hacia el baño detrás de Yadira, quien, sin cambiar la expresión, se movió deliberadamente unos pasos hacia un lado para hacer un fenómeno falso de cubrir la puerta.

Como el resultado, ella cayó en la trampa. Con pasos rápidos, se encaminó directamente hacia la puerta.

Yadira decidió realizar una actuación completa, por lo que tendió la mano para detenerla, -¿Qué vas a hacer?

Alzando las comisuras de boca, Josefa se rio fríamente, -Quería ir al baño.

-Josefa, ¡no seas demasiada!

Yadira persistió en quedarse frente a la puerta, pero Josefa pasó por ella y abrió directamente la puerta.

La distribución del baño saltó a la vista, en el que nadie estaba.

Josefa se volvió de pronto y miró hacia Yadira, -¿Me engañaste?

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