Apenas caminó unos pasos, escuchó Yadira unos ruidos por detrás. Volvió la cabeza, y lo vio a Delfino caminando hacia ella.
Se detuvo allí inmóvil hasta que se le acercó Delfino, y le dijo:
—No me digas que vas a comer aquí.
Yadira miró el restaurante donde acababa de reunirse con Noela.
Ni siquiera la miró, entró Delfino directo ahí.
Por mucho tiempo se quedó Yadira aturdida ahí mirando su espalda.
«¿No será una broma?»
Si no hubiera tenido experiencia semejante, Yadira pensaría que lo hizo Delfino a propósito.
«Al fin y al cabo, no es la primera vez que se comporta así.»
Noela no sabía que Yadira se había marchado a través de la puerta trasera. Por mucho tiempo no volvió ésta, entonces sacó el teléfono para llamarla, justo en este momento entró Delfino.
Al abrirse la puerta, entró un viento fuerte.
Apenas lo vio a Delfino entrar, Noela se quedó sorprendida con la boca abierta, y gritó,
—¡El jefe Delfino!
Delfino la miró y preguntó:
—¿Comiendo?
—Ah, sí —respondió Noela y luego añadió antes de que Delfino se pusiera impaciente—, sí, estoy comiendo.
En este momento, entró Yadira.
Noela se quedó ahora totalmente confundida.
—Pero, Yadira, ¿tú no estabas en el baño? —preguntó Noela en un tono lleno de asombro.
Yadira se sentó frente a Noela y preguntó:
—¿Todavía no se ha servido nada? Tengo mucha hambre.
Terminadas las palabras, salió el dueño del restaurante con los platos bien hechos,
—Ya está todo listo.
—¡Gracias! —dijo Yadira agarrando los palillos.
—¡Buen provecho! —dijo el dueño sonriendo.
Cuando se vio la vuelta, vio a Delfino sentado ahí.
«¡Qué suerte me ha tocado hoy! Rara vez vienen los ricos a mi tienda, pero, ¡hoy han llegado tres en el mismo día!»
Su clientela era los alumnos o los vecinos del barrio, no eran frecuentes las personas guapas y ricas, por lo tanto, el dueño se quedó un poco halagado. Entonces se le acercó y preguntó en voz baja,
—¿Qué quiere este señor?
«A pesar de un rostro joven, parece ser mucho más serio que me imagino.»
Lo miró Maximiliano a Delfino sorprendido por un momento, luego se sentó al lado de Yadira.
—Sí —dijo Maximiliano en un tono poco animado.
—¿Estás llena ya? Si lo estás, vámonos —dijo Noela con una sonrisa forzosa.
—Vale, vámonos pues.
Yadira le echó una mirada furtiva a Delfino cuando le pasó por lado. No comió los platos, estaba revisando atento los mensajes. Apenas lo pasó, escuchó un audio de voz femenino:
—Cariño, mañana acompáñame a ver la peli, ¿vale?
Sin ninguna vacilación, Delfino respondió:
—Vale.
En este momento, Yadira ya llegó a la puerta.
Apenas se abrió la puerta, el viento fuerte sopló por su rostro. Con el viento, el rostro de Yadira se volvía aún más pálido.
Noela la miró preocupada y la abrazó.
—Yadira, ¿estás bien? —preguntó Noela cuando salieron del restaurante.
—Estoy bien —sonrió Yadira forzosa—. Romper las relaciones es normal entre los novios. ¿Quién no ha sufrido el amor? Además, uno no podrá vivir sólo con el amor. Tengo a Raquel, a ti y a mi trabajo, me siento feliz ahora más que nunca.
Terminadas las palabras, Yadira se sintió mucho más aliviada.
«El sufrimiento que he experimentado del amor no es nada comparable con el futuro por delante.»
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