Raquel era una niña inteligente.
En tales circunstancias, tuvo la suerte de que Delfino no la castigara. Así que no se atrevió a esperar que Delfino la derribara. Sin embargo, sus piernas eran demasiado cortas. Las estiró para tocar el suelo, pero estaba fuera de su alcance.
Se dio la vuelta y miró en silencio a Delfino, sólo para descubrir que Delfino la miraba fijamente, lo cual era un poco incómodo.
Raquel parpadeó y gritó débilmente:
—Papá...
Delfino bajó a Raquel con una mano.
Raquel, que se echó al suelo, soltó un suspiro de alivio. Luego, habló como una adulta:
—No te preocupes, no le diré a mamá que has llorado.
Raquel había pasado por muchas cosas malas, pero después de vivir tanto tiempo con Yadira, poco a poco volvió a animarse.
Eso fue algo bueno. Parecía que todo estaba mejorando.
Delfino pensó que sí. Extendió la mano y acarició la cabeza de Raquel, y su tono fue claro:
—Molesta.
Raquel estiró la mano para juguetear con su flequillo y miró a Delfino.
Como Delfino era demasiado alto y la diferencia de altura entre ellos era muy grande, Raquel levantó la vista con cierta dificultad, y preguntó:
—Mamá está despierta. ¿Por qué todavía pareces infeliz?
Delfino la miró y dijo:
—Estoy muy contento.
Raquel curvó los labios y dijo:
—Mentiroso.
Tras un momento de silencio, Delfino preguntó:
—¿Parece que estoy molesto?
—Sí —asintió Raquel y señaló el entrecejo—. Has fruncido el ceño.
Delfino extendió la mano y presionó allí. De repente, sonó la voz de Apolo:
—Delfino, ¿por qué has tardado tanto en lavar la cara de Raquel?
Como acaba de ir a lavarle la cara a Raquel, Delfino no cerró la puerta del baño.
En cuanto entró Apolo, vio que Delfino y Raquel le miraban fijamente. Se quedó asombrado y dijo:
Delfino se rió, pero sus palabras fueron desagradables.
—Eso no va a pasar.
—Tú... —Apolo señaló a Delfino—. ¿Crees que no puedo tener uno?
Delfino levantó las cejas:
—¿Quiere Noela tener un bebé contigo?
Apolo resopló:
—Aparte de ella, hay muchas mujeres que quieren eso.
dijo Delfino:
—Entonces date prisa y toma uno.
Apolo no sabía qué responder.
Yadira vislumbró a Delfino y a Apolo hablando en la puerta, pero estaba lejos y no podía oírlos.
Delfino sintió la mirada de Yadira y levantó la vista.
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