Matrimonio de primera romance Capítulo 814

Delfino regresó después de tirar la basura.

Raquel le llamaba papá.

Delfino se acercó y le acarició la cabeza:

—Enséñame el juguete.

Raquel la siguió y fue a buscar el juguete que había montado.

Cuando Raquel se fue, Delfino se dirigió a Yadira:

—Siempre hay periodistas fuera. ¿Cómo piensas tratar este asunto?

Su expresión era extremadamente solemne. No había ni un rastro de preocupación en ella, sólo la frialdad cruzaba su rostro.

Yadira escupió:

—Presenta una apelación.

Quería que Ximena fuera encarcelada, y quería que Ximena pagara el precio.

—¿Crees que puedes resolverlo tú mismo? —preguntó Delfino.

Yadira le miró sorprendida. Antes de que Yadira pudiera decir algo, Delfino continuó:

—Hay muchos periodistas esperando fuera. Definitivamente afectará a tu vida diaria. No me preocupo por ti, pero espero que Raquel se despreocupe.

La voz de Delfino no era fuerte, pero Yadira podía oírle claramente.

—¿Y qué? ¿Qué quieres decir con eso? ¿Quieres llevar a Raquel a tu casa? —Delfino estaba diciendo que este asunto afectaría a la vida de Raquel.

Por lo tanto, no era difícil adivinar que Delfino quería llevarse a Raquel a vivir con él para protegerla.

Si Delfino realmente pensaba así, era irreprochable. Y si lo decía sin rodeos, Yadira no podía encontrar ninguna excusa para negarse.

Sin embargo, estaba algo preocupada. Siempre pensó que si se llevaba a Raquel, nunca la devolvería.

Pero Yadira le detuvo:

—No hace falta que lo pienses. Puedo darte la respuesta ahora mismo. Me niego. Cuidaré bien de Raquel desde que vive conmigo. Sólo tienes que ocuparte de tus propios asuntos.

Entonces, Yadira se dio la vuelta y se sirvió un vaso de agua.

Delfino echó una mirada profunda a su figura antes de caminar hacia Raquel.

Yadira estaba bebiendo agua cuando el timbre de la puerta volvió a sonar.

Miró por la mirilla y descubrió que eran Xulio y Violeta. Yadira se quedó perpleja al abrir la puerta.

—Hola, señor y señora Xulio —Yadira fue cortés.

—Srta. Yadira —este la saludó decentemente, como siempre.

Violeta llevaba consigo un botiquín, y un rastro de lástima se escondía en su mirada tranquila.

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