Matrimonio de primera romance Capítulo 673

Eran pocos a los que mostraba cariño Raquel después de aquel incendio, entre ellos con Xulio se llevaba bastante bien porque la trataba con paciencia y gentileza, algo que no lo había hecho su propio padre Delfino por su genio poco accesible. Siendo el testigo de su nacimiento y consciente del sufrimiento que había padecido, Xulio le tenía un afecto especialmente cariñoso a la chiquita.

Sonrió Xulio con ternura, y luego le dio un caramelo de manera mágica. No lo cogió Raquel hasta tener el consentimiento de Yadira.

Luego se dirigió Xulio a Yadira:

—Os estaba esperando, ahora que habéis llegado, entramos.

—Todavía me suena el entorno de aquí, no hace falta que nos sirvas de guía —dijo Yadira con una sonrisa forzosa.

—No te ofendas, señorita Yadira, con Raquel a tu lado, no te resultará fácil el movimiento. El señor Delfino lo planeó todo para su conveniencia —explicó Xulio sonriendo.

Era Xulio un hombre discreto y astuto, siempre dispuesto a defender a su jefe Delfino.

—Vale, ¡muchas gracias! —dijo Yadira con un rostro poco sorprendido.

—Seguidme por favor —suspiró Xulio.

No entraron por la puerta delantera sino la trasera, donde tomaron el ascensor de uso exclusivo para Delfino ubicado a la entrada del estacionamiento.

«Con tantos rodeos, ¡le debería costar mucho trabajo para que nadie descubriera nuestra relación!»

Sonrió Yadira con cierta impaciencia.

«Los hombres no son menos astutos que las mujeres en cuanto a las intrigas de amor.»

Salieron del ascensor cuando llegaron al piso de la oficina de Delfino.

—¿Está el señor Delfino con mucho tiempo libre últimamente? ¿Por qué le importa tanto una negociación tan insignificante? —preguntó Yadira en un tono un poco rústico.

—Él es un hombre responsable, con todos los proyectos —respondió Xulio con paciencia.

«¡Mentiroso! Está al lugar de su parte, claro que le defenderá. Pues frente a su astucia, no creo que pueda conseguir información valiosa.»

Cuando llegaron delante de su oficina, Xulio llamó a la puerta:

—Señor, ha llegado la señorita Yadira con su hija.

—Adelante.

Al abrir la puerta, les cedió paso Xulio.

«¿Por qué tenemos que firmar el contrato en su oficina? No entiendo sus raros comportamientos.»

Entraron en su oficina mientras Delfino estaba leyendo documentos con atención. Hasta que llegó al frente de su mesa, levantó la cabeza y las miró.

—Que se quede aquí Raquel, puedes ya confirmar el contrato con ellos en la sala de reunión. Cuando terminas, que te la lleves de aquí —dijo Delfino en un tono poco animado.

Escuchando sus palabras, Yadira se quedó atónita de repente, con las miradas fijas en el suelo.

—¿Eres novata? —preguntó Delfino.

En el Grupo Dominguez no reclutaban con frecuencia a los secretarios ni hablar de los novatos. Los que tenían acceso directo a Delfino eran aquellos de confianza y de experiencia. Si no hubiera sido por su capacidad cualificada y relación con algunos conocidos en la empresa, no habría podido acercárselo a él en una edad tan joven. Sería imposible que ella no tuviera nada ilusión en él.

«Es un hombre joven y competente, ¿a quién no le apetece?»

—Sí, señor Delfino, soy recién llegada y mi nombre es Yolanda Santos —respondió la secretaria avergonzada.

—¿Te pregunté alguna vez por tu nombre? —dijo Delfino en un tono indiferente.

Con la cabeza gacha, Yolanda se quedó nerviosa.

Había pensado que se lo preguntaría Delfino por la curiosidad hacia ella, pero había sido pura ilusión suya.

—Yo…

Apenas terminó sus palabras, Delfino gritó:

—¡Fuera!

Entonces Yolando salió precipitada de su oficina con un rostro pánico. Hasta que se marchó la secretaria, Delfino se quedó más aliviado y se dirigió luego a Raquel:

—Come.

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