Yadira dijo con un toque de burla:
—¿Estoy cansada? La forma en que manejo el Grupo Dominguez no tiene nada que ver contigo.
Después de decir eso, Yadira pudo sentir que el ambiente en el vagón se había vuelto algo intenso.
Inmediatamente después, Delfino dijo su nombre:
—Yadira.
Su voz no era ni pequeña ni fuerte, con una emoción reprimida. Sin embargo, Yadira pudo percibir la ira en su tono.
Yadira respiró hondo, abrió la puerta del coche, se bajó de él y se dirigió al ascensor.
Los pasos del hombre sonaron detrás de ella.
Delfino se bajó del coche y la alcanzó, bloqueando su camino.
Yadira quiso esquivarlo e irse, pero él alargó la mano y agarró el brazo de Yadira:
—¡Yadira!
—¡Déjame ir! —Yadira no le miró. Se limitó a mirar la mano con la que él tiraba de su brazo.
Controló tan bien su fuerza que no la hizo sentir incómoda ni pudo liberarse.
Yadira estaba enfadada.
¿Por qué decidía todo él solo? Si quería aparecer, aparecía. Si quería desaparecer, desaparecía.
Bajó la cabeza y abrió la boca para morder el dorso de la mano de Delfino.
Yadira le mordió con fuerza. Sintió que el cuerpo de Delfino se tensaba, pero no la soltó y se limitó a dejarla morder para descargar su ira.
Delfino la sostuvo en sus brazos con su otra mano vacía, y su gruesa palma acarició su cabeza.
Yadira se calmó poco a poco y aflojó la boca, pero sus hombros temblaban ligeramente.
Se oyó un sonido. El sonido de la puerta del coche cerrándose desde el otro lado despertó a Yadira.
Se dio la vuelta y evitó la mano de Delfino, dirigiéndose directamente a la entrada del ascensor.
Después de dar unos pasos, se dio cuenta de que la persona que estaba detrás de ella no la seguía, así que se dio la vuelta.
Delfino seguía de pie, con el rostro envuelto en sombras mientras la miraba con expresión sombría.
Yadira frunció los labios y se dirigió hacia él sin decir una palabra. Tiró de su mano y se dirigió hacia el ascensor.
Delfino pareció sorprenderse por el comportamiento de Yadira y la siguió lentamente.
Cuando estaba a punto de entrar en el ascensor, Yadira sintió que el hombre que estaba detrás de ella se detenía y no la seguía.
Yadira entró y se encontró cara a cara con Delfino, que estaba fuera del ascensor. Le preguntó con indiferencia:
—¿No vas a entrar?
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