Su tía dijo por teléfono, -Tus padres vinieron a mi casa hoy.
Fernanda frunció el ceño y preguntó, -¿Para qué?
Pensó que Pedro había enviado a sus padres a casa.
Su tía dijo, -Me pidió que te persuadiera. Ya no eres una niña. Sé más obediente. No es fácil para tus padres haberte criado.
Fernanda no esperaba que su madre acudiera a su tía, quien no había estado en contacto con ella durante mucho tiempo.
-¿Qué te dijo sobre mí?
-No dije nada, solo me temo que haces tonterías. Fernanda, he vivido mucho, y conoces la situación de tu tío. Si fueras como yo, ¿qué podría hacer en el futuro?
La familia de su tía estuvo en buena situación económica antes, y el tío tuvo un trabajo bien pagado. En muchos casos, tía le había ayudado mucho.
Después, su tío tuvo un accidente y guardó cama más de diez años. En estos diez años, tía criaba a dos niños mientras trabajaba. Además, había ancianos que necesitaban su atención. Por eso, su vida era muy difícil.
Los familiares la despreciaban, e incluso a Juana le disgustaba su pobreza y no quería tener contacto con ella.
La vida de su tía fue realmente miserable.
Sin embargo, Fernanda no esperaba que para evitar que se quedara con Isidro, su madre incluso recurriera a su tía.
Fernanda dijo, -Sé que la vida es dura, pero tengo mi propia idea. ¡En cuanto a mi madre, no le hagas caso! ¿Has olvidado lo que te ha hecho todos estos años?
Fernanda siempre no estaba de acuerdo de la actitud de Juana por su tía.
Al escuchar a Fernanda alabarlo, se sentía un poco feliz y sonrió. Si no lo miraban con detenimiento, no podían ver su sonrisa leve en absoluto.
Fernanda todavía estaba hablando por teléfono con su tía y no se dio cuenta de la llegada de Isidro.
Ella se apoyaba contra la pared de vidrio y la raya del sol entró desde afuera y la iluminó.
La tía dijo por teléfono, -Es bueno si lo tienes en cuenta bien.
-Entonces colgaré primero -Fernanda se sentía un poco triste. La tía llevaba una vida pobre, pero no podía ayudarla nada.
Volvió la cabeza, encontró a Isidro y se sobresaltó sin esperar, -Isidro, ¿por qué no dices nada? Me asustas mucho.
-Veo que estás hablando por teléfono, no quiero molestar -Isidro la miró, cuyo rostro estuvo tan feliz por haber recibido las flores se deprimía mucho después de la llamada.
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