Matrimonio Forzado romance Capítulo 19

Kalil.

Un movimiento suave, impregnado de ese olor a dulce que me alerta de inmediato me hace abrir los ojos sin aviso.

Aprieto los ojos con mis dedos y me muevo solo un poco para denotar el cuerpo desnudo de Saravi rozando el mío, alertando de nuevo mi deseo por ella. Trato en lo posible por respirar profundo, sabiendo que en estos momentos no es bueno acercarme, podría hacerle daño a su piel lastimada y sería muy rápido ante su falta de experiencia.

Y la verdadera razón, no quiero que repudie el acto por nada, al contrario, quiero que desee sentirse tan cómoda como la pude sentir hace unas horas, en como su cuerpo me pedía que la hiciera mía, quiero que lo desee tanto como yo en todo momento.

Fue muy difícil conciliar el sueño después de nuestro encuentro, y aunque parecía que dormía, solo cavilaba una y otra vez, en lo que había sucedido. Estaba impresionado, pero lo que más tenía mi mente erosionada fue escucharle decir: “gracias”, eso realmente me mató.

Nunca pensé que podría tenerla así junto a mí, jamás imagine por ninguna razón que sus sentimientos cambiaran tan rápido. Y no voy a creer ahora que está enamorada de mí, no, sería absurdo afirmarlo ahora. Que al menos sienta cierta simpatía y que en ella haya nacido un amor por Angkor, me hace respirar completamente, y me ha atrapado mucho más de lo que ya estaba por esta mujer.

Hanna me pidió paciencia, una que a últimas estancias estaba agotándose y que, aunque solo pasaron cuatro semanas desde que Saravi entró al reino, a mí me había parecido haber esperado una eternidad.

Saravi Eljal, aquella doncella que mi padre pactó para mí, ella quien cree que esto solo fue acuerdo de mi padre con los suyos, y que no niego, en un principio fue así. Pero sin duda alguna cuando la vi por primera vez, quedé tan impactado que me fue imposible gesticular palabra, no sé si fue su belleza o su forma en como observaba su alrededor, no sé si fue la manera en que sonreía aquel día, aquel en el que para variar yo iba colgado del brazo de Alinna cuando quedé prendido por esta mujer.

Jamás pensé que con solo mirar a una mujer mi existencia se desestabilizara. Al principio pensé que era solo mi capricho, cuando la veía muy de vez en cuando, pensé que Saravi era una mujer más que quería tener en mi cama; pero algo pasó después de eso. Mis sueños comenzaron a pasar a frustración cuando la tenía en mis pensamientos todo el tiempo. Incluso teniendo a Alinna en mi vida se me hizo imposible remplazar aquel ardor que no pude contener desde la primera vez que la vi.

Desde las sombras seguí a Saravi, cada vez que se acercaba al palacio, cada vez que podía la analizaba en silencio. Jamás desde que la conocí pude sacármela de la cabeza.

Fue justo allí donde decidí que iba a pelear por dos cosas importantes en mi vida desde que tomara la corona. Por mi entrañable país Angkor y por la reina, ahora mía, Saravi.

Solo Hanna sabía mi verdad absoluta, solo en ella podía confiar sin que nadie pudiese entre ver todos mis planes, porque ahora mi panorama y el futuro de Angkor estaban nublados con el asunto del grupo sublevado que se hacía más grande cada vez. Eso me tenía ocupado y preocupado la mayor parte del tiempo, junto con los reproches de mi padre, que hacían un peso más en mi espalda.

Y para sumar, una cuestión complicada con Alinna Menen, mi querida amiga desde la infancia a quien juré protegería con mi vida. Pero ahora ella estaba produciendo un asunto complejo con sus actos, y tarde que temprano me costaría la confianza de Saravi, si es que ya no lo estaba haciendo.

El tiempo iba en contra de mí, necesitaba pisar firme y conocer quien estaba a mi alrededor, debía tener mucho cuidado ahora que los ojos del grupo Ayatolá estaban encima de la corona, debía proteger a mi país, a mi familia y debía resguardar a Saravi, quien ignoraba todo este peligro inminente.

Ella era la más inocente de todo esto.

Preciso cuando ya logro despegar su cuerpo del mío, ella comienza a abrir lentamente los ojos hipnotizándome por completo, dejando mi mente en blanco. Su rostro se tiñe de vergüenza, y pasa de lo relajado a lo asustadizo como un gato acorralado.

—Buenos días… —saludo, entre tanto una sonrisa se forma en mi boca ante su expresión.

—Buenos días… —manifiesta insegura tapando su cuerpo desnudo con la sábana.

Pero es imposible que esa acción logre borrarme la imagen que ya grabé en mi memoria desde anoche. Es absurdo que se esconda de mí.

—¿Estás bien? —pregunto preocupado al ver que se remueve con quejido.

Saravi asiente en respuesta, enrojeciendo su cara de nuevo. Entonces decido romper una barra más.

Lentamente tomo su barbilla acercándome a ella, dando un beso cálido en su boca sonrosada y húmeda, aspiro su aroma mientras mis ojos se cierran de puro deleite, y justo cuando los abro, ella me observa con sus ojos almendrados haciéndome un millón de preguntas.

Entonces decido que comenzaré por responder a lo que ella quiera saber.

—¿Qué ocurre? Por tu mirada sé que quieres decirme algo…

—La verdad, sí, pero no sé por dónde comenzar —expone mirando ahora sus manos temblorosas.

—¿Te arrepientes de lo que sucedió? —pregunto con interés.

—No… no es eso, yo…, yo quiero hablarte de algunas cosas… y no sé cómo lo vayas a tomar…

El sonido de la puerta uno precipitado, hace que nos giremos alertados. Entonces me levanto y me coloco unos pantalones mientras consigo tapar más a Saravi de su desnudes.

Cuando por fin llego a la puerta, abro con cuidado y me sorprendo al ver que Basim tiene una palidez evidente.

Algo ha pasado… algo no está bien…

Saravi.

—¿Qué ocurre? —pregunta Kalil preocupado mientras que el hombre que está detrás responde unas palabras imperceptibles a mis oídos.

Por lo que pude entre ver, era Basim, y por los segundos que vi su rostro, no eran noticias buenas.

Justo cuando quería abrirme más al rey, justo cuando estaba pensando en la posibilidad de confiar más en él y dar rienda suelta a mi lengua, entonces nos interrumpen.

La puerta se cierra de golpe disipando mis pensamientos, y tomo la sábana apretándola a mí mientras que Kalil avanza agitado hacia el lugar.

—¿Qué pasa? —inquiero entre tanto observo como comienza a vestirse apresurado.

—Debo reunirme urgente con los generales… Parece que Borja ha sido atacado por el grupo Ayatolá… ¡Lo siento, Saravi! ¡Te explicaré luego de todo! ¿Está bien?

Mis ojos se abren ante la noticia. ¿Borja atacado? ¡Es una trampa! Borja no está de lado de la corona y Kalil piensa que ignoro totalmente el tema.

Me siento tan avergonzada.

Tan traicionera.

—¡Espera! ¡Por favor! —digo rápidamente tomándole del brazo. La sábana se me desliza un poco y Kalil me observa de inmediato oprimiendo su propio cuerpo. De forma rápida él desliza su brazo por el mío acercándose como un cazador por su presa.

—Dime… —dice pegando a mí su rostro.

—Hay algo que debes saber antes que vayas a la reunión —indico torpemente, mientras el corazón me cabalga salvajemente por el miedo de lo que diré, y por la cercanía de su cuerpo que me pone los nervios de punta.

—Hablaremos después de ello, ¿está bien? La situación es urgente, Basim no pudo contarme todo.

Sus palabras me desesperan a tal punto, que, si no decido ya mismo, me arrepentiré toda mi vida.

—Entonces iré contigo, estaré en la reunión. ¡Por Favor!

Su ceño se frunce al instante, pero al final solo asiente despegándose de mí para colocarse su camisa sin tener mucho decoro.

—No es de mucho agrado para mí que estés al lado de generales… pero eres la reina, puedes entrar cuando quieras.

—Estaré contigo… a tu lado —digo para calmar su preocupación. Pero la situación es que creo que mis palabras hicieron un poco más que eso, incluso veo satisfacción en su rostro.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Matrimonio Forzado