Yadira estaba sorprendida. ¿Será que Noela y Raquel no fueron arrestadas por Mariano? Sin importarle lo que Mariano quería decir, colgó y respondió a la llamada de Noela.
Antes de que Noela hablara, Yadira preguntó con ansiedad:
—Noela, ¿tú y Raquel estáis bien?
Noela no sabía qué le había pasado a Yadira en ese momento.
Dijo en tono relajado:
—Estamos bien. Estamos en Club Dorado. Acércate.
—Muy bien, ya voy —Yadira se sintió aliviada.
Después de colgar, dijo:
—Ve al Club Dorado.
Luego, exhaló un largo suspiro de alivio y se recostó suavemente en su silla, con el corazón todavía agitado por el miedo.
Xulio condujo hasta Club Dorado en silencio.
Yadira se bajó del coche y consideró que se hacía tarde y que Xulio tenía que volver a casa. Se dio la vuelta y le dijo a Xulio:
—Conduce mi coche a casa. Ya estoy bien.
Mientras Raquel estuviera bien, nada importaba.
Xulio escuchó lo que Yadira le dijo a Mariano en el coche, y siguió preocupado.
—No pasa nada —Al escuchar sus palabras, Yadira no se negó.
Xulio era el subordinado de Delfino, pero eran más que superior y subordinado.
Durante la ausencia de Delfino, tenía un indescriptible sentimiento de responsabilidad hacia Yadira.
Yadira sabía claramente estas cosas.
Entraron en el ascensor uno tras otro y encontraron la cámara privada que Noela había mencionado.
Esta cámara privada era muy grande, y su diseño era diferente al de otras cámaras privadas.
Normalmente, no estaba abierta a los invitados, y estaba reservada exclusivamente para ellos.
En cuanto Yadira entró, oyó a Raquel gritar:
—¡Mamá!
Raquel estaba de pie en el sofá sin zapatos. En el momento en que vio a Yadira, bailó alegremente.
En esto Xulio e, Noela se levantó de repente y dijo:
—Yadira, tengo que ir al baño. Cuida de Raquel.
—DE ACUERDO —Yadira asintió.
Cuando Noela se fue, Yadira recordó que había un baño en la cámara privada. No era necesario que Noela fuera al baño exterior.
Entonces Yadira oyó pasos en la habitación privada.
De repente levantó la cabeza y vio una figura esbelta, alta y familiar que salía de la oscuridad del otro lado de la habitación.
Raquel gritó primero:
—¡Papá!
Raquel sonrió y miró a Yadira. Ella, feliz, señaló a Delfino y dijo:
—¡Mamá, es papá!
Yadira miró la puerta y se rió.
No era de extrañar que Noela saliera.
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