Matrimonio de primera romance Capítulo 617

Lo que Delfino no sabía qué decir fue de raras veces, con tal que Yadira se burló orgullosa.

Delfino se acostaba sin decir nada. Después de un rato, le dio un golpe al culo de Yadira como si no pudiera resignarse a que su mujer se le burló.

-No te me burles.

Yadira levantó su cabeza. Los ojos fueron brillantes como joyas, y sus mejillas fueron un poco rojas como manzana recién madurada.

-Entonces, ¿reconoces que yo puedo hacer lo que no puedes?

-Estás caprichosa.

El tono de Delfino era frío, pero evidentemente, no se puso enfadado realmente.

-No tienes razones.

Yadira divertida le dijo.

Delfino entrecerró los ojos y le dijo en tono lleno de amenaza,

-Repítelo de nuevo.

Solo tonta lo repitió. Obviamente, Yadira no fue la tonta.

Vio el alrededor del cuarto y le preguntó con cuidado,

-¿Y Raquel? ¿Dónde está Raquel?

Fue la pregunta que antes ya quería preguntarle, pero tenía miedo para hacerlo.

Debido a que en aquel entonces el incendio era muy grande, temía que si Delfino llegó un poco tarde…

Hablando de Raquel, el tono de Delfino se volvió serio y le respondió,

-Ella está bien.

Cuando se apresuró a entrar en la habitación de Raquel antes, descubrió que el fuego aún no había llegado a la habitación de Raquel, pero la habitación estaba llena de humo.

Si fuera un poco más tarde, fue imposible que viera a Raquel viva y sana.

Raquel también era una niña inteligente. Cuando se dio cuenta de que estuvo en peligro, se retiró en el baño.

Después de que Delfino la encontró, rompió la sábana, ató a Raquel con los jirones y la dejó desde el tercer piso.

Delfino todavía recordaba que cuando abrazó a Raquel en el alféizar de la ventana, el rostro de Raquel se puso pálido de miedo, lleno de súplicas.

No quería saltar, asustada.

Delfino lo sabía claramente, pero la dejó caer sin dudarlo.

La sábana podía soportar el peso de una niña pequeña, pero no podía soportar a Delfino. Por eso, no le quedó más remedio que salió por el camino por el que acabó de entrar.

Sin embargo, fue innecesario que Yadira supiera las dificultades y peligros en ese proceso.

Yadira, naturalmente, creía en Delfino por completo.

Delfino le dijo que Raquel estaba bien y Yadira estaba convencida.

-Entonces, ¿dónde está?

Quería ver a Raquel ahora.

-Les mandé que la llevaran a la Ciudad Mar durante esa noche.

Le contestó Delfino.

Al Yadira oírlo, se quedó en silencio por un momento y dijo,

-Está bien

Fue una buena idea que le dejó a Raquel regresar al País M, debido a que Para ellos la Ciudad M fue más segura.

-Siempre y cuando que ella esté bien, puedo dejar de preocuparme.

Yadira sintió que le debía demasiado a Raquel.

Los ambos estaban en silencio.

Después de un rato, Yadira cambió de un tono de negociación y le dijo,

-Delfino, lo hablo en serio. No puedo volver a la Ciudad Mar contigo. Voy a volver a la villa de Mariano. Intento ayudarte a investigar el por qué te odia tanto.

-¡Yadira!

Dijo Delfino casi apretando los dientes,

-¿Te parece que puedo permitir a mi mujer correr en el peligro?

Yadira también fue un poco impetuosa e impulsiva.

Yadira acentuó y alzó la voz,

Cuando estaba a punto de llegar al balcón, se dio la vuelta y le dio un abrigo a Yadira.

Aunque la calefacción estaba encendida en la habitación, Yadira solo llevaba un vestido delgado.

Yadira tomó su abrigo y miró hacia el balcón. Se levantó, se vistió el abrigo y también caminó hacia el balcón.

Afuera del balcón, el cielo nocturno era sombrío y luces eran escasas.

Delfino, con un cigarrillo entre los dedos, se paró tranquilamente.

Un trozo de ceniza se acumuló en el cigarrillo y no se sacudió. Al ver que el cigarrillo estaba a punto de quemar su dedo, Delfino pareció recuperar sus consciencias. Dio un golpecito al cigarrillo y luego se lo llevó a los labios para tomar una respiración profunda.

Delfino no fue fumador.

Yadira se quedó en silencio junto a la puerta durante un rato, luego se dio la vuelta y planeó salir.

Delfino se la llevó. Apolo y los demás no se quedaron más tiempo en el banquete. Quería ver a Noela y hablar con ella.

Cuando abrió la puerta, escuchó la voz fría de Delfino detrás de ella,

-¿A dónde vas?

Yadira volvió la cabeza y vio a Delfino caminar hacia ella.

Después de acercarse, cerró la puerta que Yadira había abierto hasta la mitad.

Yadira miró la puerta cerrada y dijo cariñosamente,

-Veo que estás fumando en el balcón, quería ir a buscar a Noela.

Delfino frunció las cejas y le preguntó,

-¿No te preocupas por mí si fumo?

-Pero, no fumas con frecuencia. ¿No?

Yadira sabía que Delfino solo fumó uno o dos cigarros cuando se encontraba con muchas dificultades o molestias. Dado que Delfino no era adicto a los cigarrillos, razonablemente ella no se preocupaba por él.

-Entonces, empiezo a fumar muchos cigarros todos los días -le dijo Delfino.

Después, sacó un paquete de cigarrillos de su bolsillo, encendió un cigarrillo frente a Yadira, y al final, se lo llevó a los labios.

Dio un sorbo al cigarrillo, espiró el humo hacia Yadira, llevó el cigarrillo entre el dedo índice y el dedo medio y le preguntó serio,

-¿Ahora, te preocupas por mí?

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