Isidro soltó a Fernanda y la observó con sus ojos negros.
Fernanda estaba muerta de vergüenza, su carita ardía y su corazón palpitaba aceleradamente.
Tartamudeaba al hablar, -Yo-yo-yo… voy a ver al señor Pedro.-
Dicho eso, se escapó directamente de los brazos de Isidro…
Pedro nerviosamente estaba de pie fuera, se preocupaba cada vez más por cada segundo que pasaba Fernanda dentro. Tenía miedo de que Fernanda dijera algo incorrecto, haciendo que Isidro se enojara aún más.
La puerta se abrió repentinamente desde el interior y Fernanda salió.
Pedro preguntó con la mirada, -¿Todo bien?-
Fernanda se dio unas palmaditas en la cara, todavía estaba un poco confundida.
Solo se limitó a sentirse asustada y avergonzada y luego salió corriendo. ¿Isidro seguía enfadado? ¿O ya no estaba enfadado?
Como Pedro vio que no decía nada, se puso desesperadamente ansioso, -Te dije que no fueras, pero insististe en ir, ¿ahora qué?-
Al verla así, pensó que seguramente no había podido calmar al señor Isidro, y se había quedado sin habla de la bronca que le echó.
-Adelante.-
La voz de Isidro venía desde adentro. Pedro ignoró a Fernanda para entrar apresuradamente, luego miró a Isidro sentado junto a la ventana, -Señor Isidro, la señora ha insistido en pasar, no pude detenerla, pero también lo hizo con buena intención, ¡no se enfade con ella!-
-Tengo hambre.-
Isidro interrumpió a Pedro.
Pedro se sorprendió por un momento, y luego reaccionó, -¡Está bien, vamos a comer ahora!-
Todo iba bien mientras Isidro estaba dispuesto a comer.
¿Al parecer malentendió a Fernanda? ¿Fernanda consiguió calmar a Isidro?
Fernanda dijo, -De verdad que no.-
Al ver que Fernanda no solo no se quejó de Isidro, sino que le ayudó a explicarse, Margarita dijo, -¡Mira, Fernanda es tan sensata que da explicaciones por ti!-
Fernanda no supo qué decir.
Echó un vistazo a Isidro y su mirada se posó inconscientemente en sus labios, la forma de sus labios era la más bonita que había visto en su vida.
Madre mía, de repente se sintió que era un poco lasciva, no se atrevió a pensar más en eso y se concentró en comer su plato.
Como Isidro vio que no hablaba, levantó la mano y puso en su plato la comida que normalmente le agradaba para demostrar que realmente no se había peleado con ella.
-Gracias, Isidro.- Mirando las alitas de pollo en su plato, Fernanda agradeció porque le encantaba la carne.
Al verlos hablar entre ellos, Margarita se fio de que no se habían peleado de verdad.
Margarita dio un suspiro de alivio cuando Isidro preguntó, -Dicen que la gente de la familia Castilla se ha venido hoy.-
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi cariño de 18 años