Ahora, él se había enamorado de Valeria, una mujer cuya vida era como la hierba silvestre, pero con una determinación férrea.
Sus amigos intentaban aconsejarlo.-
—Ermir, piensa bien lo que haces, has amado a Clementine durante tantos años que no es posible que de repente te enamores de otra persona.
—Debe ser una ilusión, solo estás temporalmente confundido, en el fondo todavía amas a Clementine.
¿Realmente era una ilusión?
No lo sabía, ¿y qué más daba? Ahora en su corazón, Valeria realmente era más importante que Clementine.
...
En el camino a la casa de César y María, Ermir mencionó el conflicto que tenían, repitiendo el problema que había surgido en la llamada.
—¿Quieres reconciliarse conmigo?
¿A reconciliarse?
Claro que quería reconciliarse, pero...
Clementine se giró para mirarlo, —Claro, siempre y cuando despidas a Valeria, y prometo no volver a discutir contigo.
Valeria era la secretaria de Ermir.
Cuando Clementine descubrió que Ermir sentía algo especial por Valeria, le pidió a Ermir que la despidiera.
Ermir se negó, argumentando que Valeria era muy competente y no había razón para despedirla.
Ella estaba más ansiosa por recuperar a Ermir, pensando que él solo estaba molesto porque ella se había ido por mucho tiempo.
Nunca creyó que Ermir pudiera abandonarla.
Hasta que hace dos meses, vio a ambos en el edificio de apartamentos de Ermir, con sus manos entrelazadas y ese beso de buenos días lleno de ternura que la hirió profundamente.
La confesión posterior de Ermir, más bien parecía caridad, como si una mano del infierno le desgarrara las entrañas.
Él dijo, —Clementine, no quiero ocultártelo, me he enamorado de Valeria. Claro, mi familia nunca la aceptaría, así que tranquila, aún me casaré contigo y la boda seguirá adelante.
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