Terminando el trabajo temprano, Fernanda regresaba a la casa de Isidro.
Cuando volvía, encontraba que Isidro estaba en casa.
-Isidro, ¿volviste tan temprano?-
Por el momento Isidro llevaba un traje elegante y parecía que acaba de regresar.
-Sí.- asentía Isidro, -¿Vuelves a salir de compras? ¿Por qué no vas de compras un rato más?-
Fernanda estaba avergonzada, -Es aburrido ir de compras, no es divertido.-
Aunque hoy sucedía algo muy desagradable, ella no quería que Isidro se enterara.
-Está bien, ven conmigo a cenar esta noche.-
-¡Sí!-
Cuando se trataba de comer, Fernanda estaba feliz.
Cada vez que Isidro la llevaba a comer, la comida era deliciosa, ¡se sintió feliz como una amante de comida!
Sentada en el restaurante, Fernanda hojeaba el menú. El precio de cada plato era tan caro que la sorprendía, -¿Por qué son tan caros...?-
Solía pedir los pedidos de Isidro todas las veces antes, pero esta vez cambiaba su orden, ¡ya sabía cuáles eran los manjares caros que había comido antes con Isidro!
-Pide lo que quieras y no me ahorres dinero.- Isidro sonreía al mirar la mirada enredada de Fernanda.
-Vale.-
Al escuchar eso, ella comenzaba a concentrarse en investigar el menú.
En ese entonces, Manuel entraba por la puerta del restaurante y el camarero le decía, -Señor, ¡bienvenido!-
-Estoy buscando a alguien.-
Efectivamente, tan pronto como se le ocurría la idea, Manuel decía, -Isidro, ¿por qué me llama por aquí?-
Si Isidro no lo llamaba, no quería venir aquí a comer con Fernanda.
Isidro no respondía, solo tomaba una toalla mojada para cuidadosamente limpiaba las manos de Fernanda.
Manuel nunca había visto a Isidro servir a personas así.
El ambiente era un poco incómodo por un tiempo.
Después de ayudar a Fernanda a limpiarse el último dedo, Isidro se detenía y miraba a Manuel, -Te llamé hoy porque tengo algo que preguntarte.-
-¿Qué?.-
Desde era niño Manuel le tenía un poco de miedo a Isidro. Al verlo haciendo preguntas tan serio, tragaba saliva con nerviosismo.
-¿Escuché que hoy despediste a Fernanda en el restaurante?-
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